La carretera que sube hasta Petilla de Aragón es una suma de curvas y contracurvas que desemboca en la única calle del pueblo, la Calle Mayor. A finales del siglo pasado, la calle estaba más o menos igual que en la actualidad, sólo que algo más poblada. Hoy no superan la treintena de habitantes. Y es que, una de dos, o aquí se viene por decir que se estuvo en una de las rarezas geográficas que hay en el mapa de España o por devoción, por estar en la casa en la que nació su vecino más ilustre, Santiago Ramón y Cajal. De hecho, la carretera no sigue a ningún otro lugar.
En pleno Bal d’Onsella, en la comarca zaragozana de las Altas Cinco Villas, Petilla pertenece en realidad a Navarra. Para saber sobre el origen de esta peculiaridad geográfica hay que remontarse a comienzos del siglo XIII, cuando parece ser que Sancho VII el Fuerte de Navarra prestó a Pedro II de Aragón el dinero que necesitaba para guerrear. El rey aragonés falleció en una de las contiendas sin poder devolver el préstamo, así que el rey navarro no dudó en ejecutar la garantía de la deuda y se quedó el castillo de Petilla entre otras posesiones. El sucesor a la corona de Aragón tenía el plazo de 20 años para saldar la deuda y recuperar el castillo. O bien no reunió el dinero o no quiso, pero el caso es que desde entonces, Petilla se incorporó definitivamente al Reino de Navarra.
En la Calle Mayor destaca un cartel a modo de recuerdo de cuando el Ilustre Colegio de Médicos de Navarra visitó el pueblo el 1 de mayo de 1992 para homenajear a Santiago Ramón y Cajal: “En esta casa nació el sabio doctor”. Lo hizo el 1 de mayo de 1852, pero calor, entonces nadie podía imaginar que acabaría siendo reconocido con un Premio Nobel de Medicina, y padre de la neurociencia como padre de la neurociencia. Pues sí, “las misteriosas mariposas del alma” como definió el genio a las células piramidales, comenzaron a aletear en este pequeño pueblo testigo de los viejos tiempos de los reinos de Navarra y Aragón.
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