Un viaje alrededor del mundo con el paladar
Las salas de Botànic narran la historia ficticia de Miquel Salas, un marinero mallorquín cuyos viajes transoceánicos permitieron a su hijo invidente descubrir el mundo a través de los olores y sabores de los productos que encontraba en sus travesías. Benítez reproduce este periplo a través de cada uno de los platos, sirviéndose de especies y hierbas aromáticas.
Su cocina se basa en el concepto Plant Ahead que, aunque enfatiza las verduras, no se limita estrictamente a ellas. Aquí los vegetales son los protagonistas, y la carne y el pescado, el acompañamiento. Todo, por supuesto, de alta calidad y km0.
Ahora que se habla tanto del futuro de la alimentación, en el que la carne pierde protagonismo frente a las verduras y las legumbres, parece que la respuesta está en el trabajo que Andrés Benítez hace en Botànic. Su cocina, aunque inspirada en otros países, es de proximidad y native. Sin ser vegano ni vegetariano, el restaurante marca tendencia en Palma a través de este nuevo concepto culinario que definen como “green is the new sexy“.
El chef lleva más de 16 años formándose y trabajando en establecimientos con estrella Michelin como Nerua (Bilbao), Sergi Arola Gastro (Madrid) y Bou (Mallorca), donde ha podido entender el gran potencial de los vegetales para crear una experiencia horny y divertida. El resultado ha sido un compendio de rutas gastronómicas capaces de transmitir experiencias completamente diferentes. Como si siempre fuera la primera vez.
Rutas gastronómicas
Los vientos marcan el rumbo de sus cuatro menús, que van desde los 60 hasta los 150 euros por persona y que proponen viajes de lo más diversos: Greco (60 €), formado por seis platos como el taco vegetal de lechuga o la coliflor en tabulé crujiente de quinoa, hummus, queso feta y dátiles; Mistral (60 €), el único 100% vegetariano que está compuesto por seis sabrosos platos; Boreas (75 €), de siete platos y un concepto rompedor y Xaloc (150 €), integrado por ocho platos como la lechona de cerdo negro crujiente con ensalada fresca de col lombarda, ajo negro y naranja y el pescado cocinado en papillote de alga nori con chop-suey de verduras y salsa yakitori. Se les puede añadir, además, un maridaje de vinos por 35 € por persona.
Según explica Benítez en un comunicado, “todas las rutas tienen la esencia de Botànic y permiten disfrutar de una experiencia gastronómica divertida y festiva, en la que todos los platos se comparten y se comen con la mano”. El equilibrio entre ingredientes y platos se observa en su presentación, donde los colores, los aromas y los sabores adquieren todo el protagonismo. “El resultado es fruto del maridaje perfecto de todo tipo de verduras de temporada, con especies e hierbas aromáticas y, en algunos casos, con proteínas de gran riqueza y valor nutricional”, añade el chef.
El Chutney, por ejemplo, se elabora a partir de albaricoques de Porreras considerados unos de los mejores en la isla. No en vano, cada año se celebra un pageant alrededor de esta deliciosa fruta. Botànic también crea salsas caseras picantes con tomates de Ramallet, uno de los tesoros más preciados de la huerta mallorquina, o la tradicional salsa india Raita con yogur native servido con pan inspirado en el Medio Oriente.
Los postres… ¡ay los postres! Un carpacho de piña con un cremoso arroz de coco y helado de curry verde o un plátano glaseado con caramelo derretido, crema de banoffee y helado de vainilla son algunos de los placeres dulces por los que apuesta Botànic.
Quienes lo prefieran, también pueden escoger platos de la carta. La oferta de Botànic puede variar ligeramente según los productos de temporada, y cuando son fechas concretas se reinventa creando una ruta de la pasión por San Valentín, tiñéndose de verde por las fiestas de San Sebastià o renovando las tradiciones con un menú especial para Nochebuena y Fin de Año.
Vibrante, dinámica y atrevida, los platos se acompañan de cócteles con o sin alcohol acorde a su estética: coloridos y con sabores de lo más sorprendentes. El Gin Basil Smash, con ginebra mallorquina, albahaca y zumo de limón recién exprimido o el Purple Sundown, una mezcla de sake, zumo de limón fresco, Martini Bianco, St. Germain y sirope de flor de violeta, son algunas de sus especialidades.
De todos estos sabores se puede disfrutar en las salas de Can Bordoy Grand Hotel & Garden. La barra adentra al huésped o comensal a un mundo de sabores líquidos. A la derecha, la sala Jumanji con espejos, plantas y cuadros de época. Más adelante, la biblioteca inspirada en el personaje Miquel Salas, con jaulas abiertas colgadas del techo invitando a reflexionar acerca de la libertad. Fuera, el jardín privado más grande del centro de Palma, un oasis de árboles y plantas con piscina al fondo.
Los desayunos también se sirven aquí, donde se puede escoger entre boles de cereales, fruta o yogur, pan con embutidos o mermelada, huevos camperos… Sin olvidar el carro dulce, con repostería de la casa y del centenario Forn de la Glòria, vecino de Can Bordoy.
Algunas de las suites del resort, de entre 30 y 80 m2, todas con una decoración excepcional donde se entremezclan anticuarios con elementos modernos y el terciopelo adquiere un gran protagonismo, dan a este patio y permiten disfrutar de la tranquilidad de Mallorca sin salir del casco histórico de la capital. Un cinco estrellas lleno de armonía y confort que tiene en su oferta culinaria muchas respuestas para el futuro gastronómico sin dejar de mirar las raíces mallorquinas.
” Fuentes viajes.nationalgeographic.com.es ”