Las miradas de los turistas se enfocan en el punto en que, en el horizonte, la sabana llanera se une con la caída del atardecer. Son las 5 y 20 de la tarde, y a esa hora en el Casanare el sol empieza a esconderse mientras se escuchan sonidos fugaces de bandadas de pájaros que no son las únicas habitantes de la región.
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El lugar es Hato La Aurora, reserva natural que con cerca de 16.000 hectáreas de tierra alberga uno de los tesoros más grandes para sus contados pobladores y, de paso, para el país: la fauna silvestre que convive en medio de la ganadería y que por estos días es el atractivo de cientos de visitantes nacionales y extranjeros que buscan vivir una experiencia sin igual en Colombia, y a su vez desconectarse de la tecnología.
Las costumbres en el hato son diferentes. Hay un solo punto en el que se coge señal, y pareciera que es adrede. El plan allá es otro. Los turistas que viajan hasta el lugar, ubicado entre los municipios de Hato Corozal y Paz de Ariporo, entran en la dinámica que distingue a la región: la de caminar despacio, respirar profundo, bailar al ritmo de la música llanera y buscar animales con unos buenos binoculares.
El paquete que ofrecen los pobladores es el safari llanero, experiencia que incluye caminatas, viajes en canoa y avistamiento de aves, chigüiros, babillas, marranos salvajes, tortugas, anacondas, venados y hasta pumas y jaguares, tal vez unos de los más esquivos para quienes van con la esperanza de verlos.

El paquete turístico ofrece recorridos en 4×4, viajes en canoa, avistamiento de aves, chigüiros y caminatas.
Gobernación del Casanare
En la región estos espacios no distinguen edad, los planes son para toda la familia y aunque en el departamento hay 115 hatos más como La Aurora, este cuenta con un atractivo turístico que solamente se ve en dos partes del mundo. Se trata de los recorridos en bicicleta por la llanura copada de animales que ofrece La Vorágine Bike Safari, una fundación que nació hace 13 años y ha ido innovando en su idea de preservar la fauna de la región.
A ellos se llega a través de sus redes sociales, y al Hato La Aurora por la vía que conduce de Yopal a Arauca, con un acceso fácil para quienes van desde el sur, norte o centro del país. Sin embargo, puede ser más fácil contactar a la gente de La Vorágine, pues venden paquetes de cuatro días y tres noches en los que se les ofrece todo el combo de actividades al visitante, se le brinda la comida, el hospedaje y además se le recoge en el aeropuerto de Yopal.
Ahora, si tiene carro y está en Bogotá u otra ciudad del país, tranquilamente puede ir directo hasta el hospedaje del Hato La Aurora. Eso sí, tiene que tener en cuenta dos cosas: el carro debe ser 4×4 y más allá de eso, planear bien la fecha del viaje.
Y es que en el Casanare se viven intensamente los cambios de temperatura, por lo que en invierno -según cuentan pobladores como Jorge Barragán- es difícil entrar, ya que la sabana se inunda y el avistamiento no es el mismo. Por eso, los pobladores y hasta el gobernador del departamento, Salomón Sanabria, recomiendan ir en verano, temporada que va aproximadamente desde noviembre hasta abril, plan que según él es una de las varias opciones para despetrolizar al Casanare y así convertirlo en un destino turístico de punta, en una región en la que ya no hay temor en materia de seguridad.

Durante el recorrido también se puede ver avistamiento de aves.
Gobernación del Casanare
El rastro del jaguar
Jorge Barragán, como responsable del hato, lleva la historia del jaguar y dice que hay cerca de 38 animales de estos identificados en los últimos años, y que por un periodo de meses suelen verse a menudo unos 12 jaguares, por separado, rondando la zona.
De ellos poco se sabe, aunque Jorge sí los ha estudiado durante años.
En general, el visitante los rastrea o por las huellas que dejan o por los animales que quedan en el camino, víctimas de sus jornadas de cacería. Por eso, en las personas que viajan al Hato La Aurora está la adrenalina de lograr ver al jaguar, incluso hay quienes vuelven al año siguiente solamente para poder verlo.
Lo cierto es que eso nadie lo garantiza, pues la apuesta precisamente se basa en que los animales vivan libres en el hato sin restricción alguna, aunque en el caso del jaguar y del puma sí tratan de medir, con fines académicos y de conservación, sus lugares frecuentes a través de cámaras en la zona.
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Este trabajo de protección de la reserva natural también es compartido por los guías, quienes cuentan historias como la que pasó en el año 2020, cuando hubo un altercado que no pasó a mayores porque unos turistas irrespetaron el protocolo y se bajaron del carro a buscar al jaguar. La recomendación es seguir siempre las instrucciones y aguardar en silencio desde la camioneta.
Pero en caso de que el felino no se pueda ver, hay una cantidad de planes como irse a sentar al estero El Edén y darles de comer a babillas, o ver el ocaso debajo de uno de los pocos árboles mientras se ven pasar chigüiros y garzas. El paisaje es tan atractivo que en los últimos meses, los ojos de extranjeros se han posado sobre el safari llanero.
Personas como Ludovic Bertel y Mathieu Pillemand viven en Colombia hace varios años, y luego de recomendar el destino durante meses en sus agencias de viajes (L’Échappée Colombie y Colombia Infinita), por fin pudieron visitarlo.
Para ellos, así como para el resto de turistas que presenciaron el atardecer de mediados de abril, ni la comida ni la hidratación fueron un problema. Aunque el agua no es potable, en el hotel en el que se pueden acomodar perfectamente 50 personas, cuentan con varias bebidas, así como con platos para todos los gustos, incluso para vegetarianos.
Luego de horas de caminata y avistamiento, las personas llegan un tanto cansadas, pero la recompensa no tiene precio. A las 8 de la noche se puede cerrar la jornada con un cielo repleto de estrellas y una fogata en la que a veces guías y visitantes se hacen alrededor para empezar contrapunteos llaneros, bailes y poemas de la región.
CARLOS ALBERTO LÓPEZ
ENVIADO ESPECIAL DE VIAJAR
CON INVITACIÓN DE LA GOBERNACIÓN DE CASANARE
” Fuentes www.eltiempo.com ”