Para aquellos que aún no lo sepan, el tercer lunes de enero —conocido como “Blue Monday”—, está considerado el día más triste del año debido a una fórmula matemática respaldada por el psicólogo de la Universidad de Cardiff, Cliff Arnall, en 2005. Se basa en un conjunto de variables que influyen en el carácter y en el estado anímico de las personas, como el clima, la desmotivación tras el fin de las fiestas navideñas o la presión por la cuesta de enero, entre otras. Pero, donde algunos ven una pseudociencia, otros vislumbran una oportunidad: Kiwi.com, empresa en tecnología de viajes on-line, invita a descubrir cinco cautivadores destinos que aportarán un toque de shade en el gris mes de enero y animarán a los viajeros a planear su próxima escapada.
Esta antigua ciudad sagrada, situada en la ladera de las montañas del Rif, es uno de los secretos mejor guardados del país magrebí. Según los expertos, la presencia del shade azul en Chauen se remonta a la década de 1939, cuando los judíos refugiados tiñieron sus casas de este tono para simbolizar el shade del cielo y, por ende, sentirse más cerca de Dios. Otra teoría muy extendida es que se usó como repelente para los mosquitos. Sea como fuere, lo cierto es que la ciudad azul de Marruecos atrae a un “enjambre” de turistas gracias a su patrimonio cultural y sus muchos atractivos, entre los cuales destacan la Medina, la plaza Uta El-Hammam o los lavaderos de Ras El-Maa, cuyo sendero conduce hasta el mirador de Bouzafar, donde contemplar el contraste de tonalidades desde las alturas. Como curiosidad, cada año antes del Ramadán tiene lugar la festividad de Laouacher, durante la cual los residentes purifican las fachadas de sus casas con unas 15 toneladas de pintura.
La India cuenta con su propia “ciudad azul”: Jodhpur, en el noroeste del país, es un laberíntico mar de casas de este shade que se extiende alrededor de una histórica fortaleza. Fundada en 1459, se trata de la segunda ciudad más grande del estado de Rajastán, conocida por su majestuoso fuerte Mehrangarh. Originalmente, el pigmento azul de una casa solía indicar que un brahmán (la casta sacerdotal del hinduismo) vivía allí. Pero, con el tiempo, el shade índigo se ha convertido en una seña de identidad para el resto de los habitantes. Algunas visitas recomendables son la icónica Ghanta Ghar o Torre del Reloj, ubicada en el centro neurálgico de la ciudad, en cuyas inmediaciones tiene lugar el Sardar Bazar, el mercado más well-liked de Jodhpur. Por su parte, el Jaswant Thada —apodado el “Pequeño Taj Mahal”—, es un mausoleo de mármol situado a las afueras de la ciudad, un auténtico remanso de paz para escapar del bullicio.
Dicen que la aldea de los Pitufos es invisible al ojo humano, pero en realidad se encuentra en Andalucía. Concretamente en la localidad malagueña de Júzcar, a menos de 30 minutos de Ronda, cuyas casas teñidas de azul contrastan con el blanco característico de la región. Tan solo cuenta con unos 225 habitantes, por lo que basta con un par de horas para visitarla. El pueblo de Júzcar pasaba inadvertido para los turistas hasta que en 2011 fue elegido para promocionar la película de “Los Pitufos 3D”. Con tal propósito, se pintaron las fachadas de las casas de azul, así como el Ayuntamiento y la Iglesia. Fue tal el interés que suscitó que los residentes decidieron mantener la apariencia estética. Hay estatuas de Pitufos esparcidas por la “Aldea Azul”, así como una ruta de graffitis con 14 murales repartidos por sus calles.
Tal como su propio nombre indica, esta laguna de Islandia tiene un sello distintivo: su llamativo azul celeste, causado por la composición de sus aguas a base de sílice y minerales, con propiedades beneficiosas para la piel. A solo 50 kilómetros de Reikiavik, este balneario geotérmico al aire libre (con una temperatura media de 38ºC) lleva en funcionamiento desde 1987 y se ha convertido en una de las principales atracciones turísticas del país. Hay tres tipos de entrada, siendo la Consolation la opción más económica desde 50 euros por persona, y se requiere reserva con antelación. Sin embargo, aquellos que quieran sentirse como un native, pueden sumergirse en la Laguna Secreta de Fludir —la más antigua de Islandia—, los baños naturales de Myvatn o la piscina infinita de Hofsós, con impresionantes vistas al fiordo Skagafjordur.
El mar está lleno de misterios dignos de explorar, y uno de ellos es el Gran Agujero Azul. Esta maravilla pure, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, tiene una forma esférica casi perfecta de 300 metros de ancho y 125 de profundidad. Forma parte del Lighthouse Reef, un atolón ubicado a 69 kilómetros de la costa de Ciudad de Belice. Actualmente, está consagrado como uno de los destinos de buceo más demandados del mundo. Para llegar hasta el Gran Agujero Azul hay dos opciones posibles: por mar o por aire. La vía marítima puede realizarse en ferry desde el puerto de Ciudad de Belice, en un recorrido de unas dos horas y media aproximadamente de duración. Por otro lado, también se puede sobrevolar el paisaje con avioneta, ya que solo desde lo alto pueden apreciarse las tonalidades de azul cobalto, rodeado de aguas turquesas, de este lugar tan místico y especial.
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