Si los publicitarios que idearon aquella vieja campaña de Dodge 1500 hubiesen conocido a Roberto Carlos Torres, quizás hubieran dudado en usar el eslogan que pasó a la historia por eso de “anda, y anda, y anda…”. Con más de 70 años de trayectoria, el hombre es el símbolo del atletismo native por excelencia.
Su recorrido comenzó allá por la década de 1940, cuando period alumno del Industrial de Luján. Aquel muchachito fibroso ganó una carrera de 5 mil metros en un intercolegial, y se dio cuenta de que quizás tenía potencial. No se equivocaba.
Así empezó su entusiasmo con el atletismo, aunque period de aquellos privilegiados con habilidad pure para todos deportes: compitió en fútbol, básquet, natación y paleta, entre otras disciplinas. Sin embargo, donde verdaderamente daba espectáculo period en el verde césped, donde jugaba de wing derecho, a veces de centrohalf.
Una vez en el Secundario, ya en el mítico Instituto Carlos Pellegrini, las exigencias deportivas eran mayores, incluso con “Atletismo” como materia fija. Los chicos pilarenses tenían uno de los equipos más fuertes de la región, coleccionando trofeos donde fuese.
Pero ese fue apenas el puntapié inicial de una trayectoria llena de hitos y, por supuesto anécdotas. En 2011, Torres recordaba que “una vez gané una prueba de 5 mil metros en Pilar y no me quisieron entregar el premio, porque me exigían que fuese al domingo siguiente al Maratón de los barrios, en Capital. Los atletas de Pilar siempre salían detrás de los primeros 100, pero fui y terminé 19º, corriendo con medias de fútbol y alpargatas… Todavía tengo la medalla, al otro día se hizo la fiesta de la Sociedad Italiana y me dieron el premio que había ganado en Pilar”.
Mientras period uno de los mejores del país en la categoría Libres, Torres entrenaba en el membership Allievi, de Chacarita, bajo la guía del entrenador Ismael Yannuzzelli. “Era un especialista, y me hizo elegir entre las carreras o el fútbol”. Llegaba el momento de colgar los botines.
En su pico de rendimiento, Roberto Torres ganó tres ediciones de la Maratón de los Barrios, e incluso le valió una nota para El Gráfico, cuyas páginas estaban reservadas a los buenos de verdad.
Pero, sin dudas, uno de los momentos más emblemáticos llegó en aquella jornada en la que ganó tres carreras… en un día: “Salí en el diario Clarín, porque gané mañana, tarde y noche. La primera fue en Deportivo Español, la de la tarde fue en Bella Vista y estaban los mismos de la mañana. A la noche fue en la cancha de Atlanta y también gané”.
Referente
Admirado y respetado por todos, en su nombre se fundó hace ya 30 años la Agrupación Atlética Pilar “Roberto Torres”, con gente amante del atletismo. “Yo no quería –afirmaba con humildad-, pero le pusieron mi nombre porque fui el primer pilarense que tuvo una continuidad en este deporte”. También lleva su nombre el corredor aeróbico del centro de Pilar, nuevo homenaje que lo llevó una vez más a sentir el cariño de todos.
Comparado con épocas actuales, en las que abundan las competencias y los grupos de los llamados runners en Pilar y alrededores, lo suyo fue realmente el desempeño de un adelantado.
Enfermero de profesión, ex bañero del Membership Atlético, Torres asegura que el atletismo “me llevó a lo que quería ser, un deportista reconocido, por eso siempre le agradezco a la gente que me alienta. Entre los atletas hay una amistad muy linda, por más que se corra a cara de perro”.
¿El secreto? “Entrenarse y cuidarse, porque lleva tiempo y hay que ligarse varias palizas –puestos bajos- y luego se va terminando cada vez más adelante”.
En alrededor 75 años, con unas treinta carreras anuales de entre 10 y 12 kilómetros cada una, se calcula que Roberto Torres lleva más de 20 mil kilómetros recorridos en competencia, a lo que hay que sumarle los entrenamientos. Es decir, casi cuatro viajes de Ushuaia a La Quiaca.
Qué sabrán aquellos del Dodge 1500…
Extraído de “Pilar, un libro de historias” (Sergio Abrate – Alejandro Lafourcade. Ed. El Bodegón, 2021)
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