A escasos kilómetros del centro bullicioso de Hanoi, una pequeña aldea vietnamita guarda una tradición centenaria. Los sonidos de los coches y motos se convierten en un silencio que se rompe solamente por los trabajadores que poco hablan entre el corte y el teñir de las varillas de bambú.
La aldea de Quang Phu Cau es uno de estos lugares que cambia completamente al acercarse de la fiesta del Tet (el año nuevo lunar). En esta celebración, los palillos rosas, naranjas y rojos son utilizados como medio de comunicación con el mundo de los muertos.
Los perfumes de canela, anís y hierbas que salen de las varillas dominan el ambiente y la economía de miles de hogares locales. Y cada enero, este pequeño pueblo se convierte en una reunión anual de fotógrafos. Llegan a Vietnam en esta época, incluso en excursiones, para capturar los colores y la gente del pueblo de los inciensos.
” Fuentes news.google.com ”