Cundinamarca y el Encanto del Paseo de Olla
El charm de los paisajes colombianos trasciende con cada paso que uno da en su diversa geografía. En Cundinamarca, a pocas horas de la bulliciosa Bogotá, se encuentra un destino que ha capturado la esencia de la tradición y el sabor: el famoso paseo de olla. Este ritual, que combina naturaleza, gastronomía y cultura, ofrece a los visitantes una experiencia inolvidable.
Imaginemos un domingo radiante, en el que una familia –o un grupo de amigos– se prepara para salir a disfrutar de la naturaleza. Aprender a cocinar en plena montaña es toda una aventura, y no hay mejor manera de llevarlo a cabo que con el tradicional paseo de olla. Este plan, que ahora se posiciona como uno de los favoritos en la región, conecta a las personas con su herencia cultural mientras se deleitan con un plato típico que ha pasado de generación en generación.
Cada rincón de Cundinamarca se convierte en un punto de encuentro entre la comunidad y el turismo. Localidades como La Calera, Zipaquirá y Guatavita se destacan no solo por sus paisajes deslumbrantes, sino también por la calidez de su gente, que siempre está dispuesta a compartir su conocimiento sobre los ingredientes frescos que adornan esta receta.
La experiencia comienza en el mercado local, donde los visitantes pueden interactuar con los campesinos y adquirir productos orgánicos como papa, yuca, plátano y maíz, todos esenciales para preparar un delicioso ajiaco. Estos ingredientes, en su máxima frescura, le dan al plato un sabor auténtico y único. Luego, la aventura se traslada a un hermoso paraje natural, donde la olla se cocina al aire libre, imbuida de aromas y risas, creando el ambiente perfecto para el disfrute y la convivencia.
Algunas familias optan por llevar sus propias ollas, mientras que otros aprovechan la oferta de guías que no solo conocen los mejores lugares para llevar a cabo el picnic, sino que también se encargan de las historias y curiosidades que enriquecen la experiencia. Pasear por un entorno natural, rodeado de montañas y ríos, se convierte en una oportunidad para retomar el contacto con la tierra y aprender sobre la sostenibilidad.
Pero el paseo de olla no es solo un asunto culinario; es también un viaje de sensibilización hacia la cultura rural colombiana. Al sentarse frente a la olla humeante, cada bocado se convierte en un recordatorio del esfuerzo y la dedicación que se requieren para cultivar la tierra. La tradición invita a la reflexión, a valorar los productos locales y a promover un consumo responsable.
Y cuando la comida está lista, la recompensa es doble. El delicioso ajiaco, servido humeante en platos de cerámica, sabe aún mejor cuando es compartido. Las risas, las charlas y las anécdotas fluyen como el agua que rodea el lugar, mientras que el sol comienza a descender en el horizonte, tiñendo el cielo con colores cálidos y envolventes.
Así, Cundinamarca se posiciona como un destino turístico que promete un regreso a las raíces, donde el paseo de olla no solo es un plato delicioso, sino un acto de conexión con la cultura, el entorno y con las personas que, con cada cucharada, cuentan la historia de una tradición que perdura a lo largo del tiempo. Por lo tanto, si lo que buscas es salir del estrés urbano y sumergirte en una experiencia auténtica colombiana, el paseo de olla en este hermoso departamento es, sin duda, una opción que no te puedes perder. ¡Prepárate para disfrutar, aprender y celebrar la vida en cada bocado!
” Sources www.eltiempo.com ”
” Fuentes www.eltiempo.com ”