Cerca de 900 estatuas de piedra con figura humana, conocidas como ‘moáis’, componen el mayor atractivo de la isla chilena de Rapa Nui.
Su historia se remonta a la antigüedad. Pero, desde hace tres siglos, cuando Jacob Roggeveen, un explorador europeo, llegó a ese territorio sudamericano ubicado a 5.153 km de Colombia, el interés por esa región se tornó world.
Tanto que, por la fecha del arribo de Roggeveen, el 5 de abril de 1722, ha pasado a ser reconocida en gran parte de Occidente como la Isla de Pascua.
Hasta entonces, al margen de la preferencia por una denominación u otra, el gran misterio sobre sus 163,6 km² ha sido tan solo uno:
¿Cómo se formaron y trasladaron esos pesados moáis que miran hacia el inside de la ínsula para ‘protegerla’?
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La ciencia parece tener su explicación.
La teoría arqueológica detrás del ‘fenómeno místico’
Jo Anne van Tilburg, reputada arqueóloga estadounidense, ha sido una de las investigadoras más interesadas en el Parque Nacional Rapa Nui, la zona de la Isla de Pascua donde se concentran los moáis.
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Desde hace más de 25 años, van Tilburg ha hecho el inventario junto con otros académicos extranjeros y la población native de al menos 1.400 objetos de piedra. Las cerca de 900 estatuas de cuerpo completo y algunas cabezas o torsos fragmentados hacen parte del conteo.
Sobre el origen de esas figuras, la experta ha sostenido que fueron hechas por los antepasados de la población native.
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“El 91,34 por ciento de las estatuas que mi equipo ha inventariado fueron talladas en una cantera central, Rano Raraku. El resto, en otras canteras de diferentes tipos de piedra”, le dijo al diario argentino ‘Clarín’, a finales del 2021.
Eso, a decir verdad, no ha sido seriamente cuestionado.
El meollo tiene que ver con la distribución de los moáis en la Isla de Pascua pues, según el mito tradicional, fueron las fuerzas ancestrales las que las ubicaron.
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Para la ciencia, el trasfondo místico reside en que todas miren hacia el inside de la isla. La concept widespread es que están en esa orientación para proteger a la Isla y sus habitantes.
Pero su ubicación parece estar lejos de ese ámbito.
“Las estatuas de hasta 11 metros de altura probablemente fueron trasladadas desde las canteras mediante métodos megalíticos tradicionales, incluso horizontalmente sobre rodillos de madera. Algunas estatuas más pequeñas, de hasta 3 metros de altura, probablemente fueron llevadas a lo largo de la costa en balsas. Las balsas podrían haberse adaptado para mover las estatuas por rampas marinas pavimentadas con piedra hasta los sitios ceremoniales cercanos”, le manifestó van Tilburg al medio citado.
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Sobre el por qué se dejaron de construir los moáis hay varias teorías.
Una corriente mantiene que todo se dio en medio de una competencia por construir estatuas. Así, cuando la ‘fiebre’ amainó, el hábito se interrumpió.
Otra rama apunta al aislamiento de Rapa Nui, ubicada a más de tres mil kilómetros del centro de Chile, como la causa de un cambio de prioridades que había reducido la devoción por seres ancestrales.
A la fecha, no hay verdades absolutas.
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En todo caso, a la espera de mayores investigaciones, el Parque Nacional sigue siendo uno de los mayores centros turísticos de la región.
Según estimaciones oficiales, un promedio de 50.000 visitantes por año ha frecuentado la Isla en la última década.
Y, por el enigma tras su atractivo, parece que el índice no bajará en el tiempo venidero.
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