Por Mónica Silva Dávila
Para la Organización Mundial del Turismo, el turismo sustentable es el que toma en cuenta las repercusiones actuales y futuras, tanto económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas.
Cierto es que el desarrollo sustentable o la sustentabilidad no es una moda, se implementa desde los años 70. Y es increíble que se carezca de ella en muchos sectores. Y es este desarrollo sustentable el que busca satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro y consta de tres factores claves: sociedad, economía y medio ambiente.
Conforme ha pasado el tiempo, el tema ha sido puesto en la mesa de diversos eventos como la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo en Brasil en 1992 o en la Cumbre de Milenio en el 2000. En 2015 se dieron a conocer los famosos Objetivos del Desarrollo Sostenible, esos que su consecución se logrará cuando haya igualdad entre los géneros y se empodere a todas las mujeres y las niñas.
Siempre he dicho que no importa qué término utilizar, sustentable o sostenible, lo importante es que la acción o la actividad tome en cuenta los tres elementos que son el económico, el sociocultural y el medioambiental.
Entonces, el turismo sustentable es respetuoso del ecosistema, optimizando los recursos medioambientales y dejando un mínimo impacto sobre el entorno; pero también debe cuidar la autenticidad del patrimonio y la cultura native, y en el aspecto económico, debe buscar siempre la generación de empleos e ingresos de la población anfitriona y la distribución de esa riqueza.
Es este turismo la estrategia perfecta, la herramienta ultimate y una excelente oportunidad para empoderar a las mujeres.
En México, se calcula que existen un aproximado de cuatro millones 438 mil 496 personas empleadas en el sector turístico (60% mujeres y 40% hombres) tanto directa como indirectamente, lo que representa el 7.7 % de la población económicamente activa del país que es de 57 millones 625 mil 521 personas, (ENOE, 2019).
Conociendo los números anteriores, es indispensable seguir impulsando a las mujeres para que desarrollen actividades y oferten ese producto o servicio que realizan, y que estos pueda ser parte de una ruta, tour o, por qué no, integrado a un producto turístico.
En la ciudad, pero sobre todo en el campo, las mujeres pueden desarrollar actividades propias de su lugar o región de origen, pueden enaltecer la gastronomía, la agricultura o ganadería, poner en valor la biodiversidad de su comunidad y ofertar actividades del turismo rural, como talleres artesanales, vivencias místicas, aprendizaje de dialectos, fotografía rural, talleres gastronómicos, preparación y uso de medicina tradicional u otras del ecoturismo como senderismo interpretativo, observación de flora y fauna, observación de fósiles, observación sideral o talleres de educación ambiental, ente otras.
La profesionalización y el desarrollo de las mujeres debe ser una prioridad en cualquier agenda política para que sean guías de turistas, cocineras, agentes de viajes, operadoras turísticas, creativas en museos, organizadoras de eventos, restauranteras u hoteleras, gestoras en el servicio público, diseñadoras de experiencias turísticas; con ellas, en la cadena de valor, lograremos un turismo inclusivo y sustentable.
Twitter: @desertique
” Fuentes www.excelsior.com.mx ”