**Explorando el horizonte: Cómo los viajes prolongados afectan tu cuerpo y cómo adaptarte**
Es innegable que viajar expande nuestras fronteras, tanto las personales como las geográficas, permitiéndonos sumergirnos en culturas diversas, probar sabores exóticos y contemplar paisajes que desafían nuestra imaginación. Sin embargo, tras la emoción y la aventura de emprender viajes largos se esconde una realidad menos comentada: su impacto en nuestra salud física. Conocer cómo estos viajes afectan nuestro cuerpo y cómo podemos mitigar estos efectos es esencial para cualquier trotamundos.
Uno de los primeros y más comunes desafíos es el llamado “jet lag”, o descompensación horaria, que afecta nuestro reloj biológico debido a los cambios rápidos de zonas horarias. Este fenómeno puede resultar en alteraciones del sueño, fatiga diurna e incluso afectar nuestro estado de ánimo. Para combatirlo, es recomendable ajustar nuestros horarios de sueño algunos días antes del viaje, según el nuevo huso horario. También, durante el vuelo, mantente hidratado y trata de exponerte a la luz natural a tu llegada, para ayudar a tu cuerpo a ajustarse más rápidamente.
Los viajes prolongados, especialmente aquellos que implican largas horas sentados en aviones o vehículos, pueden incrementar el riesgo de desarrollar trombosis venosa profunda (TVP). Esta condición se caracteriza por la formación de coágulos sanguíneos, generalmente en las piernas, que pueden ser peligrosos si se mueven hacia los pulmones. Para prevenir la TVP, es crucial moverse y estirarse regularmente durante el viaje. Ejercicios sencillos de piernas y paseos por el pasillo del avión cada cierto tiempo pueden hacer una gran diferencia.
Además, nuestra alimentación tiende a ser menos equilibrada cuando estamos de viaje, con una mayor tendencia a consumir comidas procesadas o con alto contenido en grasas. Esta alteración en la dieta puede impactar no solo nuestro peso, sino también nuestra energía y bienestar general. Optar por snacks saludables y procurar incluir frutas y vegetales en las comidas ayudará a mantener un balance nutricional.
El cambio de ambiente y exposición a nuevos microorganismos también puede afectar nuestro sistema inmunológico, haciendo más probable experimentar algún tipo de enfermedad durante o después del viaje. Mantener una rutina de higiene adecuada, como lavado frecuente de manos, y estar al día con las vacunas recomendadas para cada destino puede ayudar a prevenir enfermedades.
Finalmente, no subestimemos el impacto psicológico de los viajes prolongados. Si bien viajar es una actividad enriquecedora, también puede ser agotadora y estresante. Dedicar tiempo a la relajación y a actividades que disfrutamos puede ser tan importante como planificar nuestro itinerario turístico.
Viajar es una de las experiencias más gratificantes de la vida, ofreciéndonos la oportunidad de crecer personal y culturalmente. Al estar informados sobre cómo nuestros cuerpos responden a los viajes largos y adoptar medidas para cuidar nuestra salud, podemos hacer de cada aventura una experiencia aún más disfrutable. Así que la próxima vez que empieces a planificar un gran viaje, recuerda también preparar a tu cuerpo para la travesía que le espera. ¡Felices viajes!
” Sources www.elespectador.com ”
” Fuentes www.elespectador.com ”