Fuimos muchos, yo el primero, los que pensamos que con el mundo cerrado por la pandemia era una temeridad plantearse un acto multitudinario como este, que vive de la masificación, de los encuentros cercanos, de las reuniones profesionales y de los saraos, fiestas y cócteles sociales. Pero a la vista de los resultados, nos equivocamos. Y soy el primero en reconocerlo y decir que quien se empeñó en llevar adelante la iniciativa, acertó.
“Hay bastante consenso en que debía celebrarse Fitur si se convocaba en mayo. Otra cosa es que podría no haberse convocado teniendo en cuenta que en estas fechas la feria no sirve para lo de siempre (cerrar acuerdos comerciales), sino para levantar la moral de la tropa”. La opinión de Esther Mascaró, redactora jefe de Hosteltur, una de las principales revistas profesionales del sector, es la que expresan otros muchos agentes: Fitur no ha servido para hacer grandes negocios (period ya demasiado tarde), pero sí para reencontrarse, reactivar el sector y lanzar un mensaje de esperanza.
Otro de los aspectos que ha contribuido a esa sensación de esperanza ha sido la buena organización. Nadie daba un euro porque los accesos, ya de por sí atestados y complejos, no fueran un caos con la exigencia añadida de una prueba de antígenos. Pero tras algunos pequeños fallos iniciales en la net, el sistema resistió. Una vez comprada la entrada o registrado tu pase de expositor, profesional o prensa, este quedaba a la espera de que subieras a esa misma net tu prueba de antígenos de un laboratorio homologado 24 horas antes del día elegido para asistir. Solo entonces se activaba la entrada y podías pasar los tornos.
La imagen de esos tornos de entrada vacíos a las as soon as de la mañana del miércoles de inauguración (día tradicional de un pandemónium de colas y atascos) period el avance de que esta edición no tenía nada que ver con ninguna otra.
Dentro, los pabellones aparecían clareados de público frente a los habituales atascos que reducían la movilidad. Los estands de los pocos países participantes también estaban salpicados para aparentar una normalidad que no period tal: en la vida se vio tantos metros cuadrados de moqueta libre en Ifema.
Las comunidades autónomas españolas estaban todas, prietas las filas, rectas y marciales. Esta ha sido una feria internacional muy nacional. Andalucía con su pabellón entero, como siempre. Valencia, Madrid, Murcia, las dos Castillas, Asturias, Galicia… todas con estands sobrios, pero aparentando normalidad y tratando de salvar el verano. A destacar el de Euskadi, un año más hecho todo con cartón y materials reutilizable.
De los destinos internacionales, bastante presencia de Latinoamérica (Perú, Guatemala, Panamá, Costa Rica, México, Cuba, Argentina, Honduras, República Dominicana, Colombia…) porque para ellos Fitur es la feria-puente que les liga con Europa. Muy pocos países europeos (han sido los grandes ausentes) y luego, en el pabellón 6, un batiburrillo de destinos juntos porque había que hacer de la necesidad, virtud: desde Andorra a Moscú, pasando por Maldivas, Siria, China o Portugal. Este año, cualquier compañero de viaje period bueno con tal de llenar pabellones.
Pero en normal, flotaba una sensación de que la luz al closing del túnel es cada vez más clara y de que la feria podría representar ese pistoletazo de salida que todos esperábamos para reactivar el turismo. Una opinión que comparte Carlos García-Pastor, director de advertising y publicidad de Logitravel, la mayor agencia de viajes on-line: “Me ha sorprendido muy gratamente la feria, tanto por la entrada, que el primer día era muy complicado el acceso y este año ha estado muy bien organizado con esa app del teléfono, y quiero felicitar por ello a Ifema, como por la afluencia de gente, bastante más de lo que esperaba. Había menos gente que otros años por la limitación de aforo, pero el sector está animado, se ve que hay ganas. Si no fuera por las mascarillas, casi diría que es un Fitur normal”.
Entre las medidas anticovid implantadas estaba la prohibición de ofrecer comida o bebida, de tener bares y restaurantes en los estands o de convocar actos multitudinarios de pie. Tampoco estaban permitidas actuaciones musicales ni pasacalles folclóricos por los pabellones. Los actos y presentaciones debían durar un máximo de 20 minutos y también se prohibió dar folletos de papel, regalos y merchandising. Pues hasta esto, que iba contra la esencia de Fitur, ha calado bien entre los expositores. “Nos hemos quitado toda la farándula que venía a comer gratis en los cócteles, toda la tropa de pseudoprofesionales que acudía con un carrito de la compra para llenarlo de bolígrafos, llaveros, paraguas o cualquier cosa que pudieran arramblar de los mostradores. Hay menos gente, sí, pero los que hay son profesionales que han venido a trabajar”, me confesaban en el estand de una comunidad española.
En fin, que salvo hecatombe closing (como que la semana que viene nos enteremos de que hubo un brote gordo de covid entre los asistentes), celebrar el Fitur de la pandemia fue una decisión arriesgada, pero acertada. Ojalá sirva para que —con todas las medidas de seguridad, con todos los protocolos que establezca cada destino, por supuesto— volvamos a viajar.
Fitur abre sus puertas al público durante hoy sábado y mañana domingo, sin necesidad de presentar un check negativo de antígenos.
” Fuentes elpais.com ”