vacaciones en el mar
O algo supuestamente divertido que no tendré más remedio que volver a hacer
Lo vi venir. En el momento en el que mi querido señorito me llamó para preguntarme si conservaba el zurrón y el chaleco de cuando el heredero salió de pastor en la función navideña del colegio, me olí la tostada: si nadie lo remediaba, en agosto iban a mandarme a recorrer las cañadas reales conduciendo un rebaño de cabras. Acabáramos.
La
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