A fines de 1968, Federico Díaz Bertrana, presidente por entonces del Cabildo de Gran Canaria, daba cuenta a la prensa y a la población de la isla del cierre de actividades de aquel año y las principales propuestas de actuación para el que comenzaba. Entre ellas destacaba la proyectada construcción de dos miradores-paradores en los parajes de El Helechal, del municipio de Valsequillo, y el de Teror, que se edificaría en el paraje conocido como San Matías.
Pocos meses después del anuncio de los miradores, el presidente, en pleno de 25 de junio de 1969, informaba la redacción de los proyectos por parte del arquitecto Andrés Boyer y Ruiz-Beneyán. El arquitecto period tío del que años más tarde sería ministro con Felipe González, Miguel Boyer; period pure de Zaragoza y había llegado a la isla como jefe de la Sección de Arquitectura de la Delegación Provincial del Ministerio de la Vivienda. Fueron obras suyas la celebérrima sala de fiestas de Altavista; algunos trabajos realizados en la inconclusa iglesia del Sagrario de la catedral de Santa Ana; y en 1969 se encargó de la dirección técnica de la restauración de la basílica de Nuestra Señora del Pino, en el mismo Teror.
El presupuesto inicial del mirador de San Matías period de 2.725.414 pesetas, con 595 metros cuadrados, y fue aprobado por unanimidad de la corporación cabildicia. En aquel verano se adquirieron todos los terrenos necesarios y cercanas las fiestas del Pino, se convocó la subasta de las obras, pero ya por entonces el presupuesto se elevaba a 2.849.045 pesetas y se establecía un plazo para su construcción no superior a doce meses, a partir de la formalización del contrato.
Las obras fueron adjudicadas a Manuel González Rodríguez y comenzaron a fines de enero del siguiente año, con las quejas del vecindario terorense por la posibilidad de que con ellas pudiera desaparecer la Casa de las Pulgas, algo que rápidamente se solventó.
Y la edificación nació, ya de antemano, con el beneplácito de los habitantes de la villa que veían «un atractivo más para la nutrida concurrencia de visitantes», la solución a la escasez de restaurantes de calidad y espacio en el casco y sus cercanías -solo existía con esa calidad, el Merendero Royal- y que contribuiría al embellecimiento del paseo González Díaz con sus variadas instalaciones.
El gobernador civil Alberto Fernández Galar visitó las obras el 25 de febrero de 1971 (el mismo día que inauguraba el abasto domiciliario de agua en San Isidro) con el alcalde Manuel Ortega Suárez y otras autoridades; y volvería nuevamente el 21 de julio (el mismo día que inauguraba el Hogar de la Juventud-la OJE), pero sin poder abrir en ninguna de las dos ocasiones las puertas del mirador, que iba más lento de lo que se esperaba, aunque ello no impidió servir al ultimate de la visita un vino español, en lo que fue el primer acto celebrado en sus instalaciones aún por concluir.
También es verdad que todo aquello que se estaba edificando no gustaba a todos por igual. A fines de 1971, Néstor Álamo afirmaba que sobre aquel otero donde uno percibía el duende y el misterio de Teror, alguien «ha hecho alzar encima -físicamente encima- del maravilloso rincón del Pino-Lira con su alpénder y pajar una construcción nefasta, negatoria de la más sumaria belleza, una construcción que vilipendia al paisaje y lo despersonaliza y despoja de su grandiosa majestad para trocarlo en elemento del pedestre provecho agarbanzado. Teror merecía otra cosa. Si se tiene en cuenta que el espacio aquel es vasto, con diferencias notables en sus planos, se extraerá la consecuencia de que ese edificio de ‘obligada función’ pudo haberse alzado en zona aparte del predio aquél, en área donde menos daño hiciera».
También se habló mucho sobre la futura inauguración y la solemnidad que había que imprimir a la misma. Se dijo que vendría Juan Carlos, Príncipe de España, o que lo haría Alfredo Sánchez Bella, ministro de Información y Turismo; pero lo cierto es que, a inicios de junio de 1972 la apertura de San Matías estaba aún pendiente de la electrificación de la zona. Pero ya en la recta ultimate de la dotación del inmueble para los fines previstos, a comienzos del verano del año siguiente desde el Cabildo, Adolfo de Castro Matos, proponía al pleno del mismo la adquisición del materials de cocina y restaurante.
Tras esa inestabilidad que duró unos meses, la jornada inaugurativa se concretó para el 26 de julio de 1972. La comitiva estaba presidida por el gobernador civil, Alberto Fernández Galar; el presidente del Cabildo, Juan Pulido Castro; monseñor Socorro Lantigua; el alcalde de Las Palmas, Jesús Pérez Alonso, y corporaciones en pleno del Cabildo y Ayuntamiento de Las Palmas.
El coste ultimate de la obra ascendía a un whole de 5.500.000 pesetas y se encontraba ubicada en un photo voltaic de unos 3.172 metros cuadrados, cedidos en unas condiciones muy beneficiosas por monseñor Socorro Lantigua, al cual le agradecía el gesto ya que con ello contribuía a que la villa mariana tuviera un espléndido parador para los tantísimos visitantes que iban a postrarse con muchísima frecuencia ante la Virgen del Pino. El párroco expresó también su gratitud a las autoridades presentes y ausentes -pertenecientes a anteriores corporaciones-, así como sus desvelos para que Teror pudiese contar, al fin, con un establecimiento de tal categoría, que sirviera de refresco y posada a los peregrinos que emprendían la ruta bacía la villa para visitar a la Señora.
No obstante esta inauguración y bendición de todo el edificio, el uso turístico del mirador no fue operativo hasta la tarde del 10 de agosto de 1972, cuando se abría de forma casi íntima para profesionales turísticos con la asistencia de agentes de viajes, autoridades, y bajo la dirección de la empresa Organización Artiles presidida por Agustín Artiles Padrón, que se iba a encargar de la explotación del parador -como también lo period de Las Grutas de Artiles, La Luna, Galaxia, Lodge Estrellamar, La Feria, El Lasso, el Jardín Canario, Mesón La Cilla, o el restaurante del aeropuerto de Los Rodeos.
El primero de muchos importantes eventos que durante dos décadas reunieron en sus salones a empresarios, políticos, artistas, fue la comida de celebración de un almuerzo con la que los directivos y jugadores de la U. D. Las Palmas culminaron su tradicional visita a la patrona, tan sólo dos semanas después de su inauguración; o el brindis con que los príncipes de España obsequiaron a los alcaldes de la isla en su visita de 1973. Para concluir, y como efeméride propia de la época, decir que aquel mismo año de 1972, el mirador de San Matías fue el escenario donde los de la villa y los foráneos pudieran celebrar una Nochevieja de lujo con barra libre, menú selecto, delicias de Navidad, uvas de la suerte, y todo lo propio para que el 73 comenzara con buen pie; elegante celebración que gustó a los terorenses de entonces.
Ideado para la promoción turística de Teror, el recinto del mirador tendría un ligero y fugaz momento de resurgir, para la que se volvió a limpiar y asear la Casa de las Pulgas. El día de San Blas de 1989, las empresas Herencia Remondo y Cadelpsa presidida por el recordado empresario terorense Isidro González, inauguraron en su inside La Bodeguita, con muy buenas intenciones y pocos alcances.
Es verdad, el mirador de San Matías celebró grandes eventos hasta su cierre en 1994. En la espera de un acuerdo entre Cabildo y Ayuntamiento, el abandono y el deterioro fueron después acabando progresivamente con un edificio que fue señero para su época y todo un motivo de orgullo para los habitantes de la villa mariana. Muchos intentos de resurgimiento emprendidos por las dos corporaciones en los últimos años, han acabado en la nada y la decrepitud arrasó el sueño de hace medio siglo.
Pero como de las flaquezas tienen que surgir avances y logros, el reciente acuerdo adoptado por el consejo de gobierno del Cabildo de Gran Canaria en sesión ordinaria celebrada el pasado 7 de junio del presente año es un inicio de esperanza para la edificación que, pese a su orfandad y desolación, sigue teniendo los mismos valores que vieron en aquel lugar los que decidieron su construcción.
El consejo de gobierno insular acordó la inicial aprobación de su cesión gratuita al Ayuntamiento de la villa de Teror para destinarlo a, según reza el título del documento rubricado, «Espacios Formativos Diversos, Espacios de Restauración, Escuelas Artísticas, Centro de Creación Contemporánea, Desarrollo de Proyectos de Arte Social, Aulas Satélites para la Universidad Standard y Escuela Municipal de Música».
Nombre grande para un gran lugar. Esperemos que ello traiga también grandeza de miras para las personas responsables de hacerlo posible.
El Mirador de San Matías fue inaugurado en 1972 y acogió eventos hasta mediados de la década de 1990. En la imagen superior, exterior de las instalaciones diseñadas por Andrés Boyer y Ruiz-Beneyán. Junto a estas líneas, estado precise del inside del inmueble, que ha sido cedido por el Cabildo al Ayuntamiento de Teror. |
” Fuentes www.laprovincia.es ”