Al convidar a mi compadre Armando a nuestro crucero de 21 días originando en Miami con destino ultimate Lisboa, parcamente declinó por la cantidad de días en la mar.
A lo opuesto de los cruceros caribeños, las travesías transatlánticas nos ofrecen la oportunidad de gozar de varias jornadas sobre la mar entre escalas. Para el viajero frecuente ello resulta en una fantástica oportunidad para el descanso en vacaciones.
No es que se dormita a diario, todo lo opuesto, el menú de opciones de actividades que se ofertan sirve para ocupar todos los gustos y antojos. Adicionalmente, por la opulenta variedad gastronómica, durante los días de ocio visito obligatoriamente el gimnasio porque los cruceros no fueron formulados para dietas y un continuado descuido de tres semanas, sin treguas, resulta en un dolor de cabeza, varias pulgadas adicionales de grasa belly y la mala costumbre de glotonear sin cesar.
Nuestra entrega anterior cubrió la etapa norteamericana con escalas en la ciudades de Nueva York y Newport en Rhode Island. De allí, 5 días navegando hasta las islas Azores, destino para mí hasta el momento, desconocido.
Con escalas en las ciudades de Horta, Praia da Vitoria y Ponta Delgada, me vi obligado a llevar a cabo la actividad primaria de todos los nuevos destinos que visito: ir a un tremendous mercado, porque de esa forma nos enteramos de lo que hay y no hay. Tomando en cuenta que los vuelos desde el archipiélago y Lisboa son de una duración de 3 horas (comparativamente, un Panamá – Miami) cualquiera pensaría que los precios andarían por los cielos.
Sorpresas te da la vida, exactamente lo opuesto! Los cereales, en arcoiris de opciones, podrían costar un tercio lo que pagamos en el Istmo. La amplia variedad de vinos nos muestra una generosa oferta entre dos y cinco Euros la botella. A la par del dolar, resultan inconcebible esos precios al jactarnos que contamos con la segunda zona libre del mundo y una vía interoceánica donde transitan mercancías de todos los rincones del mundo. Hasta los limones, importados a las islas Azores desde la muy lejana Argentina, resultan más económicos que en Riba Smith!
Los isleños, tan, pero tan aislados del resto del mundo, gozan de una tranquilidad sorprendente. La criminalidad es prácticamente inexistente y algunos me intiman que al trasladarse a Lisboa, orbe relativamente pequeña en Europa, añoran el expedito retorno. Gozando de tierra negra volcánica fértil, hasta las obesas vacas parecen ser más felices, sonrientes rumiando las exquisitas yerbas orgánicas. Sus niveles de estrés son comparables, tal vez, al de los habitantes de ciudad de Panamá hará un siglo.
Islas Azores nos invita a reflexionar que las pequeñeces son bellas y que aun en nuestro planeta existen paraísos. Adicionalmente a la complete ausencia de desperdicios e indigentes, la frescura del saludo, la cordialidad en el contacto visible y las genuinas sonrisas Colgate que obsequian a sus visitantes, resultan harto envidiables, a tal punto, que en ausencia de semáforos, mi esposa me intimó que no le molestaría considerar allí el retiro. De aquí, nos trasladamos a otro desconocido destino, fuera de las co stas africanas, al oeste del desierto del Sáhara, las islas Canarias, anterior a nuestro desplazamiento a Europa, resultando nuestro próximo escalón en este fascinante viaje.
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