Un Mercedes blanco, una paella con Joan Lerma, una comida en el Salón Dorado del Palau de la Generalitat con una treintena de personas, una ensalada de bogavante en el restaurante Vinatea, dos premios, un discurso “memorable” y una recepción política con rueda de prensa incluida en la que se lanzaron frases que bien podrían entonarse en agosto de 2022, 28 y 12 años después de ambas visitas. Ese es el resumen de las dos jornadas en las que el padre de la ‘perestroika’, fallecido este martes, Mijail Gorbachov, estuvo en la ciudad de València en 1994 y 2010.
Gorbachov viajó a València en dos ocasiones: la primera en mayo de 1994, la segunda en junio de 2010. Los motivos de ambas fueron distintos; con una primera visita más cargada de contenido político tras una ruta de cuatro días por España y una segunda más enfocada para el reconocimiento de su figura con la entrega del Premio de Convivencia “Profesor Manuel Broseta” 2009 y la distinción con la Cruz de Honor de la Orden de Jaume I El Conqueridor en el Palau de la Generalitat por parte del entonces presidente Francisco Camps.
De esta última visita, hace más de una década, Vicente Garrido, catedrático de Derecho Constitucional, presidente Fundación Profesor Manuel Broseta y en aquel momento secretario basic de la entidad que distinguió al expresidente de la URSS, guarda un “recuerdo sensacional”. “Fue tremendamente amable, dio un discurso maravilloso y nos encandiló a todos durante la comida”, explica Garrido más de una década después rememorando que contó anécdotas y hasta chistes sobre él mismo que circulaban en la época.
Aquel viaje fue para entregarle un galardón con más de un año de retraso. “Tuvimos que aplazar el viaje varias veces, primero por su estado de salud, ya tenía algún achaque, y después porque lo iba a visitar el presidente de EEUU a Moscú”, indica el profesor de Derecho Constitucional. El premio se decidió en noviembre de 2008, se debía entregar el 15 de enero de 2009, coincidiendo con el aniversario del asesinato a manos de ETA en 1992 del catedrático valenciano Manuel Broseta, pero finalmente se dio en junio de 2010.
Una de las personas clave para su presencia en València fue la entonces Comisaria de la UE de Relaciones Exteriores y Política Europea de Vecindad, Benita Ferrero-Waldner, que hizo de presidenta del jurado del galardón. “Quiero dar las gracias a la presidencia del jurado porque gracias a ella yo estoy aquí porque me presionó muchísimo insistió mucho en que yo llegara aquí”, dijo Gorbachov en su discurso en el que dijo estar “impactado” con la vida de Broseta. “Cuando he leído su biografía he pensado qué vida tan interesante ha vivido esta persona”, señaló.
El hijo menor de Manuel Broseta, Pablo, fue junto a su hermano Bruno una de las personas que también le trató en aquella estancia de 24 horas. “Es una de las personas que dejan una impronta imborrable por lo que representan históricamente, pero también por su personalidad”, indica Pablo Broseta quien destaca la “cercanía, cariño y sencillez” de Gorbachov en el encuentro que mantuvieron en una estancia del Palau por la entrega del galardón. “Fue muy cariño y estaba muy agradecido por el premio”, recuerda.
Años antes de aquella distinción, Gorbachov estuvo en la capital del Turia en otro viaje. Fue en 1994 cuando acudió con su mujer, Raisa Gorbachova, que fallecería cinco años después, para impartir una conferencia. Aunque el acto estaba organizada por la Helsinki Residents Meeting, los gastos de la visita corrieron a cargo de la Generalitat que entonces presidía Joan Lerma. La conferencia le costó 2,5 millones de pesetas al Consell, montante en el que estaba incluido el alojamiento de los Gorbachov en el lodge Valencia Palace y el Mercedes blanco de alquiler que les llevaba.
En esa visita Gorbachov hizo esperar dos horas y tres cuartos al presidente Lerma, quien le invitó a una paella en el Palau. En aquella recepción con varios cargos políticos estuvo el exconseller de Hacienda Vicent Soler que en aquel momento period vicepresidente de las Corts. Desde ese puesto acompañó en algún acto a Gorbachov durante aquel día en València. Desde la perspectiva precise sitúa al expresidente ruso como el hombre “que marca el final del siglo XX”.
Entre los actos de esa maratoniana jornada se incluyó una conferencia en el salón de actos del Parque Tecnológico de Paterna, que registró un lleno hasta la bandera y un acto con 150 empresarios valencianos en una cena-coloquio organizada por Bancaixa. Gorbachov también comió en el restaurante Vinatea del lodge Astoria Palace, donde quedó encantado de la ensalada de bogavante que le sirvieron y que repitió en varias ocasiones según contaron las crónicas del momento.
Casi tanta expectación como el ex presidente de la URSS despertó entonces su mujer que a última hora cambió su visita al IVAM por un recorrido por la fábrica de porcelanas Lladró en Tavernes Blanques. También protagonizó una curiosa anécdota. Al esperar a que su marido terminara la rueda de prensa en el Palau de la Generalitat decidió descalzarse para descansar los pies. El problema vino tras el respiro, cuando se dio cuenta de que los zapatos habían sido retirados del patio gótico, aunque pronto encontró ayuda y el par disperso.
Las visitas de Gorbachov a València son parte del pasado, pero sus intervenciones están teñidas de actualidad. En 1994 propuso transformar la OTAN en un consejo de seguridad europeo y en 2010 lanzó un alegato que hoy marca la geopolítica mundial: “Nosotros nos consideramos también europeos (…) y pensamos que para conseguir nuestros objetivos tenemos que cooperar con Europa. Desde este escenario quería hacer un llamamiento a los europeos: dejen de creer en estos mitos que hay que temer a Rusia. Rusia no representa ningún miedo a nadie, no puede dar miedo a nadie y no hay que temer a Rusia”. Aquellas palabras hoy son historia.
” Fuentes www.levante-emv.com ”