De haber sabido que había ballenas jorobadas en el agua, posiblemente no me hubiera tirado ese clavado. O, tal vez, sí. Al closing de cuentas, por decisión propia había acudido al llamado, en el altavoz del barco de expedición, para todos los locos que quisieran darse un chapuzón (“polar plunge”, le llaman) en las heladas aguas de la Antártida: como quería vivir al máximo la experiencia de ir a uno de los extremos de la Tierra, ¿por qué no hacerlo en compañía de uno de los mamíferos más impresionantes del planeta?
Dicen que menos del 1% de la población mundial ha visitado el ‘continente blanco’. Así que no es para menos que las experiencias vividas ahí sean fuera de lo común. Pero vayamos por partes…
Imagina que un día despiertas, abres la cortina y, sin esperarlo, frente a ti descubres un paisaje nevado y un mar azul profundo en el que, a easy vista, puedes ver a una ballena jorobada y a su cría. Suena extraordinario, ¿verdad? Lo es. No obstante, se trata de una vista muy frecuente por aquí: en el continente antártico, es fácil ver paisajes de ensueño y vivir aventuras. Lo difícil es llegar ahí.
Para viajar a este continente, tomé un vuelo directo de la CDMX a Santiago, Chile. Al día siguiente, tomé otro hacia Punta Arenas, una pequeña ciudad en el extremo sur del país andino. Desde ahí, solo faltaba un vuelo más (hacia King George Island), donde me embarcaría en el crucero con rumbo al sur. Sin embargo, el clima tenía otros planes…
¿Qué es el pasaje de Drake?
Antes de seguir, debo aclarar que, en este punto, hay dos opciones para llegar a Antártida en crucero. La tradicional es por agua: embarcar en Puerto Williams y cruzar el pasaje de Drake (nombrado así en honor al famoso pirata Francis Drake, quien supuestamente fue el primero en cruzarlo).
Esta alternativa exige más tiempo y conlleva la posibilidad de unos cuantos mareos adicionales. Esto se debe a que el cuerpo de agua que separa el continente americano de King George Island, el punto más al norte de Antártida (al menos en su lado colindante con América) es considerado el más turbulento del mundo. (Es justo el punto en que el océano Pacífico se une con el Atlántico: definitivamente, del choque de estas dos masas gigantescas de agua es imposible que salga un remanso de paz y tranquilidad.)
Cruzar el pasaje de Drake puede implicar varios días más de travesía. Si el tiempo no te limita, podría ser opción: claro, siempre y cuando no te marees fácilmente.
En mi caso, aproveché segunda opción: la posibilidad que ofrece la naviera Silversea, una línea de cruceros de lujo con una especial vocación para ofrecer experiencias únicas, para embarcar desde King George Island, en el archipiélago Shetland, al sureste de Argentina y al norte del océano austral. Para llegar ahí, debes tomar un vuelo desde Punta Arenas. Con esta opción, vuelas sobre el pasaje de Drake, lo cual te ahorra muchos mareos y hasta cuatro días de viaje.
En la Antártida, el clima tiene la última palabra
Si piensas aventurarte en este destino tan extremo, considera que cualquier plan que hagas tú, la agencia de viajes o la naviera requerirá de la bendición de un buen clima. Por ejemplo, el día en que yo debía tomar el vuelo de Punta Arenas a King George Island, unos vientos aciagos hicieron que se cancelaran los vuelos desde y hacia ese destino.
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Lo bueno es que pudimos visitar un rancho native y entrar en contacto con los gauchos chilenos, quienes nos enseñaron a trasquilar ovejas y a entrenar perros para el pastoreo. También pudimos ver (muy a lo lejos) cóndores en su hábitat pure. ¿Lo malo? Un día menos en Antártida. Pero, como podrán leer más adelante, al closing no importó: bastan unos pocos momentos en Antártida para justificar el viaje.
Hora de embarcar en un crucero de expedición rumbo a la Antártida
La Antártida es un territorio prácticamente virgen. Allá no existen los riesgos de enfermedades que tenemos en el resto del mundo. Por ello, para proteger el hábitat, es importante que, antes de pisar el continente, te pongas tu ropa impermeable (en el caso de Silversea, ellos te regalan un juego completo) y te calces las botas para nieve, previamente desinfectadas y limpias.
Una vez que tengas el uniforme y veas un video para aprender a subir y bajar del zodiac (lancha inflable que, en este viaje, será tu principal medio de transporte fuera del barco), podrás abordar la lancha que te llevará de la costa de King George Island al crucero. En mi caso, se trató del Silver Endeavour, el más nuevo miembro de la flota de Silversea, construido especialmente para las travesías en los polos.
Lujo antártico a bordo de un crucero de expedición
El Silver Endeavour es un barco pequeño, considerando los estándares de las navieras comerciales. Se trata de una embarcación para 200 pasajeros y 200 miembros de la tripulación. Y, como puedes suponer, con esta proporción, la atención califica casi como marcaje private. De hecho, te asignan un mayordomo private. Así que la atención a todos tus deseos y necesidades parece religiosa.
De hecho, es completamente acorde con el escenario: además de contar con un diseño muy elegante, el barco es increíblemente práctico. Por ejemplo, aunque los camarotes son amplios, cuentan con tantos espacios para guardar tus cosas que te sentirás completamente en casa. O mejor. Y no solo eso: además, es el sueño de todo explorador polar, con la tecnología necesaria para surcar los mares helados como si se tratara de una inofensiva pero enorme alberca.
Además, cuenta con cuatro restaurantes ideales para los amantes de la alta gastronomía; alberca techada; bares; biblioteca; cafetería; boutique; spa; and so forth. Y, aunque no hallarás on line casino ni toboganes, la diversión no faltará.
Expediciones únicas al fin del mundo
Si esperas descanso y contemplación, estás equivocado. Aunque puedes practicarlos en los numerosos espacios que tiene el barco para ello, es mejor aprovechar las expediciones que el equipo de Silversea tiene para ti. Puede ser desembarcar en una playa que hace más de 100 años fue utilizada como base para balleneros holandeses; o recorrer una bahía en zodiac para buscar ballenas o glaciares; o desembarcar en compañía de biólogos, ornitólogos, historiadores o científicos para recorrer laderas cubiertas de hielo hasta llegar a donde los pingüinos viven en colonias.
Es difícil decir cuál será la aventura que te tengan preparada cada día del crucero. Por un lado, mucho depende del clima: si tienes suerte, el programa inicial se respetará al pie de la letra. Pero, si el clima no coopera, no te preocupes: en vez de llevarte a explorar la bahía X, te llevarán a la playa Y.
De hecho, por otro lado, hay una consideración adicional: debido a la necesidad de mantener estos territorios de la manera más inalterada posible, hay un acuerdo entre las navieras para evitar que haya más de un crucero en cada uno de los sitios a visitar (playas, bahías, islas, and so forth.).
Según nos dijeron, con un día de anticipación, cada embarcación debe informar su destino para la siguiente jornada. Así, “apartan” cada lugar a visitar, para que no haya “tráfico” o multitudes que puedan afectar a la fauna o a los lugares.
Sea lo que sea, recuerda: vas a transitar por lugares casi vírgenes cuyos paisajes no le piden nada uno al otro. Y, en cualquier momento puedes toparte con los habitantes del lugar: ballenas jorobadas, orcas, focas, pingüinos, and so forth. Lo supreme es estar listo para lo que sea… incluso si lo que te ofrecen es el llamado “polar plunge”. Y es aquí cuando regreso al párrafo inicial: en mi caso, en el momento en que escuché, en el sonido del barco, la convocatoria para esta experiencia, no lo pensé dos veces.
El chapuzón polar consiste en eso: ponerte tu traje de baño, amarrar un lazo de seguridad a tu cintura y, sin más, lanzarte al agua helada desde un zodiac. (Cabe aclarar que, en mi caso, tanto chapoteo hizo que las ballenas cercanas al barco fueran a investigar qué period ese alboroto de turistas en traje de baño.)
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No me considero alguien extremo. Sin embargo, cuando las veo, puedo reconocer las oportunidades únicas en la vida. Así que no iba a desaprovecharla. ¿Qué se siente? Adrenalina. Y frío. Y la inconfundible, exquisita, sensación (que tan fácilmente solemos olvidar) de estar vivo, muy vivo. Así que, sí, aunque me hubieran dicho que había ballenas en el agua, igual me hubiera lanzado feliz al agua helada.
¿Qué especies de pingüinos vi en la Antártida?
Gentú (o Juanito). Vive principalmente en las islas subantárticas (las que están justo al norte del círculo polar antártico). Puede medir hasta 80 cm y pesar hasta 8 kg. Se caracteriza por tener una mancha de plumas blancas arriba (y hacia atrás) de los ojos.
Adélie (o de Adelia). Puede medir hasta 70 cm y pesar hasta 4 kg. Vive en toda la costa Antártica (mucho más al sur de donde se encuentran los Gentú). Su rasgo más característico es el anillo blanco alrededor de los ojos.
Chinstrap o Barbijo. Se reconoce fácilmente por tener una delgada línea recta de plumas shade negro en el cuello. Su hábitat es muy parecido al de los Gentú, en las islas al norte del círculo polar antártico.
Qué ropa usar en la Antártida
A diferencia de muchos cruceros de lujo, aquí no te piden un smoking. Aunque sí es recomendable llevar saco y zapatos (para las cenas, principalmente), el código de vestido exige, más bien, prendas útiles para la aventura. Por otro lado, es importante que revises bien con cuántos kilos puedes viajar en cada uno de los vuelos. Spoiler: lo más seguro es que debas forzarte a viajar lo más ligero posible. He aquí algunas recomendaciones:
-Chamarra caliente, impermeable. Lo supreme es que lleves una sola. Si viajas con Silversea, ellos te regalan una que es perfecta para esta travesía.
-Pantalones calientes, impermeables. Igualmente, con unos bastan. Silversea también te regala unos, ligeros, calientitos y que no ocupan espacio.
-Ropa inside térmica para todos los días de crucero.
-Calcetines térmicos.
-Un par de guantes calientes, impermeables como para esquiar. Si sueles perder los guantes, no te arriesgues: mejor lleva dos pares.
-Un par de gorros calientes.
-Lentes de sol polarizados. La nieve puede deslumbrarte con mucha facilidad. Incluso, podría dañar tu visión. Así que protege tus ojos con unos buenos anteojos.
-Protector photo voltaic. El reflejo de la nieve es muy fuerte para la piel. Basta con que no makes use of el protector photo voltaic un día para que tu piel lo resienta el resto del viaje. Así que cuídate.
-Botas impermeables para nieve. Son indispensables. Sin embargo, pregunta a los touroperadores o los ejecutivos del crucero si te prestarán un par. En SilverSea te prestan unas de tu talla.
-Calzado antiderrapante.
Cosas que nunca verás en la Antártida
-Osos polares. Esos están exclusivamente en el polo norte. Más bien, aquí es el territorio de los pingüinos.
-Auroras boreales. La palabra boreal significa “del norte”. En Antártida sí sucede este fenómeno pero aquí se llaman “auroras australes”. (Austral significa “del sur”.) El mejor momento para verlas es durante el invierno del hemisferio sur (de junio a agosto).
-Asentamientos humanos permanentes. A diferencia del Ártico, en donde viven grupos indígenas (como los esquimales), en Antártida nunca ha habido una población permanente debido a las extremas condiciones climáticas. Su única población (que se estima en cuatro mil personas aproximadamente) es flotante y consiste en científicos y unos cuantos militares (de países como Argentina, Chile, China, Inglaterra, Rusia, and so forth.).
Cuándo viajar a la Antártida
Prográmate para embarcarte en algún momento, desde noviembre hasta marzo, para aprovechar la primavera y el verano australes.
De noviembre a marzo (primavera y verano en el hemisferio sur), las temperaturas en las zonas costeras que se encuentran justo al sur de Chile y Argentina pueden ir de los -5° C a los 5° C.
En el invierno austral, continente adentro, se han identificado las temperaturas más bajas de todo el planeta: mientras que es común que el termómetro marque unos -60° C, en julio de 1983 hubo un registro de ¡-89.2° C! Es la temperatura más baja jamás medida desde tierra a nivel mundial.
Cuánto cuesta un viaje a la Antártida
Vuelos
Los vuelos directos redondos de CDMX a Santiago van de los $12 mil a los $18 mil pesos por persona, a través de Aeroméxico o Latam Airways. Sin embargo, debes considerar que también requieres un vuelo de la capital de Chile a Punta Arenas. Sus precios rondan los $3 mil pesos. Hay navieras, como Silversea, que te ofrecen paquetes que incluyen todos los vuelos desde CDMX e, incluso, consideran las noches de resort en Santiago y Punta Arenas.
Crucero
Hay distintos precios dependiendo de la naviera que contrates y el número de días que dure la travesía. En el caso de Silversea, una empresa especializada en cruceros de lujo y aventura, uno de 10 días, con todo incluido y todos los vuelos cubiertos, puede salirte en unos $13 mil dólares por persona.
silversea.cruiselines.com
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