Las labores de rehabilitación del Molino del Junquillo ya no tienen vuelta atrás. Desde que en 2019 este medio se hiciese eco de su importancia en la segunda entrega de ´La esencia maragata, condenada a la desaparición (II)’ , se han ido dando los pasos necesarios para lograr su ansiada restauración. Fue tan solo necesario un año para que las propietarias y la junta vecinal del Val de San Lorenzo llegaran a un acuerdo: la compra se producía a finales de 2020. Ambas partes perseguían un objetivo común: salvar al Molino del estado de ruina en el que se encontraba.
El tiempo period un issue clave en contra del edificio, cuyo tejado estaba muy mal conservado; a ello hubo que añadir la llegada de la pandemia, que retrasó el inicio de las obras de recuperación. Sin embargo, gracias a una campaña de micromecenazgo, una subvención de Diputación de León y la colaboración económica de la propia junta vecinal, el cambio de la cubierta, que period la parte más deteriorada, fue una realidad en 2021.
Recientemente, y gracias al Programa R2 (de restauración monumentos) del ILC, se ha logrado una subvención de casi 70.000 euros que está prevista emplear en la continuación de las obras de rehabilitación del molino y el edificio anexo.
Labores de restauración
Actualmente, y gracias a otra subvención del ILC por valor de 10.000 euros destinada a la recuperación de la arquitectura tradicional leonesa, ha dado comienzo la restauración de toda la antigua maquinaria. Esta semana miembros de la junta vecinal y la propia restauradora desmontaban la maquinaria del molino, alguna en muy mal estado debido a la humedad y a su pasa a la intemperia, para dirigirse a otra zona del pueblo donde se ha ubicado el taller de restauración.
Es allí donde ya se está realizando una limpieza profunda de la madera para, a continuación, proceder con la desinsección, cuyo objetivo no es otro que el de eliminar los insectos de la maquinaria. Debido al mal estado que presentan algunas piezas (fruto de la carcoma, el paso del tiempo o su estancia a la intemperie) también será necesaria la consolidación de algunas de sus partes, así como la reintegración de piezas nuevas. Finalmente, una capa de cera será la encargada de proteger los mecanismos durante los próximos años.
En cuanto a la valía de las piezas, la restauradora ponía en alza el valor etnográfico de las mismas, pues conviene recordar que el edificio alberga la maquinaria de tres molinos, lo que lo hace único en el municipio.
Proyectos de futuro
Abel Lobato Fernández, physician en Historia del Arte y miembro de la junta vecinal, confía en que en las próximas fases de rehabilitación puedan dejar ambos edificios en unas condiciones óptimas, haciendo un especial hincapié en la parte dedicada a la vivienda del molinero, ya que se encuentra en ruinas.
En los dos edificios, colindantes, la directiva de la localidad pretende desarrollar dos concepts interdependientes, siempre pensando en el pueblo y en salvar el patrimonio etnográfico que está desapareciendo. Estas pasan por conservar la memoria de la última generación que vivió la tradición molinera y que, a la par, aún fue testigo de lo que supuso la emigración a América.
En definitiva, el objetivo que persiguen es crear un conjunto museístico y cultural que revitalice el pueblo, que salve su memoria, su patrimonio y que sirva también como complemento a los recursos turísticos con los que ya cuenta el Val de San Lorenzo y el municipio.
Y es que, en opinión de Lobato, sin duda las mantas y la industria textil deben seguir siendo el referente del municipio, “pero si solo tenemos esto y no comenzamos a desarrollar otros aspectos estamos empobreciendo la oferta turística que presentamos a aquellos que quieran conocernos; y con iniciativas como la del molino del Junquillo queremos que la gente esté más tiempo aquí, que pernocte, que consuma en los negocios del entorno y que además conozca toda la cultura que intentamos preservar”.
Además, desde la junta vecinal defienden la concept de que el molino también va a ser un espacio para la gente del pueblo, para que conozcan lo que fue y lo que ha quedado de la industria harinera, y animan a visitarlo a todos aquellos que aún no se han acercado. “En definitiva, queremos abrir el abanico de posibilidades del Val, que ya de por sí es un pueblo muy turístico, pero tenemos que dinamizarlo más”, explicaba Lobato. Además, César Cuesta, presidente de la junta vecinal de la localidad, explicaba que “la idea es crear un espacio para todos los maragatos”, los cuales se sentirán identificados en los dos museos y en las rutas turísticas.
Centro de Interpretación de la Molienda Leonesa (CIMOL)
Otro de los proyectos que persigue la junta vecinal del Val de San Lorenzo es la creación de dos espacios museísticos: el CIMOL y el MUEM. El primero de ellos estará dividido en varias partes. Por un lado, habrá una sección expositiva en la que se expliquen los procesos previos a la molienda, tales como la trilla o el transporte del grano; otro espacio en el que se hable de las diversas tipologías molineras; y, finalmente, otro espacio dedicado a las antiguas hacenderas, todo ello a través de piezas originales y paneles explicativos. En este sentido, Cuesta hacía hincapié en este tipo de colaboración, ya que “si no colaboramos todos, el dinero se nos va en las pequeñas cosas”.
Por otro lado, otra sección estará dedicada a la historia del molino, que pasó por ser fábrica de mantas, lugar de obtención de aceite de linaza e incluso punto de recepción de la luz eléctrica. A mayores, también habrá un espacio explícito para el proceso posterior a la molienda: la fabricación del pan.
Museo de la Emigración Maragata (MUEM)
La provincia leonesa cuenta con un museo de la emigración, pero en él ni siquiera se hace mención al papel que jugó la emigración de los maragatos. Por ello, el Val de San Lorenzo pretende crear el suyo propio: el MUEM. Y es que, según apuntaba el historiador Abel Lobato, “la gente no conoce la importancia social y cultural de la emigración maragata, principalmente en Cuba, Uruguay, Argentina, pues muchos de los emigrados después invirtieron su capital en nuestro territorio”.
Por ello, pretenden preservar la memoria de esas personas con distintas medidas que versan desde grabaciones orales de los que todavía viven hasta la exposición de documentos privados tales como cartas o fotografías. Y es que la relevancia de la emigración radica en todo aquello que se construyó y aún se conserva, como lavaderos, escuelas, cementerios (como es el caso de Villalibre de Somoza), las casas indianas, o incluso la industria lanera de la que se nutre el Val con la creación, entre otras de la Industrial Lanera en el Molino del Junquillo, creado con capital cubano.
Creación de rutas
La última de las apuestas de esta pequeña junta vecinal sería la de crear una ruta de la emigración por aquellas localidades en las que se conservan los mejores restos y cuyo punto de partida sería el Molino del Junquillo, así como otra ruta (en este caso de senderismo), que unificaría la veintena de molinos y pisones que aún existen en el Valle de San Lorenzo, espacio geográfico que se extiende desde el Val de San Román hasta Piedralba.
” Fuentes astorgaredaccion.com ”