Y por fin, el volcán de Cumbre Vieja se apagó. Fueron 85 días de tragedia los que vivió la isla de La Palma desde que el pasado 19 de septiembre la tierra rugiera desde sus entrañas. Casi tres meses en los que ha tenido la erupción más larga de esta isla y la más destructiva del último siglo en toda Europa.
El stability es demoledor: en todo este tiempo, la lava ha arrasado 1.218 hectáreas de terreno, 370 de cultivos, 1.676 edificaciones y 73,8 kilómetros de carreteras. Y además ha sido necesario evacuar a más de 7.000 personas.
Pero, afortunadamente, el año que se acaba de ir dejó como despedida la mejor de las noticias: tras diez días sin actividad, los expertos daban por dormido al coloso de fuego. Fue el 25 de diciembre, día de Navidad, cuando tras cumplirse el plazo, se pudo afirmar al fin que la erupción había concluido.
Volver a abrir las puertas
Ahora La Palma, que mantiene la emergencia puesto que aún no se ha desprendido de los gases, la ceniza y el calor, está lista para reparar los daños ocasionados y volver a abrir las puertas a quien quiera descubrir sus encantos. Pese a las dificultades, los prodigiosos paisajes siguen esperando en una isla que es, toda ella, Reserva de la Biosfera por la Unesco.
Empezando por el cielo, una de sus grandes bazas (con permiso, claro está, del Parque Nacional de La Caldera de Taburiente, el Bosque de los Tilos…y el resto de las joyas naturales altamente conocidas). Y es que, si La Palma tiene en su orografía caprichosa un don de la naturaleza, también en sus cielos esconde un privilegio: una transparencia que resulta excepcional para la actividad astronómica. Por su situación geográfica y por su meteorología, esta isla es uno de los mejores puntos del planeta para observar el universo.
El mensaje del mundo exterior
¿La razón? Un cielo de noches nítidas y estrellas infinitas que es objeto de estudio del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Esta institución científica nació con una misión essential: Entender el funcionamiento del sistema planetario, del cosmos y de la galaxia; captar el mensaje que el mundo exterior nos envía.
Para ello existe el observatorio astrofísico más importante del hemisferio norte: aquel que, a 2.420 metros y al filo de la Caldera de Taburiente, se erige sobre el famoso Roque de los Muchachos, el punto más elevado de La Palma. Este centro, que está abierto a los visitantes, alberga el más complejo conjunto de telescopios, con los que nunca se vieron tan de cerca la vía láctea o las constelaciones. Para hacernos una thought, aquí se concentra la tecnología más avanzada. Además de las instalaciones de más de 20 países, por el observatorio pasan astrofísicos de todo el mundo, ingenieros, técnicos, figuras del ámbito académico….
Destino Starlight
El cielo de La Palma es un regalo para la ciencia porque goza, en palabra de los expertos, de una calidad suprema que sólo se da en tres puntos de la Tierra (los otros son Hawai y el desierto de Atacama, en Chile). Esta circunstancia se debe a que la isla alcanza más de dos mil metros de manera abrupta, en mitad del océano, sin distorsión de montañas y sin contaminación lumínica.
Por esto y por presumir de un 90% de noches despejadas, la llamada Isla Bonita cuenta con la certificación de Destino Starlight, que permite desarrollar actividades turísticas relacionadas con las estrellas. Es momento de descubrirlas. Existen unas 30 empresas que ofrecen excursiones dedicadas a la observación de los cielos, con guías expertos que explican sus fenómenos. La más verde del archipiélago está camino de convertirse en un referente del astroturismo.
” Fuentes viajar.elperiodico.com ”