KGB nació en 2014, en el centro histórico de Málaga, como un gastrobar con influencias de todo el mundo. En un juego culinario, este espacio empezó a funcionar como una agencia de espionaje gastronómico –consentido por sus espiados– para acercar la creatividad de cooks en el olimpo de las estrellas Michelin a la versión más in style de la cocina: el tapeo. Para ello, desde 2017, crearon la figura del chef invitado con una receta que pugna por mantenerse en su carta en función de la demanda que tenga entre sus clientes.
Una suerte de competición sana que ha permitido el paso por su carta de 15 estrellas Michelin, 24 soles Repsol, 2 estrellas verdes de Michelin, un Premio Nacional de Gastronomía y un cocinero de la lista de los 50 Best Restaurants. Creaciones saladas o dulces que no superan en ningún caso los 10 euros con el objetivo de «democratizar la alta cocina». Así lo explican los jefes detrás de ese ‘Kuartel Gastronomic Bar‘ –nombre al que responden sus siglas– es la chef malagueña Irene Garrido y el empresario mexicano José Alberto Callejo.
Nombres como el de Kisko García –una estrella y dos soles Repsol en Choco y vinculado desde los orígenes de KGB– rubrican algunas de las tapas más populares. En su caso un rabo de toro ‘thai’ (7,8 euros) guisado al estilo cordobés pero con un marcado acento asiático y ligeramente picante. A su lado están otras como los ‘calamares japo‘ (7,8) de Diego Gallegos –una estrella Michelin, otra verde y dos soles Repsol en Sollo–, con una salsa de tomate y de ostras, cebolla caramelizada, mayonesa picante y hierbas frescas.
También los tallarines vegetales con kimchi y una crema de queso de oveja (7,8) receta de Begoña Rodrigo –de La Salita, una estrella y dos soles–. O la emblemática minicoca de anchoa del Cantábrico (7,8) de Jesús Sánchez –tres estrellas, una verde y tres soles en el Cenador de Amós–.
Sobre estas líneas, la ‘KGBull’, una hamburguesa de rabo de toro con queso Havarti, rúcula y mayonesa de su propio jugo. Abajo, a la izquierda, el bocadillo de calamares homenaje a Madrid, receta de Los Marinos José de Fuengirola. A la derecha, las bravas ‘divorciadas’ con dos salsas: chipotle y jalapeño, ají y wasabi.
Más de 30 opciones, saladas y dulces, con guiños internacionales –a México, Japón, Vietnam e India– y la propia ciudad de Madrid. Entre ellos, sobresale un bocadillo de calamares (7,8) con pan de cristal, alioli de ajo negro y rúcula que rubrica el restaurante Los Marinos José de Fuengirola. También unas patatas bravas ‘divorciadas’ –siguiendo el estilo mexicano, con dos salsas– con chipotle y con jalapeño, ají y wasabi. Picantes, como se espera de unas bravas.
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Qué pedir:
sus tapas receta de cooks con estrella Michelin, sus bravas y su ‘KGBull’. -
Perfecto para:
comer o cenar de tapeo. -
Precio cerveza:
2,8 euros. -
Precio ensaladilla:
5,5 euros. -
Dirección
Zurbano,45 (Madrid).
También hay espacio para imprescindibles del tapeo como la ensaladilla rusa (5,5) –a la malagueña, solo con patata, gambas y mayonesa– y las croquetas (3,5 dos unidades) –de queso payoyo y de chicharrones con ñora–. Y otras más rompedoras como la ensalada negra de pasta (8,5) –con calamares, alga wakame y un pesto de albahaca y tinta negra– o el pollo salteado al ‘cocktail Margarita’ (7,8) –con una crema de tequila, licor de naranja y lima–.
Con una sección propia de cocina entre panes, la reina de sus tapas en Málaga y Madrid, es la ‘KGBull’ (6,8). Una hamburguesa de rabo de toro con queso Havarti, rúcula y una mayonesa del propio jugo. En los postres, la piña anisada con fruta de la pasión y lima (7,5) –receta de David Olivas, en Again Marbella– ayuda a limpiar este viaje de sabores internacionales.
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