Guadalajara es única. Es una urbe que combina armónicamente su bella tradición y el ímpetu de su futuro. Guadalajara son sus barrios, pero también sus colonias modernas. Guadalajara son sus casas antiguas con siglos de historia, pero también su arquitectura vanguardista. Nuestra ciudad transpira su historia de pequeños comercios y negocios, una ciudad de gente que emprende, sin dejar de ser una metrópoli reconocida por ser casa de creativos y empresas tecnológicas líderes en el mundo. Guadalajara es la misma y es distinta, tiene la determinación de sus inicios, resguarda sus tradiciones, es incluyente y diversa, y se consolida, gracias al trabajo de todos y todas.
Un aniversario de la ciudad nos obliga a repensar nuestra identidad en el presente y qué queremos del futuro. Guadalajara es una ciudad resiliente que se ha enfrentado a muchos desafíos en su historia. Como orgulloso presidente municipal de La Ciudad, veo, al menos tres desafíos que debemos acometer para tener una ciudad próspera, justa, libre y segura. Desafíos que nos obligan a grandes acuerdos de ciudad. Consensos con los vecinos, los empresarios, las organizaciones sociales, las universidades, los medios de comunicación. Guadalajara no la construye un hombre. Para eso es la política: para crear imaginarios comunes.
Primero, una ciudad más justa y compacta es el mejor camino que tenemos para combatir la violencia. Guadalajara es el gran motor económico de Jalisco. Nuestra ciudad es, también, la locomotora que ha permitido el comienzo de la recuperación económica tras el impacto del COVID. Sin embargo, Guadalajara necesita ser más justa. No puede ser tan desigual. Y la mejor forma de hacerlo es a través de la potencialización de una de nuestras mejores herencias históricas: el comercio y la economía barrial. Por ello, la estrategia de reactivación económica de Guadalajara ha sido inyectar recursos económicos para poner nuestra economía de pie. Para poner en marcha nuestra ciudad sí desde la construcción y el sector de exportación, pero también desde la economía acquainted, el gasto de las familias. No podemos construir un horizonte común, un futuro compartido, entre tapatías y tapatíos si no luchamos por una ciudad más justa sin importar nuestros orígenes personales. Una ciudad de clases medias, ése debe ser uno de los destinos de la capital de Jalisco.
Un segundo desafío, un proceso que ya está en marcha: regresar a muchos tapatíos al corazón de la urbe. Durante décadas, la política de vivienda y el mercado laboral expulsaron a ciudadanos hacia las periferias. Guadalajara comenzó un gradual proceso de despoblamiento hacia municipios como Tlajomulco o Zapopan. Proceso que ha deteriorado la calidad de vida de todos los que vivimos en el Área Metropolitana. A través del cambio en los incentivos de la vivienda, la apuesta por el transporte público, la mejora de los servicios públicos y el fomento a la inversión hemos comenzado a revertir este proceso. Estamos seguros que si seguimos esta ruta, podremos recuperar grandes espacios de la ciudad que, en estos momentos, no representan alternativa habitacional para los tapatíos. La única forma de revertir la pésima planeación urbana de los noventa e inicios de este siglo, es con un proyecto a largo plazo. Un proyecto de coincidencias.
Un tercer desafío: el medio ambiente. Guadalajara es la segunda ciudad del país. La urbe más grande de América Latina que no es capital de su nación. Está entre una de las 100 ciudades más grandes del mundo. Su importancia es innegable. Por ello, Guadalajara tiene que ser una ciudad pionera en los debates globales sobre el calentamiento de la tierra. Debemos pasar de una ciudad que por mucho tiempo no se preocupó por las futuras generaciones y por el cambio climático a una urbe verde, que apuesta por la movilidad no motorizada, por una gestión adecuada de los desechos, por recuperar las áreas verdes que perdimos. Estamos en ese camino y sólo un acuerdo de ciudad, como lo hicieron otras urbes hace veinte o veinticinco años, nos permitirá trazar un horizonte seguro, equitativo, cohesionado y sustentable.
La alianza por la ciudad, un concepto que he defendido estos dos años y cuatro meses al frente del Ayuntamiento de Guadalajara, es una apuesta para sumar a todas y a todos en el diseño de la ciudad que queremos hoy y en el futuro. La política sirve para eso: acercar posturas, acordar entre distintos y poner por delante las coincidencias a las divergencias. Como alcalde he buscado ser eso: alguien que una y no que separe. No creo que la polarización le haga bien a la ciudad. Por el contrario, esta ciudad demanda acuerdos y pactos de futuro. La Guadalajara del futuro, si la queremos segura, justa y verde, se construye sabiendo a dónde queremos ir. O recordando a Séneca: no hay ningún puerto favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige.
” Fuentes www.informador.mx ”