Las vacaciones pueden servir para viajar, descansar o sencillamente permanecer en casa. Durante estos últimos días de una fantástica travesía, muy símil y a la vez muy diferente al bailoteo de la Niña, la Pinta y la Santa María a lo largo y ancho del Atlántico hace más de 500 años, hacemos un paréntesis para puntualizar sus hitos.
Ante todo, necesitábamos un oasis que alumbrara al last del desértico y abrumador encierro que todos hemos sufrido a raíz de la pandemia de la Covid-19, que tercamente aún persiste pero algunos con brioso espíritu le detuvimos en seco porque la vida es para vivirla y teníamos que salir del horrible letargo.
Sanamente, tomamos todas las medidas de management sanitario, incluyendo las 3 inoculaciones Pfizer, el porte de mascarillas y el distanciamiento social. Aunque hubiésemos preferido que las aerolíneas fuesen tan estrictas como nosotros, exigiendo certificados de vacunación a todos sus pasajeros y tripulantes, KLM nos aseguró durante nuestra travesía a Roma, by way of Ámsterdam la aplicación de un estricto protocolo que incluía la permanente circulación de aire fresco en las aeronaves.
A nuestro arribo a Roma, pasamos dos deliciosas jornadas a finales de su otoño, en su clima fresco pero no frío, aprovechando para participar de una excursión gastronómica en español en su romántico barrio de Trastevere, gozando de un opíparo banquete en el tradicional restaurante Nannarella.
En Civitavecchia abordamos el titánico crucero Norwegian Getaway para nuestro viaje de 17 noches en compañía de más de 4,000 pasajeros y casi 2,000 tripulantes, incluyendo escalas en Florencia, Cannes, Barcelona, Valencia, Granada, Sevilla y Lisboa.
A diferencia de las aerolíneas, las compañía de cruceros Norwegian exige el 100% de vacunación plena contra la Covid-19 y adicionalmente tres diferentes pruebas de hisopados a lo largo de nuestro trayecto. Con el resultado negativo de la totalidad de la tripulación y pasajeros, se siente uno más seguro a bordo que en cualquier ciudad del mundo.
La primera mitad del viaje constó de un muy ajetreado sube y baja diario en 8 destinos diferentes, puntualizando que el nuestro fue mejor que el resto de los pasajeros por contar con la dicha de amistades que nos sirvieron como brillantes anfitriones, logrando así un conocimiento más arraigado de los destinos y cálido, irreemplazable cariño.
El segundo capítulo de la travesía nos permite el lujo del descanso y ocio en un resort flotante con más opciones de restaurantes para cenar que los días de duración del crucero, actividades a tutiplén y una variedad diaria de fantásticos exhibits de Broadway, sin olvidar la obligatoria visita al gimnasio para poder mantener la línea.
VEA TAMBIÉN: La ruta de Colón hacia el desarrollo integral
Cerrando nuestras vacaciones con broche de oro en Miami celebrando la Navidad con nuestros suegros, familiares y entrañables amigos, retornando al Istmo el día de los Inocentes, ya no tanto, pero sumamente contentos, porque lo vivido, nadie te lo quita.
Líder empresarial.
” Fuentes www.panamaamerica.com.pa ”