Es la segunda ciudad de Suecia y, sin embargo, la gran desconocida. Pequeña, amable y coqueta, Gotemburgo no tiene nada que envidiarle a Estocolmo, de la que la separan 400 kilómetros.
En 1621, el rey Gustavo II Adolfo levantó sus murallas tras haber sido derruida por los daneses. Construyó sus canales y proyectó el puerto que la convertiría en la mayor ciudad portuaria no solo de Suecia, sino de toda Escandinavia. Rodeada de agua, parques y espacios verdes, hoy es una delicia de urbe, centro universitario y uno de los destinos más sostenibles del mundo. Razones por las que Lonely Planet acaba de escogerla como uno de los mejores destinos urbanos en 2021, cuando celebra 400 años de su fundación.
Desayuno a lo grande
¿Arrancamos a lo grande? Desayunar en alguno de los locales de Da Matteo es sinónimo de ambientazo y buena bollería, una de las debilidades de los suecos, así que hay que llegar con hambre y sin prisas para elegir con calma entre todos los bollos, pasteles y sándwiches que preparan a diario.
El más mítico está en la plaza de Magasinsgatan, una de las más animadas. Ahí nace la calle homónima, plagada de tiendas y cafés y con una vidilla que invita a entrar en cualquiera de sus establecimientos, como la florería y tienda de decoración Floramor & Krukatös o la de ropa, y mucho más, Grandpa.
Un barrio de extramuros
Nunca ha sido escenario de ninguna batalla, pero la fortificación de Skansen Kronan siempre ha estado rodeada de 23 cañones. Se empezó a construir a finales del siglo XVII gracias a la ayuda de la corona (kronan, en sueco), a mediados del XIX se utilizó como cárcel y a principios del XX se convirtió en un museo militar.
Ahora este bastión de piedra rematado con la inconfundible corana dorada es un lugar privado desde el que contemplar unas buenas vistas de la ciudad.
Además, está en el barrio de Haga, el primero construido fuera de las murallas. Las clásicas casas de Gotemburgo que aún se conservan, con el primer piso de ladrillo y el resto de madera, junto a sus calles adoquinadas y peatonales, le confieren ese aire bohemio característico.
Museos para todos
Götaplatsen es la plaza más emblemática, ya no solo porque en ella se alza la inconfundible estatua de Poseidón, sino también porque alberga el Teatro Municipal, la Sala de Conciertos (y sede de la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo) y el Museo de Bellas Artes o Konstmuseum, una pinacoteca muy recomendable con picassos, rembrandts o monets.
Desde aquí se extiende Kungsportsavenyn, el bulevar principal construido a mediados del siglo XIX que llega hasta el viejo foso, a los pies de los antiguos muros fortificados de la ciudad. Nada queda de aquellas murallas defensivas.
La oferta cultural es extensa y abarca todos los gustos: Konsthall, para los amantes del arte contemporáneo; el Museo de Historia Pure, en el grandioso parque Slottsskogen, para los que vayan con niños o quieran admirar una gran colección de taxidermia; el Marítimo, para los apasionados del mar, o el Museo Volvo, para los entusiastas del motor. Aquí nació la marca automovilística, que expone verdaderas joyas de otra época.
Fika, una tradición sueca
Fika es el concepto que mejor outline la cultura sueca. Una parada, casi obligatoria, para tomar un café y algo dulce una, dos o infinidad de veces al día. Se puede hacer solo o acompañado; en casa, en el trabajo o en un parque; por la mañana o por la tarde, pero se tiene que hacer siempre, sin excepción, despacio y disfrutando del momento. En eso consiste un buen fika. Cualquier sitio es bueno para esta dulce pausa (aproveche y pruebe el típico kanelbulle o rol de canela).
Una oda portuaria
Nada desdeñable es la Ópera de Gotemburgo. Situada en el puerto, es una oda al mar, los muelles, sus grúas y los barcos. En todos estos elementos se inspira esta inmensa construcción arquitectónica de la década de los 90 que es además la inversión cultural más importante de los últimos años.
También importante sigue siendo el cercano Stora Hamnkanalen, o el gran embarcadero del canal, levantado en 1844 y desde donde se contempla una pintoresca perspectiva de la ciudad: una retahíla de antiguos edificios de piedra que flanquean el río Göta, atravesado por magníficos puentes. Se puede acceder a algunos barcos y visitarlos como el submarino Nordkapparen o el destructor Småland entre otros. También puedes ponerte la ropa de marineros de la época y hacerte fotos.
Muy cerca, al lado de la estación de tren, queda el Clarion Lodge Publish, un vetusto edificio de piedra de 1920 que antaño fue la oficina de correos (grandioso su brunch los fines de semana).
Ciudad verde
Gotemburgo merece todos los elogios posibles por mantenerse en cabeza del International Vacation spot Sustainability Index, el índice international de destinos sostenibles, con el 95% de sus hoteles con certificado verde, el 97% de su transporte público que funciona con energía renovable y con las credenciales ecológicas de los restaurantes de la ciudad expuestas como si fueran las insignias de grandes premios. Para su 400º aniversario, la ciudad se ha regalado un nuevo parque público que ejemplifica la dedicación de Gotemburgo a la accesibilidad. En el Jubileumsparken todo el mundo puede bañarse en la piscina flotante, tomar el sol en la playa synthetic o cultivar hortalizas en el huerto urbano sin tener que pagar nada. Además, hay una impresionante sauna sobre el agua.
La mejor despedida
Lo mejor para moverse por Gotemburgo es ir a pie, en bici o en tranvía. Por sus calles todavía circulan algunos antiguos de los años 60 cuya estética azul y blanca mantienen los modernos. Suba a uno para ir a despedirse de la ciudad en Toso, un restaurante asiático donde deleitarse con una gastronomía nipona que, probablemente, algunos desconocían que existía. Chic. Como sus cócteles, perfectos para antes o para después de cenar si no le apetece moverse a otro sitio. ¿Le gusta el plan de cena y copas en un mismo lugar? Eche un vistazo a Yaki-Da, un establecimiento de varias plantas con restaurante, bar, cafetería y discoteca.
” Fuentes www.elpais.com.uy ”