La sucesión de cruceros que han atracado durante las últimas semanas en El Musel, con una cadencia related a la de la madrileña línea 3 de metro en la estación de Sol, invita a una reflexión sobre este fenómeno que, en teoría, debería contribuir a desestacionalizar el turismo en Gijón, pero que apenas lo consigue. No hay duda de que el Puerto está cumpliendo a la perfección con su única función, que consiste en facilitar la llegada de estos grandes barcos de ocio a los muelles. Lo que falla después es una estrategia clara por parte de las administraciones para que los pasajeros se dejen los ahorros en los restaurantes y tiendas de la ciudad. No es tarea fácil porque a bordo ya lo tienen casi todo y algunos ni siquiera muestran interés por pisar tierra. Pero quedarse de brazos cruzados no debería ser una opción.
” Fuentes www.lne.es ”