El Costa Concordia, que transportaba a 4.229 personas de unos 70 países, encalló el 13 de enero de 2012 mientras muchos pasajeros cenaban. El capitán del navío, Francesco Schettino, condenado luego a 16 años de prisión en 2015 por homicidio involuntario, entre otros delitos, tardó en ordenar que sonaran las alarmas y además fue uno de los primeros en abandonar el barco.
“Se suponía que sería el mejor momento de nuestras vidas”, cube Umberto Trotti, que había elegido el crucero para su luna de miel junto a su esposa Fjorda y sus hijos de dos años y seis meses. “Los que no estaban a bordo nunca lo van a entender. Yo estaba en estado de shock, caminaba como un zombi”, admitía a AFP días antes del aniversario, a cuya marcha con antorchas este jueves (13.01.2022) no quería asistir. Entre los homenajes previstos, las sirenas de los barcos y las campanas de las iglesias de la isla repicarán a las 21:45 para conmemorar el momento en que el barco chocó contra los arrecifes. La familia Trotti prefiere no asistir. Ya volvieron al lugar de los hechos hace dos años y fue traumático.
“Nos salvó un cocinero de Como (en el norte de Italia)”, recuerda Trotti. Paolo Maspero, que aún vestía el gorro de cocinero, “tomó en brazos a mi hijo de seis meses y (…) nos condujo hacia afuera. El agua estaba subiendo. Si no nos hubiera ayudado, estaríamos todos muertos”, rememora Trotti, que no sabía nadar.
“No fue un accidente”, sino “el comportamiento infame de una persona”
El capitán de la Marina italiana Gregorio De Falco, coordinador de las tareas de socorro en el naufragio, asegura que todos se podían haber salvado. “No fue un accidente de la navegación. Fue todo debido al comportamiento infame de una persona”, afirma a Efe De Falco sobre lo ocurrido durante la noche del 13 de enero de 2012, cuando una maniobra aún hoy incomprensible para que la madre de un miembro de la tripulación viese la nave desde la isla provocó el impacto con un escollo.
“Alessandro Tossi, el oficial que se ocupaba de la radio en la Capitanería de Puerto de Livorno, me dijo: ‘Mire, capitán, en el barco nos están tomando el pelo…”. De Falco señala que “se supo sólo después que desde los primeros minutos tras el impacto, a las 21:50 horas, el comando de a bordo sabía perfectamente que el barco tenía que ser abandonado y uno de los maquinistas había asegurado, como se escucha en una grabación, que se estaban hundiendo. Se tenía que haber dado la alarma general y proceder ordenadamente a salvar a los pasajeros”.
“Si se hubiera hecho así, ya que el barco en esas condiciones permaneció bastante tiempo sin inclinarse demasiado, se habrían podido utilizar todas las lanchas de salvamento, del costado de babor y de estribor, y se habrían salvado todas las vidas”, asegura a Efe el ahora senador. El capitán habría, por ejemplo, de no haber abandonado el barco, podido dar la orden de llenar con más personas las lanchas de salvamento a pesar de que no estaba permitido y evitar que personas como Giuseppe Girolamo, de 30 años, el batería de la banda musical del barco, muriese al dejar su puesto a una madre con su hija pequeña.
De Falco confiesa que en estos años siempre ha pensado en “si se podía haber hecho algo más”, aunque cree que se hizo todo lo posible y que hasta los informes que llegaron al Senado de Estados Unidos sobre si estaban preparados para un accidente de este tipo se aseguró que la coordinación del rescate fue “impecable”.
lgc (afp/efe)
” Fuentes www.dw.com ”