Propuestas. El viajero cambió sus motivaciones y deseos y las bodegas se van adecuando. La gente se reúne para estar con amigos, no sólo por una bebida determinada. Espectáculos diferentes y formas distintas de relacionarse con el mundo del vino.
Por
Javier Menajovsky
Sommelier. Lic. en Administración. Fundador de Wine Revolution
El enoturismo en Argentina vive un increase pocas veces visto. La publish pandemia hizo efecto. En estos tiempos de disfrutar del “aquí y ahora” como rebelión al encierro que sufrimos hasta hace muy poco, caló fuerte en los viajeros que encuentran a la ruta del vino como uno de sus mejores destinos, sin alejarse mucho de casa. Y es que la pandemia también hecho luz sobre una parte del mapa que hasta entonces period mayormente ignorada tanto por viajeros jóvenes como por los de alto poder adquisitivo de diversas edades, que no solían incluir en su lista de destinos idílicos a los que ofrecen las bodegas de todo el país. Imposibilitados de viajar a Europa, la restricción de viajar cerca tuvo entonces una consecuencia positiva en muchos de estos destinos, entre los cuales claramente salieron ganando los paisajes que combinan viñedos, montañas, ricos vinos y diversión.
Es así como el regreso a tiempos más normales viene dando muestras de esta transformación de la demanda, que combina la llegada masiva de turistas extranjeros (en especial brasileros) potenciada por un tipo de cambio atractivo, con la invasión de nuevas tribus de turistas locales que vienen impulsando con fuerza el crecimiento de todo lo que resuene a enoturismo. Pero este cambio en el perfil de visitantes, que se amplió y diversificó como nunca antes, viene trayendo consigo el llamado a una renovación de la oferta, que hasta ahora venía evolucionando a un ritmo muy lento.
El sacudón de estos tiempos de cambio de poco ya se va sintiendo, en una industria que de por sí siempre fue más de cambios lentos y progresivos que de grandes saltos. Las principales tendencias que dirigen estas transformaciones se sintetizan en estas tres demandas:
1 – Diversión (el vino fuera de los tanques): Las bodegas se están convirtiendo cada vez más en espacios de entretenimiento gracias a que, las mismas se van dando cuenta que sus instalaciones y sus entornos son, además de cuna de grandes vinos, locaciones increíbles para convocar a sus consumidores y atraer nuevos. El enoturismo muestra así su cara mas festiva, lejos de los tanques y de los tour guiados llenos de tecnicismos, respondiendo a la búsqueda de conectarse con el vino y el entorno donde nacen de forma más descontracturada, entretenida y festiva.
Es asi como Mendoza, Salta y otros destinos enoturísticos están viviendo en los últimos tiempos un crecimiento exponencial en su oferta de fiestas, festivales, reveals en vivo y “sunsets”, para disfrutar del atardecer copa en mano, bailando en pareja o con amigos. Y es que esta forma más festiva de vivir el vino es lo que buscan las nuevas generaciones al momento de acercarse un evento. La gente no viene a consumir tal o cual bebida a un evento sino a encontrarse con amigos, a conocer gente, a enamorarse o a pasar buenos momentos en pareja. Y lo mismo sucede en este entorno. Entonces el vino se debe adaptar a esta situación y a esta demanda, sino se queda afuera.
Festivales como Deep Into The Valley y Maal Max, o los Sundown de Bodega Viamonte, A16 y Trez Wines dan cuenta de un fenómeno incipiente que llegó para quedarse, incorporando un contenido hasta hace poco impensado dentro de las propuestas que ofrecen las bodegas para disfrutar del vino.
2 – Conexión con el entorno. El vino es una las poquísimas actividades industriales donde puede apreciarse a easy vista la conexión existente entre el producto ultimate y el insumo pure que le da origen. Poder recorrer un viñedo y tocar las uvas que, luego de un proceso que se desarrolla a pocos metros de las vides, se convertirán en vinos terminados, encierra una mística tan fuerte que viene siendo la principal fuente de atracción el enoturismo, desde que el mismo existe como tal.
Pero que cobra una fuerza inusitada en estos nuevos tiempos es justamente ese entorno pure que rodea a la producción del vino, más que la actividad fabril como tal. Son los viñedos con la montaña de fondo (o el mar en algunos casos), los que movilizan profundamente a un turista que busca cada vez con más avidez conectarse con la naturaleza y sus frutos, más aún si son orgánicos.
Las bodegas vienen redescubriendo ese enorme capital que disponen y de a poco van ofreciendo más y mas experiencias que incluyen una inmersión complete en ese entorno pure que las rodea, lejos de sus construcciones, vasijas y tanques, ofreciendo desde pic nics en el medio de los viñedos hasta excursions autoguiados por sus plantaciones, como la recientemente inaugurada en Finca Paraiso de Luigi Bosca. Y esta tendencia irá sólo en aumento.
3 – Experiencias de lujo. De forma mucho más incipiente, la llegada de un turismo de alto poder adquisitivo es otra de las tendencias que de a poco se van dejando ver entre hileras y vasijas. Y es que la aparición de un destino nacional con tanto para ofrecer, viene tentando fuerte a los turistas que habitan la punta de la pirámide. El desafío es poder conectar con una oferta que es aún muy limitada y difícil de encontrar. Poder aterrizar en Mendoza con un vuelo privado para ser recibidos por un enólogo high, seguido de un asado regado con vinos inaccesibles en algún rincón exclusivo de la bodega para cerrar con un vuelo en helicóptero por los viñedos son todas experiencias de difícil acceso, que vienen pidiendo pista elevando la vara de la exigencia en prestadores de servicio y en las propias bodegas, que necesitan incorporarlo a su oferta para no quedarse afuera.
Pero en el vino, ya se sabe, lo bueno ya está y lo mejor está por venir.
” Fuentes www.clarin.com ”