la entrada en la startup donostiarra Biotech Meals del gigante cárnico brasileño JBS, que ha cubierto la ampliación de capital con una inversión de 36 millones de euros, -lo que significa una participación mayoritaria, al menos, del 51% de las acciones de la compañía-, pone nuevamente en evidencia, el gran déficit estructural que tiene este país por no contar con una industria financiera potente y capaz de invertir no solo en empresas consolidadas, sino también en compañías emergentes, como es el caso de la firma liderada por Iñigo Charola y Mercedes Vila, que, en apenas cuatro años, se ha convertido en uno de los referentes mundiales en la producción de carne cultivada. Una prueba más de dependencia del capital exterior ante la inoperancia y los recelos del propio y que pasará factura a corto y medio plazo.
La producción de carne cultivada, en la que Biotech Meals se está codeando con varias empresas a nivel mundial, en concreto, una firma estadounidense, en las que participan el fundador de Microsoft, Invoice Gates, y el de Virgin, Richard Branson, una israelí que ha captado 93 millones de euros de fondos norteamericanos, y la holandesa Mosa Meat es una actividad que va a tener un gran desarrollo en el futuro por su vinculación a la sostenibilidad del planeta.
El cultivo de las células de los animales a través de biorreactores se va a convertir en una actividad estratégica para muchos países que, al disponer de esta proteína, van a evitar un sobredimensionamiento de la ganadería, ya que no es necesario el sacrificio de los animales, en un contexto de una población mundial creciente y más demandante de carne. En términos de aminorar el calentamiento del planeta, significa evitar el uso extensivo de terrenos y agua para el ganado y reducir los gases de efecto invernadero provocados por los animales.
Con este panorama abierto a un futuro predecible, y sabiendo que la txuleta seguirá existiendo en nuestras sidrerías, -a pesar de las prevenciones que pueda tener el sector ganadero-, llama la atención que ningún gran inversor vasco haya querido involucrarse en el desarrollo de Biotech Meals, en los cuatro años de su existencia. Paradójicamente y solo en cuatro meses, gracias a la intermediación del Banco Santander, Biotech Meals ha podido encontrar un inversor como la brasileña JBS para cubrir su ampliación de capital y tomar una participación mayoritaria.
La multinacional brasileña, que es la segunda compañía cárnica más grande del mundo, no ha tenido ninguna duda en suscribir la ampliación de capital de Biotech Meals, no solo en términos de rentabilidad, sino teniendo en cuenta el gran futuro que se abre con el consumo de carne cultivada en el planeta, tal y como lo está demostrando, en este momento, Singapur donde sus habitantes la comen a través de un preparado gastronómico como los nuggets.
En ese tiempo, uno de los principales accionistas de una entidad financiera vasca, que administra algunas decenas de miles de millones en fondos tanto de inversión como de previsión, no estimó oportuno entrar en el capital de Biotech Meals aduciendo el alto riesgo que podía tener la operación. Hace ahora 30 años, nació la gula del norte, a partir de un producto procesado de carne de pescado como es el surimi, lo que constituyó en aquel tiempo toda una innovación gastronómica. Hoy, Angulas Aguinaga es todo un referente internacional en el sector.
A pesar del management mayoritario de JBS en Biotech Meals, ya que el 49% sigue en manos de los actuales accionistas, la noticia positiva de la operación es que la startup va a seguir radicada en Donostia y que la planta de producción de carne cultivada prevista para mediados del año 2024 se instalará en terrenos del Parque Miramon de la capital donostiarra
La razón de esta decisión, evitando cualquier deslocalización, hay que buscarla en el ecosistema investigador e innovador que existe en Gipuzkoa y que, afortunadamente, no se encuentra en otros lugares con la suficiente capacidad para llevar a cabo proyectos tan transformadores en el mundo de las biotecnologías como Biotech Meals. Este es uno de los motivos por los que esta compañía no esté radicada hoy en una región española, de donde procede uno de sus accionistas y donde se pusieron todo tipo de facilidades para que se instalara.
Tenemos un capital renuente y acomodaticio que sigue siendo reacio a las grandes propuestas que se están ya formulando en un nuevo concepto de empresa por la asunción de un cierto riesgo que conlleva y, sin embargo, contamos con un gran conocimiento en investigación básica y aplicada que está dando frutos muy relevantes en un contexto internacional. La paradoja es que esa puede ser una de nuestras grandes ventajas competitivas, frente a la miopía de los inversores oriundos, que igual invierten en fondos de difícil management y con intereses, algunas veces espurios, sin tener un conocimiento fehaciente a lo que se destina su dinero.
Se echa en falta una apuesta institucional y privada, a modo de fondo de capital riesgo potente, que ponga el foco en el mundo de las startup de alta tecnología cuando está más que demostrado que la entrada en la fase temprana del desarrollo de una compañía, significa en el futuro mostrar una fortaleza y una gran capacidad de negociación ante un posible inversor interesado antes de que la nueva empresa entre en fase productiva.
No es el primer caso de startup que ha estado a punto de deslocalizarse de Euskadi e instalarse en el extranjero por no encontrar en el país, el capital necesario para su crecimiento, cuando la actividad que está desarrollando, como es el caso, no solo abre una nueva oportunidad de negocio en el mundo, sino que es tan innovadora que tiene múltiples aplicaciones para prevenir el comportamiento de sectores estratégicos económicos. Esta compañía, que ya ha creado 24 patentes y cuenta con delegaciones en Toronto (Canadá), París y Múnich, decidió quedarse en Donostia, en el momento, en que un inversor vasco demostró confiar en el proyecto empresarial tomando una participación en su capital.
Hay que tener en cuenta que el mundo ha cambiado radicalmente y que cualquier nueva iniciativa empresarial con carácter innovador en el sector tecnológico va a estar sujeta al management de los inversores internacionales que, aprovechándose de la gran liquidez monetaria que hay en el mercado, están entrando en proyectos que ofrecen buenas perspectivas y un gran desarrollo emergente. La brasileña JBS ha entrado en Biotech Meals por la gran tecnología que desarrolla, con el fin de adelantarse a las nuevas tendencias del mercado aportando para ello su capacidad productiva, estructura de advertising y canales de distribución y venta para colocar el nuevo producto entre los consumidores.
Y todo este ecosistema de startup de primer nivel tecnológico que tenemos en Gipuzkoa, es posible, entre otros factores, gracias a la inestimable contribución de BIC Gipuzkoa, el centro impulsor de nuevas empresas de base tecnológica, dirigido por Marisa Arriola, que se ha convertido en un verdadero factótum a la hora de adelantarse al futuro y a una nueva industria que gravita fundamentalmente en el conocimiento.
La apuesta por este tipo de empresas va a significar la creación de empleo de alta cualificación que, aguas abajo en la FP, tendrá también sus consecuencias favorables, como ya lo estamos viendo. Por eso, hay que tener amplitud de miras y saber que la apuesta pública y privada en las startup de alta tecnología es una garantía de futuro para este país.
La compra de Biotech Meals por una compañía brasileña vuelve a demostrar el déficit estructural que tiene este país por no contar con una industria financiera potente
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