LOS ÁNGELES — “Cimbronazo”. La Actual Academia de la Lengua Española lo apareja con términos como “sacudida” o “estremecimiento”. Y lo emparenta con “cintarazo”. Errada la RAE. Actualicémosla.
“Cimbronazo”. Dícese de los escalofríos, los temblequeos y las temblorinas que se posesionan del delicado organismo de un entrenador de medio pelo, antes de un torneo de medio pelo, en una Confederación (Concacaf) por debajo del medio pelo, para una afición acostumbrada a resultados de medio pelo, con jugadores (con sus muy contadas excepciones) de medio pelo, pertenecientes todos a una Federación (FMF) de medio pelo.
Gerardo Martino, en la videoconferencia del viernes: “Estas (Copa Oro) son competencias oficiales y ponen a México como favorito, algo muy difícil de llevar adelante en el sentido de que mental y futbolísticamente hay que estar preparado, porque uno sabe que cualquier otro resultado que no sea ganar el torneo siempre implica un cimbronazo para la confianza y para todo el entorno de la selección”.
“Cimbronazo”. O lo que es lo mismo: ¡Ábrase el paraguas, pues, porque el tsunami conkakafkiano (dixit Guillermo Chao) se avecina!, con Estados Unidos sin ocho de sus mejores embajadores europeos; mientras Costa Rica, Honduras y Panama presentan importantes ausencias, y Guatemala recibió el llamado para viajar de su país, en vuelo directo –prácticamente–, hasta la cancha del Toyota Stadium en Frisco, porque, lamentablemente, hubo negligencia en Curazao ante el implacable y perruno COVID-19.
Magnífica la oportunidad para la selección chapina, luego de estar confinada por dos años, a la espera claro de nuevas pruebas que se harán al llegar a Dallas, para evitar que algún miembro de la delegación cargue con el COVID-19 como polizón. Guatemala ha presentado esta semana cerca de dos mil casos positivos diarios, y un whole de 314 mil 302. Estados Unidos envió 1.5 millones de la vacuna Moderna a este país, para ayudar a solucionar la disaster.
Este sábado México enfrenta a Trinidad y Tobago, selección clasificada, por la vía de una repesca de kermés, en una organización de kermés como la Concacaf. Se inmiscuyó en Copa Oro al vencer en penaltis a Guayana Francesa. El héroe fue el arquero danés Nicklas Frenderup, que juega para el Ranheim de Noruega.
Después, le aguardan en los coliseos texanos, El Salvador y Guatemala, dos equipos que sin duda entienden mejor el furor extremo que les nutre enfrentar al Tri. “Al Mundial no vamos, pero a México le ganamos”, frase salvadoreña acuñada en 1993, cortesía de la arrogancia de Hugo Sánchez: “Ni por accidente perderemos en el Cuscatlán”. Ese día, El Salvador ganó 2-1.
“Cimbronazo”. Dícese, pues, de aquel lactante que rompe en llanto antes de la primera nalgada.
El panorama queda claro para el Tri de Tata Martino: ganar, gustar y golear, en una Copa Oro en la que Estados Unidos desertó, y el resto de las selecciones, arrastra ausencias, procesos de transición en generaciones de jugadores o cambio de técnicos, hasta el abrazo de la fortuna, como la aparición de Guatemala en el torneo.
Los expertos de ‘Futbol Picante’ debaten el reto que se presenta a la Selección Mexicana en la competencia de Concacaf.
Concacaf explica que se eligió a la selección chapina por sus números en la eliminatoria. Puede ser, pero le preciso: Guatemala es el quinto país latino con más cantidad de migrantes en Estados Unidos: 1.5 millones, miles de ellos avecindados en Texas, sede de su equipo. A Concacaf le interesan más las estadísticas migratorias y demográficas, cruzadas con el issue dólar, antes que las futbolísticas.
Por otro lado, si bien Gerardo Martino tiene una generación de precaria calidad, especialmente en zona defensiva, al ataque, cuenta con jugadores capaces de devastar el horizonte conkakafkiano, si es que son bien aprovechados: Chucky Lozano, Tecatito Corona, Héctor Herrera, y claro, con la bomba termonuclear, despreciada por Argentina, Rogelio Funes Mori, la mayor apuesta del Tata.
Ya se ha dicho que bajo el cobijo de esta selección nacional, que jugará como native todos sus partidos, lejos del temible y temido “cimbronazo”, México es favorito para levantar una Copa Oro con un futbol cobrizo, y el Mellizo Funes Mori convertirse en el nuevo francotirador de la zona.
México es un afortunado de tener a Martino. Debió aprender de las cicatrices profundas, sísmicas, que le dejaron su paso por Barcelona y Argentina. “Lo mío en el Barça fue un fracaso total”, ha aceptado. “Un bonachón de formas ochenteras”, le llamó el diario El Mundo de España.
El análisis y la discusión entre Dionisio Estrada y Álvaro Morales sobre la exigencia en el área de Concacaf a la Selección Mexicana y a Gerardo Martino.
Más allá de que ha aceptado que aún tiene pesadillas con esos dos procesos, lo cierto es que se reivindicó en el Atlanta United, en una temporada de pobretón nivel en toda la MLS. Sin embargo, entre degustar la hiel a grandes niveles, y la miel a niveles emeleseros, el aprendizaje del ser humano debe derramarse copiosamente en el Tri, claro, a pesar de esa agonía infundada por un “cimbronazo”.
Pero, que no se preocupe el Tata. Su antecesor, Juan Carlos Osorio, sobrevivió a hecatombes futboleras como el 7-0 ante Chile; la humillación en la Copa Confederaciones, además con el colombiano siendo suspendido seis partidos, por sus arrebatos climatéricos contra el arbitraje, y, por supuesto, el fracaso en la Copa Oro, eliminado por Jamaica.
Así que tranquilo, Tata, no pasará nada con un “cimbronazo” más o menos, para una selección de medio pelo, en una Confederación (Concacaf) por debajo del medio pelo, para una afición acostumbrada a resultados de medio pelo, con jugadores (con sus muy contadas excepciones) de medio pelo, pertenecientes todos a una Federación (FMF) de medio pelo.
” Fuentes espndeportes.espn.com ”