Colegiales siempre fue un barrio tranquilo, de calles arboladas y casas bajas, con identidad propia. Un remanso en medio de la Ciudad de Buenos Aires. A tono con ese estilo se encuentra Anafe, un restaurante a easy vista discreto, con ambientación minimalista y mesitas a la calle, que sin embargo este 2021 fue señalado como “el más excitante” entre los nuevos de Latinoamérica.
En noviembre pasado, durante la última edición de los premios Latin America 50 Best Restaurants, Anafe recibió la distinción One To Watch (literalmente “Uno para mirar”) que se entrega anualmente al mejor native entre las aperturas recientes más notorias de la región por su originalidad, después de superar a otros nominados de Brasil, México, El Salvador y Bolivia.
“El premio fue un mimo y un reconocimiento a nuestro laburo de hormiga”, cube hoy Micaela Najmanovich, chef y fundadora, junto a Nicolás Arcucci. “Cuando empezamos éramos Nico y yo para todo, desde buscar la mercadería hasta cocinarla. Ahora somos un equipo de 34 personas. Hoy tenemos una estructura más armada que nos permite focalizarnos en la creatividad de nuestra propuesta”, cuenta.
Nicolás Arcucci y Micaela Najmanovich, dueños y cocineros de Anafe.
Con una carta que fusiona sabores cosmopolitas, con grandes influencias de Asia, Oriente Medio y el Mediterráneo, “Anafe es el lugar ideal para comer rico y tomar un buen vino en un ambiente relajado, pero con sello propio”, outline Micaela.
Un detalle retrata el espíritu del lugar: no hay carteles gigantes, ni luces de colores que indiquen el nombre, ni un mobiliario elegido en una revista de decoración. El concepto es claro: menos es más.
En poco tiempo, Anafe se convirtió en la joya de Colegiales. Cualquiera que pase caminando a la noche por Virrey Avilés al 3200 puede dar fe de que en el restaurante nunca hay mesas vacías. Por eso, conviene hacer una reserva a través de su cuenta de Instagram @anafe.ba.
Anafe, un restaurante discreto, con ambientación minimalista.
También es posible arriesgarse a ir y esperar en el lugar. Para que esa espera no se haga eterna, en enero van a inaugurar un espacio de venta de vino por copa, para disfrutar como previa del almuerzo o la cena.
Entre los cooks que reconocieron el valor de Anafe están Narda Lepes y Francis Mallmann, quien fue varias veces a deleitarse con las girgolas con puré de castañas de cajú, uno de los platos clásicos. “Cuando viene alguna celebridad siempre te da un poquito de adrenalina y de orgullo. Me encanta que vengan, es muy gratificante”, se entusiasma Micaela.
Cómo empezó el restaurante Anafe
El camino que recorrieron Micaela y Nicolás hasta inaugurar Anafe como restaurante a la calle fue rápido, pero con pasos certeros. Compañeros del secundario en el Colegio Nacional Buenos Aires, comenzaron a incursionar en la cocina al hacer comidas para un servicio de catering que tenía una compañera de quinto año.
La cocina del restaurante Anafe. Foto: Emmanuel Fernández.
Al terminar la escuela, Micaela se fue a trabajar como chef a Australia y Nicolás, a Barcelona. “En ese tiempo seguimos en contacto, nos pasábamos recetas y platos para probar. Para mí la cocina es un oficio y como todo oficio se aprende practicando, más allá de lo que pueda haber aprendido en los años que estudié en el Instituto Argentino de Gastronomía (IAG)”, apunta.
En 2017, cuando regresaron a Buenos Aires, se juntaron para intercambiar experiencias. Así empezaron a cocinar juntos. “Nos complementabamos bien. A mí me gustaba la cocina judía, australiana y asiática, y a Nico la española, la italiana y la del Mediterráneo. Entonces empezamos a darle vida al proyecto de Anafe a través de pop ups (N.de la R.: restaurantes efímeros e itinerantes)”, relata Micaela.
El objetivo inicial era cocinar en diferentes casas para poca gente. “Preparábamos todo en la casa de Nico. En su cocina había tres hornallas y solo dos funcionaban bien, un horno a gas que no era muy fuerte y una heladera que quizá dejaba de enfriar a las dos horas. Tardábamos tres días en producir todo, porque no contábamos con proveedores, íbamos y comprábamos nosotros”, recuerda Micaela.
El equipo de Anafe.
El día del evento montaban el restaurante en la casa elegida. Hacían todo: desde baldear los pisos, hasta alquilar la vajilla y desarmar cuando el servicio llegaba a su fin. Hicieron tres de esas “experiencias agotadoras” y después de esa prueba de fuego decidieron alquilar el restaurante de un amigo en un octavo piso de Palermo y comenzaron a ofrecer cenas a puertas cerradas durante un año.
Allí cocinaron, nada más y nada menos, que para el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y su esposa. “Ellos fueron muy cálidos. Si mal no recuerdo, comieron un paté de la casa, carpaccio de zuchini, tartar de bife con hojas de shiso, y pavlova de limón y frutillas”, cube ella.
Finalmente, en marzo del año pasado abrieron Anafe a la calle. Una fecha inesperadamente especial: a la semana tuvieron que cerrar por el confinamiento obligatorio a causa de la pandemia por Covid 19.
Micaela Najmanovich y Nicolás Arcucci, distinguidos en los premios 50 Greatest Eating places por Anafe.
“En ese momento era todo incertidumbre. Al tiempo fue Pésaj y con Nico cocinamos para 40 clientes que vinieron a buscar el pedido al local. Ahí nos dimos cuenta de que el servicio de take away nos podía ayudar. Entonces empezamos a preparar sánguches para llevar, y a ofrecer pastelería en el mostrador. Esa propuesta nos ayudó a hacerle frente a la pandemia”, revive Micaela.
Qué se puede comer en el restaurante Anafe
En Anafe no existe el concepto de plato principal. La carta está hecha a base de platos chicos, tanto fríos como calientes. “De esa manera, el comensal tiene más libertad para probar diferentes comidas. Dos personas, con cinco platitos, comen más que bien. Y a nosotros nos permite ser más creativos en la propuesta gastronómica”, explica Micaela.
La pesca curada de Anafe.
Para una primera visita, ella recomienda empezar con el paté de la casa con financier de castañas de cajú y chutney de peras ($ 220), seguir con la pesca curada tipo boquerón con crema ácida, emulsión de pickle de remolacha, cebolla y eneldo ($ 610), probar el carpaccio vietnamita ($890), las girgolas con puré de castañas de cajú ($1260) y terminar con un profiterol relleno ($ 770).
Otros platos populares son el hummus ($ 590), el calamar confitado con gazpacho de almendras y melón ($ 850), el halloumi con puré de berenjena ahumada, higos y pistachos ($ 800), y la pavlova con dulce de leche y frambuesa ($ 650). Tampoco se quedan atrás la ensalada de farfalaj y queso de cabra ($ 900), el pechito de cerdo ahumado ($ 1-800) y la panacota de yogurt de búfala y lima ($ 690).
El paté de Anafe.
“Si hay algo que caracteriza a los platos es que son frescos. Hacemos hincapié en cocinar con productos de temporada. Por eso los ingredientes están en primer plano y siempre son buenos. Preparamos lo que a nosotros nos gusta comer y no encontramos en otros lugares. Comida rica y fresca“, resume, en lo que bien podría ser un slogan.
La carta de vinos está pensada específicamente para maridar con todos los platos. “Hay vinos jóvenes y frescos, de bodegas pequeñas. En su mayoría blancos, algunos naranjos y un puñado de tintos”, repasa.
En 2022, Micaela y Nicolás tienen planificado abrir La Ofi (@laofi.ba) un espacio lindante al restaurante donde ambos darán clases de cocina, además de realizar comidas exclusivas a puertas cerradas para pocas personas.
‘ The preceding article may include information circulated by third parties ’
‘ Some details of this article were extracted from the following source www.clarin.com ’