Si hay algo por lo que destaca Huesca es, sin duda, por sus espectaculares espacios naturales: recónditos valles, cascadas espectaculares y pueblos que parecen sacados de los mejores cuentos. Así es como el viajero podrá percibir una provincia que tiene mucho, mucho por ofrecer.
Y, sin duda, uno de los mejores momentos para perderse por el norte de Aragón es el verano. Una estación que ofrece buenas temperaturas con las que poder disfrutar y exprimir al máximo los mágicos rincones que ofrece el Pirineo y su entorno. A cambio, este paisaje te ofrecerá un pleno contacto con la naturaleza, con la tranquilidad y con algunos de los paisajes más alucinantes de toda la península.
1. Alquézar y las pasarelas del río Vero
Es, sin duda, uno de los lugares más populares de la provincia de Huesca. Y no es para menos… pues esta fortaleza árabe pasó a ser el trampolín de la reconquista, hoy abanderado como uno de los paraísos de los amantes del barranquismo. ¿Por qué? Por su famoso Parque Pure de la Sierra y los Cañones de Guara.
Pero si eres de los que van en busca de senderos y lugares bonitos no debes perderte, bajo ningún concepto, las pasarelas del río Vero en Alquézar, una excursión imprescindible para descubrir paisajes únicos marcados por el agua, la roca y las cuevas. Tampoco puedes perderte el casco de Alquézar, considerado como uno de los pueblos más bellos de España.
2. La Provenza oscense
No hace falta irse muy lejos para encontrar paisajes deslumbrantes. Testigo de ello es la conocida como ‘Provenza oscense’, las poblaciones que se encuentran en el Valle de Baliera en las que podemos encontrar muchas similitudes con la Provenza francesa.
Estos pueblos se dejan ver ante el viajero como lugares acogedores, románticos, medievales y envueltos por paisajes capaces de cortar la respiración por su belleza pure.
Uno de estos pueblos es Castarné, donde destaca su arquitectura tradicional oscense. Esto se hace patente en lugares como el Castillo de los Azcón o el Castillo Negrum, con su famosa iglesia dedicada a la Virgen de la Collada.
3. El valle de Tena
El valle del tena es otro de los imprescindibles si visitamos Huesca. Este lugar, declarado como la Mejor Experiencia Turística de Aragón, tiene experiencias tan sorprendentes como dormir en un iglú en pleno invierno.
Si se viaja en familia hay lugares imprescindibles para disfrutar con los más pequeños. Un ejemplo de ellos es el Parque Faunístico de Lacuniacha, plagada de actividades durante todo el año con las que disfrutar.
Si buscas adrenalina, en cambio, deberás visitar la tirolina doble más larga de Europa. Esta tirolina permite sobrevolar a 120 metros de altura el lago de Bubal, con unas vistas del Valle del Tena que solo se pueden conseguir de esta forma.
4. Valle de Ordesa
Está considerado como el Yosemite español. Y no es para menos, pues nos encontramos ante uno de los paisajes más fascinantes de toda la península ibérica. El Parque Nacional del Ordesa y Monte Perdido es uno de los grandes atractivos para visitar Huesca, que se deja ver como una maravilla pure que sobrecoge los corazones.
De hecho, está considerada como una de las regiones más espectaculares de todo el Pirineo. Sus impresionantes cañones, sus imponentes cascadas, sus altas cumbres o sus bosques centenarios son la perfecta imagen que hacen de este lugar algo mágico.
Este lugar se puede recorrer de diferentes formas: mediante rutas a pie, para todos los niveles; en 4×4 e, incluso, haciendo un descenso en la Tirolina de Fiscal, de 2 kilómetros de longitud.
5. El lejano oeste, en Los Monegros
No todo es la exuberancia de la naturaleza en Huesca, también encontramos otro tipo de paisajes. Ejemplo de ello son los Monegros, un rincón que se relaciona directamente con el desierto. Este lugar posee atractivos como su ruta de monumentos mudéjares, y esconde lugares tan especiales como la Lagna de Sariñena, perfecto para los amantes de las aves.
Pero si de verdad queremos asistir a paisajes sacados de lejano oeste tenemos que desplazarnos hasta La Serreta, donde encontramos los famosos torrollones. Estas enormes rocas de una inverosímil verticalidad dan nombre a una ruta senderista que recorre diversos pueblitos en los que merece la pena pararse.
6. El valle de Zurita y Ansó
No es lo más conocido, pero merece una visita. De hecho, el camino desde el valle de Zurita hasta el Refugio de Linza, separados por 20 kilómetros, es uno de los parajes más bellos que podemos ver desde la carretera. Al llegar tendremos la suerte de admirar un entorno plagado de vacas pastando en unos verdes prados rodeados de altas cumbres.
Este lugar también es perfecto para los amantes de la aventura: aquí se pueden hacer rutas de trekking, senderismo, path operating, mountain bike o ciclismo en un paraje único.
Ansó, considerado como uno de los pueblos más bellos de todo el planeta, es un imprescindible para trasladarse al pasado y desconectar de las grandes urbes. Un bellísimo pueblo que en verano se inunda de flores y que es poseedor de el Monasterio de San Pedro de Siresa, una visita obligada.
7. Huesca monumental
No solo hay naturaleza en Huesca, también hay pueblitos con encanto en los que podemos encontrar la tradición y la cultura. Uno de ellos en Fonz, una pequeñita villa renacentista; o Aínsa, donde poder admirar su intacta esencia medieval o monumentos como el Castillo de Loarre, el Monasterio de San Juan de la Peña o la Catedral de Roda de Isábena.
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