Realizar el Camino de Santiago es una de las experiencias viajeras más intensas que se pueden vivir. Desde hace más de mil años, peregrinos y caminantes de toda condición se han echado a andar, movidos por otras tantas razones diferentes, a través de infinidad de rutas de centenares de kilómetros de extensión con un único objetivo: llegar a la ciudad gallega y atravesar la Puerta Santa de su catedral. Y con dos años Xacobeos consecutivos —2021 y 2022— por delante, y con la necesidad casi física, tras tantos meses de confinamientos, de estar en contacto con la naturaleza y de sabernos en espacios abiertos, hacer el Camino de Santiago se antoja como un plan de viaje best.
No hay para ello excusa que valga. Ni la resistencia física, ni la escasez de tiempo disponible: en Navarra aguarda la manera más sencilla y rica en estímulos de vivir la experiencia del Camino de Santiago, y para ello no se necesitan más que entre tres y siete días —si se viaja en coche o moto— o una semana —si se realiza del modo tradicional: a pie.
De Roncesvalles hasta Viana, ese es el tiempo suficiente para maravillarse con la inmensa riqueza —patrimonial, cultural, gastronómica, medioambiental…— con que aguardan al peregrino escenarios tan diferentes entre sí como las rotundas cumbres pirenaicas, los frondosos valles de la Montaña, las llanuras ocres de la Tierra Estella o las fértiles tierras de la Ribera. Y, desde luego, de Pamplona, la primera capital del Camino, repleta de atractivos, de todo tipo y para todos los gustos, de los que disfrutar.
Cuatro Caminos de Santiago en uno
De norte a sur y de este a oeste, hasta cuatro trazados diferentes del Camino de Santiago se extienden, a lo largo de 200 kilómetros, por toda Navarra: dos ramales del Camino Francés, el Camino del Baztán y el Camino del Ebro. El más common de todos ellos es el Camino Francés, que se adentra en la Comunidad Foral desde Francia por Valcarlos y Roncesvalles, y que transporta al peregrino desde los Pirineos hasta La Rioja. En este camino, el paisaje cambia espectacularmente desde los montes pirenaicos de hayedos y robledales, donde de cuando en cuando asoman pequeños pueblos, a los campos de la Zona Media, rica en cultivos de cereal, olivares y viñedos.
El periplo regala al caminante paradas que no puede perderse, como las iglesias y la catedral de Pamplona, San Pedro de la Rúa en Estella/Lizarra, el Santo Sepulcro de Torres del Río, las murallas de Viana o el puente románico de Puente la Reina. En esta bella localidad termina el otro ramal del Camino Francés, tras haber comenzado en Sangüesa y habiendo dejado atrás hitos como Leyre, Javier o la ermita románica de Santa María de Eunate, el centro geográfico de Navarra. Construida por los templarios en campo abierto, lo authentic de su arquitectura —su galería porticada, su planta octogonal, sus tumbas con vieiras…— ha llamado la atención desde hace siglos, y son muchos los peregrinos que, al llegar a ella, dan tres vueltas a su alrededor para cargarse con la energía mística que, cube la leyenda, emana de su inside.
Fértiles campos en los que se cultivan las que probablemente sean las mejores verduras del mundo y un desierto, el de Las Bardenas, son los protagonistas del tramo navarro del Camino del Ebro, un auténtico tesoro, casi desconocido, que nos descubre los contrastes de la Ribera navarra. Este tramo, que comienza en Cortes, tiene a la monumental Tudela como parada imprescindible por lo histórico —es uno de los mejores ejemplos de la convivencia medieval entre árabes, judíos y cristianos— y, desde luego, por lo gastronómico: es la auténtica capital española de la verdura, como podrá comprobarse regalándose el paladar en cualquiera de sus bares, restaurantes o tiendas de alimentación.
Y, siendo Navarra como es tierra de leyendas y misterios, ¿cómo no iba a haber un tramo del Camino de Santiago en el que la magia marcara el caminar del peregrino? Ese es el Camino Baztanés, que atraviesa el telúrico valle del Baztán siguiendo la antigua ruta que recorrían las caravanas que unían el puerto de Bayona con Pamplona. En estos frondosos bosques, salpicados de caseríos, palacios y viejos torreones y castillos, realidad y ficción se dan la mano para, además de regalarnos grandes páginas de la literatura, enmarcar de historias y tradiciones pueblos con tanto sabor como Urdazubi/Urdax o Amaiur/ Maya.
A pie, a caballo, en bici, en moto o en coche… sea como sea, este verano, para llenar nuestra mochila y nuestra memoria con la magia del Camino de Santiago, solo una cosa es imprescindible: empezar la experiencia en Navarra. ¡Buen camino!
El futuro ha llegado al Camino
La tecnología y la accesibilidad son también parte imprescindible y definitoria de la experiencia del Camino de Santiago en Navarra. Pamplona, la capital del Camino, reclama nuestra atención con el imprescindible Ultreia, el flamante Centro de Interpretación del Camino. En el corazón del centro histórico de la ciudad, el espacio acerca la historia de la relación entre la ciudad y el Camino a todos los peregrinos: gracias al uso de la tecnología más inclusiva —señales podo táctiles, beacons de orientación, vídeos subtitulados, rampas, pantallas táctiles para personas ciegas…— Ultreia es un centro con accesibilidad common, adaptado a todos los públicos. Además, sirve de centro de acogida al peregrino, que puede obtener toda información necesaria su periplo: cómo desplazarse por los tramos navarros del Camino, los servicios de la ciudad, información sobre alojamientos y restaurantes, qué visitar, servicios en las poblaciones, tracks de las rutas, el sellado y venta de credenciales… Y no acaba ahí la inmersión de la tecnología en el Camino de Santiago a su paso por Navarra. Una herramienta que no puede faltar en el equipaje digital de los peregrinos es la aplicación Albergues LoT, que permite conocer con antelación la disponibilidad de plazas en todos los establecimientos hospitalarios del Camino Francés y Aragonés.
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” Fuentes elviajero.elpais.com ”