El verano está llegando a su fin y, poco a poco, se acaban las vacaciones y regresa la rutina diaria. Trabajar, vuelta al cole, obligaciones diarias… un cúmulo de situaciones que necesitan de una vía de desconexión para seguir afrontando el día a día. La mejor, sin duda, es aprovechar el fin de semana y preparar escapadas. La provincia de Girona se perfila como una opción inmejorable con paisajes tan diversos como la playa en la Costa Brava y la montaña en el Pirineo. Dualidad en estado puro.
Pero Girona no solo ofrece paisajes. Los amantes de la enogastronomía también encontrarán variedad de planes para convertir los fines de semana en una experiencia única. Una ruta puede comenzar comiendo langosta en el Cap de Creus, seguir degustando la cocina de pescadores en la Costa Brava, pasando por los vinos y aceites de la cocina del Empordà, subiendo por los bosques y volcanes de la Garrotxa y acabar disfrutando de la gastronomía de los valles y montañas del Ripollès y la Cerdanya, a 3.000 metros de altura.
Da igual la estación del año. Siempre es un buen momento para una escapada y para disfrutar de la enogastronomía. La Costa Brava y el Pirineo ofrecen múltiples opciones para desconectar de la rutina y para quitarse el gusanillo de viajar y descubrir. El verano volverá el año que viene, pero de mientras no te quedes en casa y atrévete con estas cuatro propuestas.
Cocina de pescadores en la Costa Brava
Lugar de referencia donde los haya. Playas pintorescas, cultura, pueblos de tradición pescadora… La Costa Brava es un atractivo que merece visitarse todo el año y es una experiencia para los sentidos, el del gusto también. Una buena ruta gastronómica puede comenzar comiendo langosta frita con huevos en el restaurante els Pescadors de Llançà o un Suquet de gamba de Palamós y espardenyes del Godard de S’Agaró. Mención aparte merecen las sardinas marinadas con aceite de oliva y cítricos del restaurante Compartir de Cadaqués.
Dormir con el sonido de las olas y el olor de la brisa de mar es otra experiencia única. Algunas opciones son el Hostel Sa Teula de Llafranc, que recibe su nombre por la tradición de producir terriza que tenían los romanos en la zona; Villa Gala en Cadaqués, donde se puede disfrutar del producto native en su restaurante; o el Hotel Canyelles de Roses, que situado en primera línea de mar ofrece las mejores vistas.
La tradición de la Costa Brava está ligada al mar y la pesca. No hay nada mejor para conocer esta historia que adentrándose en ella. Una opción es visitar las villas marineras de l’Escala, Roses, Palamós o Blanes, y no hay nada más marinero que poder visitar una subasta de pescado en sus lonjas. Ver como se descargan las barcas, el ambiente del puerto…
También te puedes hacer a la mar y navegar hasta alguna cala con Telamarinera de Joan Santolaria. Y no hay nada mejor para llenar el estómago en el barco, que comerse unas gambas de Palamós o Garotes con la compañía de un buen vino de DO Empordà. Precisamente, otra buena opción es degustar los vinos de la Mar d’Amunt, el mar de los Pirineos, y visitar las bodegas Hugas de Batlle y Somni d’Istiu.
Vino, aceite y arroces: la belleza del Empordà
Girona es tierra de ciclismo. Y entre las múltiples rutas para el cicloturismo que existen, destaca la ruta en Burricleta por los arrozales de Buddies. Esta experiencia con bicicleta eléctrica recorre este pintoresco paisaje y puede acabar zampándose un buen arroz del Empordà en los restaurantes Es Portal o Vicius.
Pero el Empordà también es tierra de quesos artesanales. Una experiencia única es alojarse en una quesería como Mas Alba y otra sería aprender a hacer recuits en Mas Marcè. Para rematar la experiencia, el vino y el aceite son también dos de los atractivos de la zona. Visitar cooperativas como Empordalia o el Celler Espolla son dos de los clásicos de la Ruta del vino de la DO Empordà. Degustar aceite de oliva es un arte y no hay nada mejor que descubrirlo con un picnic ultralocal entre los Olivos de Ventalló.
Cocina volcánica en la Garrotxa
La Garrotxa es una tierra con uno de los paisajes más singulares de Catalunya. Sus volcanes y la fisonomía que han creado la convierten en un espacio único. En este sentido, la cocina también es specific y no hay nada mejor que alojarse en el Hotel de la Vall de Bas y degustarla en cualquiera de los restaurantes de Cocina Volcánica. Otra opción para el paladar son los fesols de Santa Pau, aprovechando la oportunidad para alojarse en Cal Sastre.
Para poder comprender y visualizar el paisaje volcánico de la Garrotxa, no hay nada mejor que volar en globo aerostático. En este caso no hay mejor opción que alojarse en Mas la Ferreria, donde además, podrás disfrutar del mejor almuerzo de tenedor del territorio.
¿Te gusta la vida rural? ¿Quieres tener una experiencia whole? Mas la Coromina ofrece la posibilidad de pasar un día de ‘pagès’. Esta granja ecológica ofrece a sus visitantes la posibilidad de alimentar vacas, muñirlas, degustar leche y productos derivados y aprender todos los secretos del campo. Una experiencia para la que hay que estar dispuesto a jugar con todos los sentidos. ¡El olfato también!
La mejor carne del pirineo en el Ripollès y la Cerdanya
El Pirineo no ha sido tradicionalmente una zona productora de vino, pero el cambio climático está convirtiendo su paisaje en una opción muy atractiva para el cultivo de viña. Una propuesta unique si estás planificando una ruta por la Cerdanya es visitar la bodega Llivins que, situada en Llívia (la Cerdanya), produce sus vinos a 1.200 metros sobre el nivel del mar y se ha convertido en la primera bodega de la zona. Concretamente producen dos vinos con la variedad Sauvingon Blanc: DNEU y DGEL. Llivins organiza visitas guiadas y ofrece la opción de degustar sus vinos en el Wine Nook.
Otra experiencia única para disfrutar de la gastronomía de la Cerdanya es una cena de altura con las majestuosas vistas del Niu d’Àliga. El acceso se hace a través de telecabina y máquina de nieve y, posteriormente, se puede disfrutar de una puesta de sol increíble, una cena de alta montaña y un descenso guiado en esquí.
Otra visita unique para conocer los entresijos de la ganadería y tener una experiencia gastronómica única para degustar carnes del Pirineo es Can Pastoret. Esta masía de Molló (el Ripollès) tiene un magnífico entorno y da la posibilidad a sus visitantes de conocer la vida ganadera de alta montaña y probar carnes ecológicas de la casa.
Para finalizar una ruta enogastronómica en el Pirineo, otro imperdible es la Fonda Xesc. Con una Estrella Michelín, este restaurante situado en un pequeño pueblo del Ripollès está regentado por el chef Francesc Rovira, discípulo de Santi Santamaría. Su seña de identidad es una cocina actual-creativa asentada en el territorio y con productos de primera calidad. Modestia, tradición e innovación en un emplazamiento pure y con un paisaje singular.
” Fuentes www.elperiodico.com ”