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Cada año miles de médicos, enfermeros, farmacéuticos y otros profesionales de la salud se presentan a la prueba de acceso a la Formación Sanitaria Especializada (FSE), conocida popularmente como MIR, pues son los médicos el gran grueso de aspirantes. Tras un complicado examen, los futuros residentes eligen, según su puntuación y su currículum académico, una de las miles de plazas formativas que se ofertan por todo el país.
Sueño para el que se prepararan durante año pero que, a veces, no resulta como se habían imaginado y acarrea la renuncia a la plaza adjudicada. Es un proceso pure que, sorprendente, (y más por la falta de profesionales sanitarios especializados que tiene España) crece cada año. De hecho, tras la Covid-19 el número de aspirantes que han renunciado a su plaza se ha triplicado.
Según un documento interno del Ministerio de Sanidad, desde 2017, 401 titulados sanitarios han rechazado la plaza asignada por el departamento siendo casi la mitad de ellos personas que se habían presentado al proceso de selección del año 2020, el año de la Covid-19.
La comparativa llama la atención, por ejemplo, con el último año prepandemia, 2018, donde sólo 54 aspirantes optaron por la renuncia, frente a los 190 que lo hicieron en 2020, lo que supone multiplicar casi por tres el número de aspirantes que rechazan su plaza.
La saturación de la atención sanitaria, el conocido como burn out y el hecho de que nuestros profesionales tengan mejores salidas fuera de España son algunos de los detonantes que terminan dinamitando que un MIR renuncie a su puesto, pero no el único. Y es que, tal y como denuncian desde la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) el método de elección ha sido determinante para el incremento de las renuncias.
Sheila Justo, secretaria técnica de la sección de Médicos Jóvenes y MIR Nacional de CESM, asegura que la digitalización a la hora de elegir plaza ha supuesto “un retroceso”, no por ser on-line, sino por el formato de “designación en diferido” por el que los aspirantes eligen su plaza.
La lucha entre el Ministerio y los profesionales sanitarios por este método de elección tiene varios capítulos. Todo comenzó en un año antes de la Covid-19, con la convocatoria de 2019. Ese año fue en el que el Ministerio impuso por primera vez un sistema de elección de plazas exclusivamente telemático que se tuvo que convertir en mixto después de que el Tribunal Supremo acordara la suspensión cautelar de la obligatoriedad de adjudicación por vía telemática, estableciendo un modelo híbrido.
410 renuncias
En ese momento, y como denuncia, Shelia Justo, es cuando precisamente se incrementó el número de renuncias. De las 54 de años anteriores a las 113. La situación empeoró en la convocatoria 2020 (plazas resueltas el año pasado) porque tras un año de pandemia y con la saturación derivada de los profesionales sanitarios, las renuncias se dispararon hasta las 190 plazas.
En ese momento, y como será a partir de ahora, se estableció el modelo telemático de elección de plaza como única vía. El Tribunal Supremo no encontró un vacío authorized como si ocurrió en la convocatoria anterior y, tras la filtración de datos de aspirantes y varios problemas técnicos, se celebró de forma telemática.
Desde CESM ven en el sistema telemático de elección de plazas el problema principal aunque no el único. Justo insiste en que “desanima a los aspirantes” porque “lo ideal” es que la gente conozca todas las plazas vacantes en el momento de elegir la suya y no se haga un listado de 400 en 400.
Por el momento, a CESM se le han prometido reuniones mensuales con el Ministerio de Sanidad para encontrar una solución que agrade a todos aunque no está siendo así. La comisión de seguimiento del sistema de elección de plaza que pusieron en marcha se ha reunido en octubre y diciembre. “Se supone que la adjudicación será en el mes de marzo y nos da miedo conocer las condiciones cuando se publique para todo el mundo”, denuncian desde el sindicato.
Para que el Ministerio entienda que no se puede poner a los MIR el mismo modelo que para una OPE o para elegir carrera tras terminar la Selectividad (es el argumento del Ministerio), Sheila Justo pone un ejemplo.
“Cuando eliges especialidad en el MIR no estás hablando de hacer tu mismo trabajo en un centro sanitario más o menos lejos de tu casa, como podría ser un proceso de oposición. Hablas de elegir la especialidad que, por muchas razones, ni siquiera es igual en un hospital que en otro. A una persona que le dan Medicina de Familia y quiere ser Cirujano no le importa esperar un año y presentarse al siguiente al examen. Mejor que ser un médico de Familia que no quiere ejercer de ello”, relata.
Fatiga pandémica
Los profesionales sanitarios han sido uno de los colectivos más castigados por lo que se ha venido a denominar fatiga pandémica. Profesionales mal remunerados que afrontan olas epidemiológicas casi sin descanso y que ven poco defendida su profesión.
Por ello, la portavoz de los MIR en el sindicato insiste en que esto también es un punto a tener en cuenta a la hora de analizar las renuncias a las plazas. Sheila Justo resalta que las dos especialidades médicas donde la renuncia de plazas es más alta son Medicina de Familia (Atención Primaria) y Medicina Preventiva.
Ambas especialidades están siendo “las más afectadas por la pandemia” porque tanto en Atención Primaria como en Salud Pública “es donde menos se invierte” y donde tienen una situación más “límite”.
Todo esto se une a la fuga de batas blancas, profesionales sanitarios españoles mucho mejor remunerados fuera de nuestras fronteras. “En Alemania, un médico de Atención Primaria tiene un sueldo muy superior al de un Cirujano General porque tienen otros parámetros de calidad a la hora de mirar la remuneración de un profesional. En su caso, al haber pocos profesionales de Primaria se les paga con un incentivo económico”, ejemplifica.
Todo esto es un problema para el sistema porque las 190 personas que han renunciado a su plaza este pasado año no se cubren y, correspondientemente, hay casi 200 médicos especialistas menos de los que deberían formarse. Si se suman las cuatro últimas convocatorias eleva el número a 400 y, como denuncian desde CESM, son cientos de médicos que “el sistema de salud español necesita”.
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