Viajar al extranjero siempre tiene ese punto exótico de conocer otras culturas y verse inmiscuido entre lugares e idiomas diferentes. Pese a lo emocionante, hay quien lo costoso de tiempo o dinero, pero lo cierto es que existen destinos idílicos justo al borde de la frontera con nuestro vecino del norte. En Francia encontramos una variedad de estilos, para todos los gustos: ciudades, pueblos, mares y montañas, todos con ese je ne sais qoi francés. Aquí te proponemos 5 lugares, perfectos para organizar una escapadita rápida y cercana, con la que puedes saborear la sensación de un viaje internacional a pocos kilómetros de casa.
1. Angoulême
Todo es fácil en esta ciudad. Un easy paseo a lo largo de las murallas permite conocer los principales monumentos, las iglesias románicas y los jardines de la ciudad. Y aunque desde la Edad Media la ciudad period famosa por la fabricación de papel, en los nuevos tiempos no es imprescindible el papel que es sustituido por los muros. Más de 20 grandes murales con delicadas pinturas forman parte del circuito turístico que también ofrece la posibilidad de ver la ciudad de un modo authentic y lúdico. Pero, por supuesto el arte también tiene otras manifestaciones. No en vano Angulême es reconocida como la ciudad del cómic, una ciudad en la que la calle principal lleva el nombre de uno de sus grandes héroes, Hergé. Esa profusión de arte de distinto tipo ha hecho que la Unesco la haya declarado «Ciudad creativa». Por supuesto es imprescindible la visita a la Cité de la Bande Dessinée et de l’Picture, el templo del Cómic, en las antiguas bodegas de las riberas del río Charente: una colección única en Europa, con exposiciones, talleres, conferencias, encuentros con los autores… Más de 25.000 álbumes y documentales y 8.000 láminas originales. Como complemento, el Museo del Papel muestra los secretos de estas poco conocida industria. Pero como no todo son museos y cultura, también hay que encontrar tiempo para sucumbir ante los goodies Duceau en una de las tiendas más antiguas de la ciudad, que es Monumento Histórico y sirve de marco para los dulces de chocolate de Jean Christophe Crosnier, una auténtica institución native o tomar un café en una de las placitas del Vieil Angoulême, con sus callejuelas adoquinadas y muchas terrazas donde saborear el estilo de vida angoumoisin.
2. Burdeos
A solo tres horas en coche de San Sebastián encontramos la ciudad de Burdeos, a la que también se puede llegar en avión desde buena parte de las capitales de provincia a precios, por lo normal muy asequibles. Desde el aeropuerto de Palma se pueden llegar a encontrar vuelos directos por menos de 20 euros. La ciudad, capital de la región de Nueva Aquitania, ofrece un cuidado casco histórico, destacados y variados museos y jardines públicos. Destaca también la gastronomía, en especial, el vino. Muy recomendable para ir con niños o para una pequeña escapada.
3. La bahía de Arcachon
Pequeños puertos de cultivo de ostras, playas de fina enviornment, bosques de pinos… A 50 kilómetros de Burdeos, la bahía de Arcachon también tiene una serie de ciudades y pueblos, así como la famosa duna de Pilat y la encantadora península de Lège-Cap-Ferret. Buenas razones para descubrir este rincón de Francia donde las mareas y la corriente han dado forma a un paisaje extraordinario. Imprescindible subir a pie (no hay otra forma) a la duna más alta de Europa, con 109 metros de alto, 2.700 metros de largo, 500 metros de ancho y 60 millones de metros cúbicos de enviornment. Pero el esfuerzo merece la pena porque, en la cima, el panorama de 360° sobre la bahía de Arcachon, el océano, la reserva pure de Banc d’Arguin, el faro de Cap Ferret y el gran bosque de pinos son sublimes en cualquier momento del día. Y para reponer fuerzas, se está en el lugar best: nada como hacerse abrir algunas ostras directamente por un ostricultor, que se acompañan de una copa de vino blanco, buccinos, gambas e incluso paté. Pero no solo ostras, el corazón de la Bahía esconde a dos criadores de esturiones y productores de caviar. Las dos empresas permiten visitar sus estanques, sus zonas de cría y transmiten la apasionante historia del caviar de Aquitania. Estos manjares excepcionales se pueden encontrar en las mejores mesas de la región, así como en las estanterías de las tiendas de comestibles más refinadas y tras la comida pasear por las coloridas cabañas como las del pueblo de l’Herbe, o los pequeños puertos y observar los plates, típicos botes que van y vienen con sus sabrosos cargamentos, son algunos de los placeres sencillos que se puede disfrutar en la bahía de Arcachon.
4. Poitiers
Poitiers parece vivir entre dos realidades bien distintas. Por un lado su rico pasado histórico, que le ha permitido conservar un abundante patrimonio arquitectónico y cultural compuesto por unos 600 monumentos y, por otro, la apuesta de futuro que se vive a pocos kilómetros de la ciudad en el parque Futuroscope, convertido en su atracción estrella y principal suministradora de visitantes. Al recorrer la ciudad, salen al encuentro sus huellas medievales en forma de restos de la muralla que en su día la envolvió, en los nombres de gremios y oficios que bautizan sus calles, en la quietud anclada en el tiempo de sus plazas y terrazas, en el laberíntico entramado de sus calles que ha llevado al Ayuntamiento a pintar unas líneas en tres colores (azul, rojo y amarillo) marcando rutas que llevan a los tres barrios monumentales y permiten regresar al punto de partida sin riesgo de extravío. A cualquiera de ellas se asoman iglesias románicas casas medievales, palacetes, abadías y otros edificios y museos de interés. También modernos locales comerciales que se apoyan en restos de templos góticos o muros románicos. Pero sin duda el lugar de honor lo ocupa Notre Dame la Grande, en el centro geográfico de la urbe. La fachada es un catecismo de piedra, donde se codean San Hilario y San Martín con Adán y Eva, Isaías o Nabucodonosor. El inside es igualmente fascinante y sorprendente ya que está pintado de colores de arriba abajo. Pero sin duda donde adultos y niños disfrutarán al completo es en la visita a Futuroscope, a pocos kilómetros de Poitiers. Como su nombre indica es un parque del futuro, de la alta tecnología, de las tres o cuatro dimensiones en pantallas gigantes, de la realidad digital, de los efectos sensoriales, de los grandes espectáculos… La novedad a partir del 2 de julio es «Cazadores de Tornados» en el que uno se siente atrapado en un torbellino, viviendo la acción en el corazón de una pantalla round LED con efectos especiales y escenas «en vivo». Todo esto en una plataforma que sube, baja, se inclina y gira. Y siguen las dos últimas atracciones que han recibido numerosos premios «El Viaje Extraordinario» y «Objetivo Marte».
5. Biarritz
Sello español en esta ciudad francesa y también medio española. Gracias a la emperatriz Eugenia, la ciudad se convirtió de antiguo puerto de pescadores en una estación termal de moda, y sigue siendo hoy en día un destino estrella del golf, del surf, de la puesta en forma y del turismo de negocios. En Biarritz, el buen vivir es rey. En efecto, la ciudad seduce también por su convivencia y su alegría de vivir y se mueve todo el año alrededor de su mercado cubierto. También Biarritz es un excelente punto de partida para explorar el País Vasco francés. A pie, en coche, en 4×4 o a caballo, es posible viajar a través numerosos paseos para descubrir las colinas, los pueblos tradicionales y bailes y, por supuesto, la gastronomía. No hay que perderse una visita a Bayona, la capital económica del País Vasco, y sus históricos barrios peatonales: el Petit y el Grand Bayonne. Situados a ambos lados del Nive, en ellos se entremezclan sus numerosas fortificaciones con sus distintivas fachadas de colores. El centro peatonal del Grand Bayonne es una zona histórica protegida, y la joya que la corona es la Catedral de Sainte-Marie (y su claustro). El País Vasco tiene muchas playas que ofrecer para pasear, remojarse, practicar el paddle y el surf: Anglet, Biarritz, Hendaya, San Juan de Luz, Guéthary, Bidart…
” Fuentes www.ultimahora.es ”