Ha pasado ya casi un año desde que un sinfín de cruceros se vieran obligados a suspender su actividad a causa de la pandemia, y algunos de ellos, como es el caso de nueve embarcaciones de la compañía Carnival, esperan desde entonces varadas a pocos metros de la costa chipriota.
Tras verse forzadas a cerrar sus puertos y aeropuertos, las autoridades de este país permitieron en mayo a estos lujosos cruceros repostar y fondear, si bien han de pemanecer a dos kilómetros del turístico puerto de Limasol. A cambio de dejarles echar anclas frente a la isla, los chipriotas han sacado algún provecho. El Gobierno estaría ganando 120.000 euros al mes en concepto de tasas por acoger a los buques.
“Estos cruceros han proporcionado al mercado chipriota muchos beneficios económicos”, explica el jefe del puerto de Limasol, Panayiotis Agathocleous, “ya les estamos ofreciendo suministro para los barcos, cambio de tripulación, abastecimiento de combustible y todos los servicios relacionados con la situación que viven estos buques, los cuales están en modo espera hasta que la industria de los cruceros se reanude, algo que se espera suceda para verano de 2021”.
Y es que estos cruceros, que necesitan de actividad constante para permanecer en buen estado, cuentan además con una tripulación de 900 personas, con los costes que esto conlleva. Una complicación más para un sector gravemente golpeado por la disaster de la pandemia, como le sucede también a la propia Chipre.
Para la isla mediterránea el turismo supone hasta el 15 por ciento de su Producto Inside Bruto, generando 2.680 millones de euros solo en 2019. El sector marítimo representa el siete por ciento de esa cifra. 2020 supuso para el turismo chipriota uno de los peores años de su historia, con una caída del 84% en el número de visitantes. Las llegadas se desplomaron de casi cuatro millones en 2019 a menos de 650.000 en 2020, según el servicio estadístico. La cancelación de cruceros, obviamente, no solo afecta a las grandes navieras.
” Fuentes es.euronews.com ”