Las escritoras Patricia Almárcegui y María Belmonte protagonizaron ayer, en el Palacio Villahermosa del Centro Ibercaja Huesca, la charla sobre Viajes y literatura: mundos lejanos, mundos próximos, que puso el broche remaining al ciclo literario Diálogos entre escritores organizado por el Instituto de Estudios Altoaragoneses (IEA) en distintos puntos de la provincia oscense este otoño.
Bajo la moderación de la periodista jacetana Ana Segura, las dos escritoras defendieron “la mirada viajera” y el concepto de “literatura de viajes” en una distendida charla.
Ambas pusieron en valor este género literario, “a veces menospreciado, como un subgénero, cuando no es así, es una pena porque yo creo que el viaje como experiencia tiene muchísimo que aportar a la literatura”, advirtió Almárcegui, y subrayaron las autoras la felicidad que supone que los lectores utilicen estos textos como guías de viaje. En este sentido, ambas relataron a este periódico anécdotas con lectores. Así Belmonte comentó un caso concreto en que le había enviado una fotografía de dos lectoras que estaban recorriendo Macedonia con su libro en la mano “y mandaban fotos delante de una laguna a la que yo le dedico un espacio en un yacimiento arqueológico maravilloso que se llama Díon, solo por esto merece la pena escribir un libro”. Por su lado, Almárcegui recordó “una vez que estaba volando hacia Uzbekistán y en ese vuelo había un grupo de Madrid que viajaba al país asiático leyendo mi libro”.
Con esto aseguraron que “el mayor regalo” es que a partir de sus libros el lector sienta la necesidad de viajar a ese lugar. En concreto repasaron sus viajes desde el Mediterráneo, más concretamente desde Italia y Grecia, de la también historiadora y antropóloga María Belmonte (Bilbao, 1953), con En tierra de Dionisio, Peregrinos de la belleza y Los senderos del mar (Ed. Acantilado), hacia el Oriente más alejado de la escritora zaragozana Patricia Almárcegui cuyas vivencias se centraron, en Cuadernos perdidos de Japón (Ed. Candaya), Conocer Irán y Los mitos del viaje (Fórcola Ediciones).
Sobre la forma de cómo abordar un libro de viajes revelaron que es “muy diferente” y Almárcegui, que también se publica en otros géneros como la novela o el ensayo, puntualizó que “nacen de una experiencia real que tienes que literaturizarla, hay que buscar muchos resortes literarios para que esa experiencia pueda envolver al lector. Yo creo en el libro de viaje como guía de viaje y eso es muy bonito, es algo muy positivo del libro de viajes”. Belmonte argumentó que “los libreros me dicen siempre que no saben bien donde colocar mis libros, porque es una mezcla de historia, experiencias personales, viajes y me parece un honor que me cataloguen como literatura de viajes”. Y añadió, que, en su caso, “primero hay un deseo muy grande de un lugar y una historia, de personajes que han vivido allí, y a partir de ahí, surge ese deseo que te hace ir al lugar y después viene el libro tras una etapa de preparación porque cuando voy a los lugares me gusta saber lo más posible y así me muevo en mis libros”. Mientras que la zaragozana, que se mostró encantada con volver a Aragón y a Huesca, confesó que “desde el año 97-98 ponía todos mis viajes en un diario y a partir de ese material, escribo buscando qué forma le doy para que sean siempre diferentes”.
Coincidieron las autoras en que el éxito radica en una escritura depurada, muy literaria, un estilo trabajado. Es más importante cómo lo cuentas que qué cuentas y “hay que reflexionarlo mucho hasta darle la forma literaria que quieres”, insistió Almárcegui.
Por otro lado, Belmonte adelantó que está trabajando en un cuarto libro “del que no puedo adelantar nada”, pero sí dijo que regresa al Mediterráneo porque “hay tanto por descubrir… y me atrae tanto sobre todo Grecia e Italia, que siempre vuelvo ahí a la hora de escribir porque nunca me canso de explorar y encontrar facetas nuevas”. Y la zaragozana subrayó que “yo siempre estoy sin parar. Ahora estoy centrada en una novela, pero no digo más”.
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