Desde mediados del mes de octubre estas aves de esbelto cuello y largas patas comienzan a llegar a nuestro país procedentes del norte de Europa. Buscan lugares cálidos donde quedarse a vivir hasta marzo.
Aragón
A medio camino entre las tierras del Jiloca y Daroca, en Zaragoza, la laguna de Gallocanta es el principal humedal salino de Europa Occidental. Es también el lugar elegido por miles de grullas, que llegan cada otoño en ordenadas formaciones desde países más fríos, como Noruega o Finlandia. El Centro de Interpretación acoge una exposición interactiva, aunque lo mejor es verlas y escucharlas —son muy ruidosas y alegres— en los dormideros al amanecer y atardecer. Hay rutas señalizadas, miradores y visitas guiadas.
Extremadura
Más de cien mil ejemplares llegan a tierras extremeñas cada año. Tradicionalmente se asocia su estancia a las dehesas de encinas, ya que la bellota es uno de sus principales alimentos. Uno de sus lugares favoritos es el Parque Periurbano Moheda Alta de Navalvillar de Pela, en Badajoz, que en el mes de diciembre organiza un pageant en su honor. El parque cuenta con un Centro de Interpretación y varios observatorios. Desde aquí pueden plantearse rutas a otras zonas de interés como el embalse de Sierra Brava.
Ávila y Toledo
El mirador de Las Tejoneras, en el entorno del embalse de Rosarito, es un lugar privilegiado para observar las aves que forman parte del ecosistema del río Tiétar. Para acceder a él existe una ruta ornitológica que, partiendo de Candeleda, nos permite disfrutar de una estupenda panorámica de la sierra de Gredos. Escuchar el trompeteo de las grullas mientras descienden a los dormideros es toda una experiencia. También pueden verse en la orilla toledana del propio embalse y en el cercano pantano de Navalcán.
” Fuentes viajar.elperiodico.com ”