“Viajar te deja sin palabras… y después te convierte en un narrador de historias“, escribió el viajero musulmán medieval Ibn Battuta. Casi setecientos años después, el autor malagueño Javier La Beira le cita en su nueva obra, Bajo los cielos gigantes de Bucarest, un diario de viajes en el que redescubre la capital rumana armado de su búsqueda intelectual-humanística, la observación literaria y el disfrute más humano.
El escritor bucarestino Mircea Cărtărescu la definió como “la ciudad más triste que se haya erigido jamás sobre la faz de la tierra”; pero La Beira ve en ella “una gran ciudad” sorprendente, sobre la que estudia el paralelismo y disenso de su huella comunista con la del París del Este a la que algún día aspiró a ser. Y todo rodeado por un rico crisol de referencias culturales y un claro afán de, simplemente, disfrutar junto a su mujer y sus amigos del viaje.
“Puede ser que tenga yo un espíritu más canino que artístico, porque mi hipersensibilidad nunca me ha impedido gozar de las antesalas de la felicidad“, reflexiona La Beira en otra cita definitiva de su libro. En una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga, el también director de la Biblioteca Generación del 27 reflexiona sobre el lanzamiento de su segundo diario de viajes tras Múnich resplandecía (2020).
El interés del autor por el género de los diarios nació con el estudio a fondo de su paisano y colega José María Souvirón (1904-1973), lo que llevó a escribir su propias notas vitales día a día. “Pensé que era mucho más interesante solamente publicar los viajecitos“, explica Javier La Beira, que muestra voluntad de estilo y erudición ante cada descubrimiento informal, cada impresionante monumento, cada elección gastronómica en TripAdvisor.
“Es el género con el que mejor me lo paso con mucha diferencia, ¡mucho mejor que las conferencias! Se revive el viaje de nuevo”, señala. Ese disfrute, se percató, period compartido con los lectores: “Con el de Múnich, noté que a la gente le gustó”.
Con su obra hermana sobre Bucarest, amplía horizontes estilísticos y reflexivos manteniendo la esencia del diario de viajes como no ha encontrado otro en las últimas dos décadas en España: “Seguro que hay, pero yo no caigo. Hay diarios que narran viajes, pero dentro de obras donde cuentan todo lo demás”.
“Los viajes te evaden por completo de la realidad cotidiana. En el momento que estoy en el aeropuerto, mi trabajo ya lo he olvidado y a los niños los recuerdo poco. Vives en otra historia”, incide el escritor. Él completa la experiencia in situ tomando notas, recopilando documentación, fotografiando calles y cuentas de restaurantes; por la noche deja un esquema del itinerario que han seguido y en el avión de vuelta repasa y completa el relato.
Pero aún queda mucho para el resultado last: “Si me decido a publicarlo en libro, saco la carpetita con toda el relato y lo reescribo entero, de cabo a rabo. Añado cosas, busco datos sobre historia o arquitectura…”, cuenta. Y con ese modo de trabajo, su afán es completar una tetralogía viajera con sus diarios en Burdeos y Cádiz. Por lo pronto, agradece a Fundación Unicaja que haya hecho posible su más reciente publicación.
Respecto a Bucarest, La Beira es entusiasta. “Lo primero que me llamó poderosamente la atención de Bucarest fueron las iglesias ortodoxas. No había estado en ninguna y, ¡qué cosa más bonita y distinta a nuestras iglesias!”, exclama: “Es una ciudad muy desconocida, a la vez que cercana por latina. A París, Londres y Roma, es muy difícil conocer a alguien que ya no haya estado… pero, ¿a Bucarest? Es un estímulo para escribir sobre ella”
“Me sorprendieron las grandes avenidas. Está todo muy deteriorado por la época comunista y los terremotos, pero se ve la grandeza de la ciudad. Avenidas, plazas, la Universidad, edificios arquitectónicamente impresionantes, un parque yo diría que mejor que el Retiro… Una gran ciudad”, valora.
Así, este viajero ilustrado mezcla “pensamientos, sentimientos y sensaciones personales más datos objetivos de la ciudad”; disfruta con amigos (“Es condición sine qua non“) y también mira hacia casa: “Málaga también tiene un libro, ¡lo que pasa es que yo no lo puedo escribir! Tiene que ser alguien de fuera, que se sorprenda… Dentro de diez años, quizás ya está trillada, pero de momento no”.
Y recuerda el verso del poeta rumano Mihai Eminescu: “La patria de la vida es el presente”.
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” Fuentes www.elespanol.com ”