La escalada de casos de coronavirus debido a la contagiosa variante ómicron, y una semana de cielo gris plomizo con lluvias intensas, terminaron por transformar la “incertidumbre” inicial del turismo respecto a la segunda mitad de enero en una evidente “desaceleración” en la actividad del sector que ya alertó a los operadores, dijo a El País Alejandro D’Elia, secretario normal de la Cámara de Turismo.
Por lo pronto, ayer se sumaron dos advertencias. La primera vino del norte: la última actualización de los Centros para el Management y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos incluyó a Uruguay dentro de los países de riesgo “muy alto” de contraer la infección del coronavirus y recomendó directamente no visitar al país. “Evite viajar a Uruguay”, es lo que cube en inglés el informe disponible en la internet, que también agrega: “Debido a la situación actual en Uruguay, incluso los viajeros completamente vacunados pueden correr el riesgo de contraer y propagar variantes de covid-19”.
La otra señal fue dada en televisión por el presidente la Asociación de Agencias de Viajes, Carlos Pera. El empresario advirtió que entre diciembre y lo que va de enero se acumularon varias cancelaciones de ventas de viaje, lo que puede tener como consecuencia que las agencias vuelvan a mandar a sus empleados al seguro de paro. Por eso, en Arriba Gente de Canal 10, ya pidió ayuda al gobierno: “Estamos a 100 metros de la orilla, vamos nuevamente a precisar una mano de ustedes porque el seguro de paro con toda seguridad va a haber que prorrogarlo a partir de marzo”.
En este caso el problema es más profundo porque va más allá de la segunda quincena: es una preocupación que se arrastra desde noviembre, cuando ómicron empezó a colonizar el planeta, y se profundizó en diciembre, cuando esta cepa fue predominante en Uruguay y desencadenó el inicio de la ola de contagios. “Cuando decimos parate -explicó Pera en diálogo con El País- nos referimos a que estamos con facturación mínima. Hace prácticamente 45 días que los teléfonos no suenan y solo nos miramos las caras”.
La desazón de todo el sector también se explica por las expectativas que había de lograr en esta temporada una verdadera reactivación, sobre todo teniendo en cuenta el impacto del verano pasado, signado por el cierre de las fronteras. “Si bien todavía seguimos apostando a esta temporada de fronteras abiertas, tenemos que reconocer que la pandemia está desacelerando la actividad con cancelaciones en hoteles, reprogramaciones de viajes, y otros que todavía no saben si venir a Uruguay porque pueden contagiarse y tener que extender su estadía más allá de sus posibilidades económicas”, resumió D’Elia, que exceptuó de su mal diagnóstico a los locales gastronómicos. Al margen de algunas dificultades con los contagios en su private, estos operan con relativa normalidad.
En el caso puntual de Rocha, ya se midió que “las reservas están en 50% para la segunda quincena”, dijo a El País Delvair Amarilla, presidenta de la Corporación Turística de ese departamento.
Todo esto, por el momento, no preocupa más de la cuenta al gobierno, en el entendido de que todavía es muy temprano para hacer evaluaciones. Y además porque la primera quincena, que dentro de todo representó un panorama favorable, está fresca todavía en el calendario. “Fue estupenda y lo ha reconocido todo el mundo”, dijo a El País en ese sentido el subsecretario de Turismo, Remo Monzeglio.
Y sobre la segunda parte de enero -que históricamente es menos movida que la primera quincena-, el jerarca puntualizó que ni siquiera van cinco días, que espera que el turismo interno tome otro shade el fin de semana -siempre y cuando el clima ayude- y que aún falta para febrero, mes en que se espera que ómicron dé un respiro. Y al mensaje del organismo estadounidense que desaconseja la visita de estas costas, Monzeglio le quitó trascendencia: “En el momento del año que más gente entra, los norteamericano son 5.733, por lo que no cierran las puertas de Uruguay”.
” Fuentes www.elpais.com.uy ”