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“In lak’ech, hala ken” es el saludo más hermoso que posiblemente escucharás en Yucatán. Su traducción literal es “yo soy otro tú, como tú eres otro yo”. Una frase poderosa que refleja la filosofía y la espiritualidad del pueblo maya: cada ser vivo, cada elemento de la naturaleza y los dioses forman un todo, donde el bien y el mal ejercidos sobre otros también repercuten en nosotros mismos.
Así que, solo te deseamos el bien y un viaje memorable cuando estés listo para hacerlo. Y, si quieres consentirte de verdad, sigue esta guía rápida de lugares en los que hay que estar al menos una vez en la vida, y donde el lujo cobra otra dimensión.
Chablé, agasajo espiritual
A tan solo 35 minutos de la ciudad de Mérida se encuentra Chocholá, un pequeño pueblo con poco menos de cinco mil habitantes, pero que cuenta con la distinción de poseer uno de los mejores hoteles del mundo: Chablé Yucatán.
Foto: Marco Sotelo
En 2015 comenzó la restauración de esta exhacienda henequenera que knowledge de 1813. La transformación fue colosal. Durante las obras se descubrió un cenote que fue envuelto por la maleza, ahora este lugar “sagrado” es el corazón del recinto, que en 2017 ganó el Prix Versailles al Resort con Mejor Arquitectura y Diseño del Mundo.
El spa, que cuenta con 12 cabinas individuales de súper lujo alrededor del cenote, combina la sabiduría de las prácticas ancestrales de la herbolaria maya con la ciencia moderna, así Chablé reinterpreta el significado del bienestar.
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Para acceder a este portal de sanación, primero debes ser “purificado” por medio de un ritual con una “copaleada maya”, en la que se emplea resina de copal, salvia, albahaca y romero, para “limpiar la energía”.
Hay tres travesías. Una se centra en el cenote, donde fluyes con el agua; otra se relaciona con los elementos de la tierra, donde se busca un steadiness entre lo físico y espiritual a través de la terapia; y una experiencia más se enfoca en la inspiración, en la celebración de la vida.
Foto: cortesía
Algo único es el “flotarium”, una piscina de agua salada dentro de un cuarto oscuro, en el que tu cuerpo recupera minerales y activa el sistema inmunológico.
El resort posee 303 hectáreas de selva y 50 de construcción. Hay 36 casitas y cuatro villas familiares, tres restaurantes, un campo de golf de nueve banderas, un apiario de abejas xunán kab o meliponas (no tienen aguijón).
Además, tienen experiencias exclusivas como clases de cocina tradicional maya, un taller de preparación de chocolate artesanal, así como degustaciones de vino y tequila.
Ixi’im, la casa del tequila
La fachada rústica y desgastada, contrasta con el interiorismo refinado y moderno que te deslumbra al cruzar la entrada de Ixi’im (maíz en maya), el restaurante insignia de Chablé. La dualidad entre pasado y presente es su sello, incluso varios de los muebles son reciclados del cuarto de máquinas de la exhacienda.
Foto: cortesía
Por dentro, los muros hacen la función de vitrinas, en las que se exhibe la colección de botellas de tequila más grande del mundo que, hasta hoy, rebasa las tres mil 700. La más antigua de ellas tiene 270 años.
El chef Jorge Vallejo (de Quintonil, Ciudad de México), así como el sous chef Luis Ronzón, nos deleitan con su propuesta gastronómica en la que rescatan los sabores regionales del sureste mexicano y les brindan el toque contemporáneo.
Picheta, en el corazón de Mérida
Los edificios en el centro de Mérida transpiran historia. Si caminas por la Calle 61, debajo de los tradicionales arcos, verás la antigua armería de la ciudad. Sus muros remozados, como arrugas, revelan sus más de 350 años de edad.
Foto: cortesía
Ahí, una estrecha puerta de cristal te conduce hacia las escaleras y comienza la experiencia para descubrir el puksi’ik’al (corazón) de la Ciudad Blanca, justo en Picheta.
La decoración impacta. Transmite una sensación de modernidad y calidez que siempre va acompañada de guiños que te remiten a Yucatán, como las paredes con acabados de chucum (resina del árbol mezclada con cemento) en una tonalidad beige. Hay sogas de henequén en la bóveda del techo y el piso se divide de la madera con un sendero en verde jade.
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En su cocina, 12 autores, congregados por el chef y gerente Rodolfo Barrientos, confabulan para crear una propuesta gastronómica que retome lo mejor de los sabores de Yucatán, para “curarlos” y “reinterpretarlos” con alquimia culinaria. Cada bocado alimenta el alma.
Foto: cortesía
Su terraza, con vista a la catedral, es uno de los sitios más placenteros para una cena o un trago al atardecer.
Hacienda Temozón, la perpetuidad del lujo
El casco de una vieja hacienda de 1655 encontró la forma de mantener sus paredes incólumes al pasar de los siglos, pero con un esplendor renovado. Para conocerla solo debes conducir una hora desde Mérida.
Foto: cortesía Marriott
Temozón significa “lugar del remolino”. Como una espiral que representa infinito, este lugar de paisajes selváticos es un exclusivo lodge con 27 habitaciones con muebles de época y una bañera al aire libre.
Además de las espléndidas locaciones con jardines y la piscina principal, en Hacienda Temozón está el cenote Hol-Be, el lugar perfecto para dejarse envolver con el espíritu del agua y sanar en su spa.
Ya’ax y Casa Lecanda, con sello boutique
El hospedaje también es una experiencia. Casa Lecanda es un pequeño palacio de cuento. Una antigua casona abandonada en el centro de Mérida fue transformada en un lodge boutique de siete habitaciones exclusivas. La madera y los azulejos de pasta y piedra conviven armoniosamente en el diseño inside. Los patios y jardines son ideales para disfrutar del fresco por la tarde o descansar en las hamacas para congelar el tiempo, mientras que afuera de sus puertas la vida sigue su curso.
Foto: cortesía
Ya’ax (verde, en maya) es un oasis de paz entre el concurrido zócalo de Mérida. El diseño de sus 11 habitaciones combina elementos yucatecos y vanguardistas para conseguir una estética única. Siempre encontrarás el verde como el eje temático que acompañe tu vivencia.
Foto: cortesía
Mugy: co’ox ja’ana (vamos a comer)
La gastronomía en Yucatán es un arte y, como tal, merecía un museo. Con esta premisa, Diego Mantecón y Enrique Linage, en 2018 abrieron el Museo de la Gastronomía Yucateca (Mugy), un espacio de difusión cultural que enaltece la tradición culinaria native.
Al recorrer sus salas se relata la importancia de la comida para los antiguos mayas y su enriquecimiento con el sincretismo de la cocina española. Los instrumentos, como el metate y los comales eran comunes, mientras que los ingredientes como el maíz, el chile, el cacao y el achiote entretejen sus sabores para cautivar a los gourmands más exigentes.
3 atractivos esenciales para incluir en tu viaje a Yucatán
Además de la extraordinaria Chichén Itzá y de otras zonas arqueológicas, incluye en tu itinerario de viaje estos atractivos
Izamal, la ciudad amarilla
Las calles son empedradas de principio a fin y todos los edificios en el centro histórico se pintan de amarillo ocre y blanco, ninguna puede ser diferente. Así lo estipula la ley.
Foto: Istock
Justo en el zócalo destaca la pirámide del dios photo voltaic Kinich Kakmó. Ahí, en la plaza principal, tras la conquista española y sobre el templo maya Pop-hol-Chac, se construyó el convento de San Antonio de Padua, que posee el segundo atrio cerrado más grande del mundo (7,806.43 m²).
Para hacer más divertido y dinámico el recorrido en la ciudad, puedes optar por cuatrimotos. El equipo de seguridad y el vehículo son previamente sanitizados. El guía te brinda las instrucciones a seguir y listo, aprenderás de la historia de Izamal sobre cuatro ruedas. Si buscas algo más pausado y relajado, rentar una bicicleta es la opción.
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Celestún, paraíso en el edén
La naturaleza reconforta, conduce a la reflexión de lo humano y su intervención en el ciclo de la vida de nuestro planeta. Celestún, a hora y media de camino partiendo de Mérida, es una reserva ecológica, un estero en el que coexisten especies de flora y fauna magníficas, principalmente manglares y flamencos rosados.
Foto: Istock
Aquí confluyen el agua dulce de la Ría Celestún y el agua salada del golfo de México. Un recorrido en lancha te llevará a paradisíacos resquicios, como el ojo de agua Baldiosera, una turquesa líquida rodeada de mangles que puedes recorrer ya sea por un circuito de puentes de madera o sumergido en sus cristalinas aguas.
Celestún es tener el lujo de la naturaleza al alcance de un navío.
Tsukán, la guardiana de los cenotes
Tsukán es la serpiente guardiana de los cenotes y cavernas, vigilante de la continuidad del ciclo del agua.
Foto: cortesía
Tsukán Santuario de Vida está inspirado en aquel ser mitológico de la cosmovisión maya. Es un parque pure de experiencias culturales, naturales y gastronómicas para que los turistas se acercan a la historia y sabiduría de quienes construyeron una de las civilizaciones más importantes de todos los tiempos.
A través de un recorrido podrás identificar plantas típicas de la región, como el pich y la ceiba, el árbol sagrado.
El atractivo estelar es un cenote semiabierto, la entrada al inframundo maya y al cual, según el mito, hay que pedir permiso para entrar. Sumérgete en sus aguas azules y observa cómo el dios sol proyecta sus rayos en la superficie.
Sí, Yucatán es un lujo porque nosotros lo somos también: “In lak’ech, hala ken”
” Fuentes www.eluniversal.com.mx ”