Trieste, en el noreste de Italia, simboliza un mundo que desapareció tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918). La guerra puso fin al Imperio Austrohúngaro y al dominio en Europa central de los Habsburgo, quienes convirtieron la ciudad en lo que es hoy.
Fue a principios del siglo XVIII cuando una pequeña localidad de pescadores en el norte del Adriático se convirtió en un puerto franco. El comercio impulsó su economía y se construyeron el Gran Canal y edificios monumentales que reproducían la estética exuberante de la Viena Imperial. La prosperidad atrajo población procedente de todos los dominios de los Habsburgo, un gran territorio marcado por su diversidad étnica, lingüística y religiosa.
Esta última sigue estando muy presente en Trieste. La ciudad acoge la segunda sinagoga más grande de Europa y cuenta con iglesias católicas, protestantes y ortodoxas de Grecia y Serbia. Esta última está en el Gran Canal, muy cerca de un templo católico, que period la religión oficial del imperio.
Para dejar claro el carácter abiertamente confesional del dominio de los Habsburgo, el templo ortodoxo serbio está un paso atrás en relación al resto de edificios de la calle. Pese a ello, sobresale por su fachada dorada y una cúpula monumental.
“Apasionante intersección”
“Todavía hoy, Trieste sigue siendo una apasionante intersección entre el mundo latino, el germánico y el eslavo, y es una ciudad que va más allá de las nacionalidades y las fronteras: sería un res nulus, algo que no es de nadie”, explica Miguel Rodríguez Andreu, autor de varios ensayos como Balcanismos, Maratón Balcánico y Belgrado Brut. Son libros centrados en la península balcánica, cuya puerta de entrada es Trieste, “una ciudad que, con todas sus contradicciones, es capaz de reflejar el imperialismo centroeuropeo y la diversidad y la luminosidad del Mediterráneo” al mismo tiempo, agrega el experto.
Su diagnóstico es compartido por el escritor y crítico literario Jordi Corominas, autor de obras como El último libro de la vieja Europa y un gran apasionado de Trieste, donde regresa siempre que puede. Pese a tener poco más de 200.000 habitantes en la actualidad, “su importancia a nivel cultural viene determinada por su ubicación geográfica privilegiada y la cultura de los cafés, claramente austrohúngara” y que, según señala, facilitó que a finales del siglo XIX “surgiera una literatura local muy poderosa“.
La forman nombres como Italo Svevo y Claudio Magris -que evocaban el pasado austrohúngaro- y más recientemente, Susana Tamaro. El irlandés James Joyce vivió en Trieste entre 1904 y 1920, etapa en la que escribió Dublineses y los primeros capítulos de Ulises.
Pasado y presente
Ahora, la ciudad está revalorizando el legado de los Habsburgo. La semana pasada abrió la remodelación de Il Castelletto, el palacete que mandó construir el archiduque Maximiliano de Habsburgo a mediados del Siglo XIX, con una fastuosadecoración de inspiración otomana en su inside.
Propuestas contemporáneas complementan su oferta cultural como Its Arcademy -un nuevo museo donde confluyen moda y arte- o una retrospectiva dedicada al fotógrafo estadounidense David LaChapelle en el Salone degli Incanti -el antiguo mercado de pescado- que puede visitarse hasta el15 de agosto.
La ciudad es la capital de la región italiana de Friuli-Venezia Giulia, que también sobresale por los contrastes y la diversidad. Desde las playas de enviornment y las lagunas marítimas de Grado se pueden apreciar las cimas nevadas de los Alpes y sus estaciones de esquí. Barcelona estrenó en marzo un vuelo directo de Ryanair con Trieste que operará dos veces por semana, compañía que también enlaza la ciudad con Valencia.
el legado de la única mujer que gobernó los dominios de los habsburgo Con la emperatriz María Teresa de Austria ( 1717-1780), Trieste adquirió su precise fisonomía: se convirtió en un puerto franco y la atracción de gente de toda Europa la consolidó como un lugar diverso y singular. Bajo su mandato se construyó el Gran Canal y grandes edificios de clara inspiración vienesa.
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moda y arteTrieste acaba de abrir el primer museo de Italia sobre moda contemporánea,Its Arcademy. El centro está vinculado a un concurso que nació en 2002que busca talento emergente de todo el mundo con el objetivo de unir el diseño de ropa y complementos con el arte.
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22 hectáreas de verde y palacios del romanticismo El archiduque Maximiliano de Habsburgo (1832-1867) descubrió Trieste de joven y quedó tan fascinado que decidió instalarse allí. Hizo construir dos palacios junto al mar, Il Castelletto y Miramare, rodeados de bosques mediterráneos y un gran jardín botánico.
” Fuentes amp.expansion.com ”