Gracias a la agenda ecologista de la mayoría de partidos políticos y por supuesto, de los que actualmente ostentan responsabilidades de Gobierno tanto en el Govern balear como en el Gobierno de España, el conjunto de la sociedad ha tomado conciencia de la importancia de combatir el cambio climático con medidas que permitan reducir la emisión de gases de efecto invernadero, limitar al máximo el consumo de combustibles fósiles, evitar actividades que supongan un perjuicio para el medioambiente, and so forth.
La teoría está clara y el papel todo lo soporta. Así, tenemos al Gobierno de España, a través de la Secretaría de Estado de Turismo, elaborando la Estrategia de Turismo Sostenible de España 2030, que permitirá sentar las bases de la transformación del turismo español hacia un modelo de crecimiento sostenido y sostenible, apoyado en la mejora de la capacidad competitiva y rentabilidad de la industria, en los valores naturales y culturales diferenciales de los destinos, y en la distribución equitativa de los beneficios y las cargas del turismo.
También el Govern balear impulsa una nueva ley turística que busca impulsar un cambio hacia un modelo turístico responsable laboral y medioambientalmente. Se pretende apostar por la economía round en el turismo, lo que exigirá a las empresas contar con un plan de circularidad. El objetivo es que la normativa turística se adecúe a los objetivos de dos leyes autonómicas cruciales: la de Cambio Climático y la de Residuos.
Por ejemplo, se obligará a los establecimientos turísticos a cambiar sus calderas de gasoline oil por otras de gasoline pure o eléctricas. También deberán instalar sistemas de doble pulsador en las cisternas de WC en hoteles y dispositivos de ahorro de agua en grifos de lavabos, bañeras y duchas. Se prohibirá el uso de los ‘amenities’ de un solo uso y los hoteles deberán sustituir el uso de papel por códigos QR.
Además, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética de les Illes Balears establece que las empresas de alquiler de vehículos deben incluir de forma progresiva y obligada vehículos eléctricos y no contaminantes a partir de 2020 (un 2 % inicial) hasta llegar al 100 % en 2035.
Lamentablemente, los vecinos de numerosas localidades próximas a destinos turísticos de alta intensidad como la playa de Palma, deberán seguir soportando caravanas de ruidosos y contaminantes quads o buggys atravesando diariamente (y aún más los fines de semana) núcleos de población como Es Pil·larí, S’Aranjassa y Sant Jordi, en ocasiones haciendo sonar el claxon.
Las excursiones que en buggy y quad salen desde el Arenal a recorrer caminos y pequeñas localidades próximas y no tan próximas (llegan incluso a Randa y Cura, en Algaida), son una molestia actual para los vecinos. Y es increíble que, si las autoridades se creen aquello del turismo sostenible y la circularidad, no hayan sido prohibidas ya o gravadas con cuantiosas tasas, porque una veintena de quads con uno o dos ocupantes, para recorrer caminos sin asfaltar o carreteras comarcales, es cualquier cosa menos una actividad sostenible.
Como escarnio, piénsese que si un grupo de 20 alemanes alquilan otras tantas bicicletas para recorrer las carreteras de Mallorca, pagan los mismos impuestos que otro grupo que alquile 20 quads. Todo muy sostenible y muy round.
” Fuentes www.mallorcadiario.com ”