La semana pasada recibí la fatídica carta firmada por la Vicepresidenta de Servicios a Pasajeros de Norwegian Cruise Strains, Katty Fowl, cancelando nuestro crucero a bordo del Norwegian Jade, programado para agosto. El último párrafo menciona, posterior a la generosa oferta de un crédito de 10% en futuros viajes, un enlace con las medidas que está tomando la compañía para asegurar el bienestar de sus pasajeros en protocolos de la COVID-19.
El enlace, titulado Paz Psychological, menciona la afiliación de Norwegian Cruise Strains con Royal Caribbean conformando un panel dirigido al protocolo de salud a bordo de sus naves. Posterior a la lectura del documento, las sanas medidas sanitarias no van más allá de los protocolos típicos de la época, ni mencionan la política ya adoptada por todas las compañías de cruceros de sabiamente vacunar a la totalidad de la tripulación.
Nos resulta lógico que la vacunación de la tripulación es una medida indispensable no solo para la paz psychological de los pasajeros sino también para la empresa y los propios tripulantes. El silencio bobo sobre el requisito de la misma medida sobre los pasajeros no es el resultado del análisis científico del prestigioso panel de científicos presentado por Norwegian y Royal Caribbean, cuyas impecables credenciales reflejan no solo sesudas mentes sino también una diversidad en su selección, propios de la época, alejada de la acostumbrada presentación de una gran mayoría de hombres de la raza blanca.
A mí, como a la mayoría de los pasajeros, me crea un sinsabor desagradable la falta de firmeza en tiempos que el negocio, que todos los negocios, se outline por un protocolo 100% científico. O sea, si vamos a exigir que los tripulantes estén vacunados, para la seguridad de todos, debemos también exigir lo mismo de los pasajeros. Y yo no voy a abordar un crucero hasta tanto se garantice esa medida.
La única forma de levantar la alicaída industria del turismo en esta etapa de rápida vacunación, que lastimosamente aún no llega a Panamá, es el requisito de vacunación para participación. Si usted desea viajar, si usted desea volar, tomar un crucero o participar de una excursión, usted deberá estar vacunado, eliminando así el protocolo de pruebas típicas de la etapa anterior.
¿Y por qué no han adoptado agresivamente esta sana medida las compañías de cruceros? La única explicación es porque en el universo del Homo sapiens existe un minúsculo grupo de mequetrefes guiados por gurús, pseudo políticos y falsos pastores que deniegan la ciencia, que perfilan asombrosas teorías sobre un supuesto management zombi sobre nuestros cuerpos o chips implantados en las inoculaciones que liberarán el maná de Satanás sobre la especie.
En Estados Unidos, hasta el momento, esa cifra suma el 30% de su población adulta, lo cual nos hace razonar que, en efecto, provenimos de los simios. ¿Y ese 30% afecta las decisiones de las compañías de cruceros? Por lo visto, sí. Entonces, creo que sería importante que la mayoría callada, hasta ahora, espete sus opiniones tan agresivamente como lo hacen los bobos.
Es decir, no abordaremos un crucero hasta que la exigencia sea que también el 100% de sus pasajeros estén vacunados. Esto no es solo un racionamiento sano sino también gozar la certeza de que todos los puertos de escalas acepten la libre circulación de los cruceristas visitantes, columna vertebral del negocio. ¿O es que se nos olvidan los cruceros non gratos donde ningún país permitía desembarques al inicio de la pandemia?
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El enfoque debe ser, sin excusas de ninguna naturaleza, la vacunación masiva y expedita de la totalidad de la población. Mientras ese no sea el caso, el bichito continuará, como vemos en el repunte europeo, haciendo de las suyas. Los cruceros, el turismo y la vida tal cual conocíamos anterior a la pandemia, no volverán.
Líder empresarial.
” Fuentes www.panamaamerica.com.pa ”