Alberto Fernández no pudo ceder a la clásica tentación de los políticos argentinos: atribuir la escasez de dólares al veloz ritmo de crecimiento de la economía. Los “dolores de crecimiento” ya habían servido durante la gestión de Cristina Kirchner para implementar el cepo y para justificar la ola de apagones; sin embargo, los números fríos suelen encargarse de desmentir esas afirmaciones.
En este momento, sin ir más lejos, no sólo no hay una economía en crecimiento, sino que se hacen evidente las señales de estancamiento. Cuando se toma la producción industrial, sigue mostrando crecimientos altos respecto del año pasado, cuando la economía todavía sufría las consecuencias de la pandemia. Sin embargo, en términos desestacionalizados, la producción está cayendo levemente mes a mes -1,5% en mayo respecto de abril, según estimó FIEL-. Y sigue por debajo del nivel previo a la pandemia.
Para colmo, los próximos meses acusarán el problema de la disaster energética por la escasez de gasoil, lo que hará que varios rubros de la economía vean resentido su nivel de actividad, ya sea porque les impacta directamente en su proceso productivo o porque se les encarece la logística del transporte.
En contraste, hay otros sectores de la economía que sí muestran un crecimiento imparable, pero casualmente no son los que el Gobierno quisiera exhibir: por ejemplo, la importación de servicios, como los diez estadios de Núñez para ver a Coldplay, o el turismo emisivo y las compras de artículos del exterior mediante tarjeta de crédito.
Acerca de la compra de productos en sitios de ecommerce con entrega “puerta a puerta”, el Banco Central ya decidió prohibir la compra de productos en cuotas financiados por bancos y tarjetas.
Se trata de una medida que afectará a los argentinos que compraban artículos en el exterior y, mediante plataformas como TiendaMia, los pagaban en pesos.
Plataformas com TiendaMia no podrán ofrecer cuotas para la venta de productos importados
Los viajes, “gastadores” de dólares
En cuanto al rubro viajes, volvió a ser el protagonista de eventos promocionales como el Scorching Sale.
Ese rubro sí que es un “gastador compulsivo” de los escasos dólares que el Gobierno se ha propuesto proteger. En lo que va del año hasta mayo, el rubro “viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta” ya acumula u$s3.259. Si a eso se le suma la compra de dólares para atesoramiento, que es de u$s799 en cinco meses, entonces la salida de divisas por ahorro, turismo y compra de servicios on-line asciende nada menos que a u$s3.259 millones en cinco meses.
La demanda de dólares del turismo emisivo, bajo la lupa del Banco Central.
Para tener una referencia de lo que significa este número, equivale a un 70% de los dólares que salieron por el explosivo rubro de importación de combustibles, el ítem señalado por el Gobierno como el gran “culpable” de la escasez de dólares, al crecer a más de un 200% anual y quedarse ya con el 25% del complete de las importaciones.
Otra referencia, en el plano político, es el escándalo que derivó en la salida de Matías Kulfas del gabinete, porque Cristina Kirchner le reprochó que Techint le pidiera al Banco Central u$s200 millones para la importación de chapa con la cual hacer el gasoducto de Vaca Muerta.
Pero si la cifra de dólares que se va por el turismo y los gastos con tarjeta es grande, peor aun es la tendencia: ocurre que la cifra viene en una tendencia creciente mes a mes, y se presume que el segundo semestre será explosivo, por la combinación de tres factores:
- Una cuestión estacional, como las vacaciones de invierno, y luego sobre fin de año la planificación de los viajes de verano;
- La suba del dólar paralelo, que incrementa la brecha respecto del tipo de cambio oficial y hace que en términos relativos se torne más atractivo el viaje al exterior y el uso de la tarjeta para compras;
- Este año, se agrega el aliciente adicional del Mundial FIFA a disputarse en Qatar en noviembre, un evento que genera alta demanda por parte de los argentinos y que, como ya pasó anteriormente en Brasil y Rusia, movilizará miles de personas que harán uso intensivo de la tarjeta en el exterior.
Ezeiza, otra vez superactivo tras la pandemia, se transformó en un motivo de preocupación para un Gobierno afectado por la escasez de dólares
Dólar tarjeta: ¿más gasto por turismo que por el gasoline?
Claro que el impulso del gasto por turismo no es sorpresa para nadie. Period claro que el bajón observado durante la pandemia sería rápidamente revertido a partir de que la población estuviera vacunada y que las autoridades migratorias fueran flexibilizando los requisitos sanitarios para el ingreso y egreso de personas.
Si hay alguien que desde hace tiempo está consciente de este tema es el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, que no por casualidad implementó, a fines del año pasado, una dura medida restrictiva: prohibió que la compra de pasajes aéreos y reservas hoteleras se pudiera hacer mediante financiación. Esto obligaba a los turistas a pagar al contado, o bien utilizar el plástico pero en una única y abultada cuota.
Uno de los propósitos no declarados de esta medida period que los argentinos que quisieran viajar al exterior y que, además fueran ahorristas de los aproximadamente u$s200.000 millones que se encuentran guardados “bajo el colchón”, usaran sus propias divisas ahorradas y no se las pidieran al Central. Sin embargo, si bien la medida moderó el ritmo de recuperación del rubro turismo, no fue suficiente como para mantenerlo en cifras bajas.
Y a esto se debe agregar el hecho de que, en 2020, para disuadir a los ahorristas de que se volcaran masivamente a comprar el cupo de u$s200 por persona al tipo de cambio oficial, se reinstauró la deducción anticipada del 35% a cuenta del Impuesto a las Ganancias. Otra medida que no dio el resultado esperado, ya que luego de haberse llegado a un récord de compras por u$s1.000 millones en agosto de 2020, se debieron establecer nuevas restricciones al ahorro.
Lo cierto es que, al día de hoy, la salida de dólares por turismo sube mes a mes, aun con los desincentivos que suponen el 30% del impuesto PAIS, el 35% de Ganancias, la limitación a la financiación con tarjetas de crédito y, desde ya, los impuestos específicos de la compra de pasajes aéreos, que prácticamente duplican el precio de la tarifa.
El aumento del gasto por turismo está llegando al punto de que está por igualar el costo de divisas que supone la importación de gasoline en un año crítico para la energía
A juzgar por la evolución del impuesto PAIS, que permite adelantar el gasto de los próximos meses, el año se encamina a terminar con una demanda de aproximadamente u$s7.500 millones por concepto de viajes y gastos con tarjeta, más u$s2.000 millones por atesoramiento del “dólar ahorro”.
Es decir, un nivel de demanda ya al nivel del que se registraba en el momento de retraso cambiario más agudo experimentado durante la gestión macrista, con un mercado cambiario libre. Peor aun, se trata de una salida de divisas que será mayor al costo de importación de gasoline a lo largo del año, una suma que los economistas más escépticos estiman en u$s8.000 millones por el impacto de la guerra de Ucrania sobre el mercado international.
¿Viajar a un dólar de $88?
La conclusión es clara: las medidas de Pesce del año pasado se están revelando insuficientes, lo cual lleva al mercado a esperar un protagonismo cada vez mayor del rubro de viajes y gastos con tarjeta en el exterior, con el consiguiente agravamiento de la escasez de divisas.
Y esto ha puesto al equipo económico del Gobierno en estado deliberativo sobre cómo morigerar la salida de divisas por parte de los turistas. No es un tema fácil de resolver, porque cualquier restricción adicional implica agravar el malhumor de la clase media, la principal formadora de la opinión pública en el país.
En los últimos días se generó nerviosismo cuando algunas agencias de viaje, ante la duda sobre el alcance de las nuevas restricciones para importar, suspendieron provisoriamente las ventas de pasajes aéreos. Finalmente, el Banco Central aclaró que las medidas exigidas a los importadores no aplicarán al turismo -técnicamente, una importación de servicios-.
Sin embargo, tanto en el ámbito político como en el empresarial se da por descontado que habrá medidas específicas para este rubro: no hay forma de justificar que se gaste más por turismo que por compras de gasoline en un año de disaster.
Para colmo, en el mercado financiero se han notificado de una nueva modalidad de “puré” que abarata más aun la compra de pasajes al exterior. Así lo explica el consultor Salvador Di Stefano: para quien tiene dólares ahorrados, si se vender dólar en el mercado MEP a la hora de pagar la tarjeta de crédito publish viaje, se generará un ahorro por la diferencia entre esa cotización y la del “dólar solidario” -que también se abarató previamente por el reintegro del 35% correspondiente a Ganancias-.
Hablando en plata y a valores actualizados, para quien haga ese “rulo”, el costo del viaje será a un dólar actual de $88, que es el valor que queda cuando al “dólar solidario” se le restan $45 del reintegro de Ganancias y luego $81 por la diferencia de cotización entre el dólar MEP y el solidario.
Increíble pero actual: hoy se puede viajar a un tipo de cambio de $88. Y, naturalmente, en las oficinas del Gobierno también hicieron la cuenta.
Miguel Pesce, presidente del BCRA, con el rubro turismo entre ceja y ceja: la medida de fin de año no fue suficiente para frenar la salida de divisas
¿Nuevo cepo al dólar?: las medidas en análisis
Es por eso que se está analizando posibles medidas para restringir la “fuga” de reservas por el rubro viajes. Ya hubo una primera reacción, con la reciente limitación para comprar en cuotas con tarjeta de crédito en tiendas del exterior.
En cuanto al pago de los pasajes aéreos debe ser en pesos, por ley. Lo cual deja acotada la aplicación de medidas al uso con tarjeta en el exterior.
Una posibilidad que está recorriendo el mercado es que los saldos en dólares de los viajeros ya no sean transformados al tipo de cambio oficial y que los bancos deban conseguir los dólares en el mercado MEP. Esto le permitiría al Banco Central evitar un sacrificio de reservas, y al mismo tiempo encarecería la operatoria para el turista, dado que se le convertiría su gasto a un tipo de cambio más alto.
Si eventualmente esa medida se concretara, traería como consecuencia casi segura un aumento adicional del tipo de cambio paralelo.
También existe la posibilidad de hacer más pesado el impuesto PAIS, aunque hoy, con una alícuota de 30%, está cerca de su límite constitucional.
Se está hablando, también, sobre alguna medida específica para limitar las compras en los free store locales, donde se constató un incremento del gasto, una situación que irrita al Gobierno por considerar que se han transformado en verdaderas “zonas francas” para el segmento más rico de la población.
En todo caso, lo que resulta casi inexorable es que, en una situación de disaster por escasez de reservas, la lupa vuelva a posarse sobre una de las pasiones de la clase media argentina: conseguir dólares oficiales y gastarlos en el exterior.
” Fuentes www.iprofesional.com ”