Benedicta Peña no tiene miedo a casi nada. Viajar es una de sus pasiones y en la medida en que el cuerpo lo resista, no pierde ocasión de hacerlo. Esa firmeza es lo que le ha llevado a recorrer el mundo entero en crucero por tercera vez en el último lustro, y aunque las dos primeras la acompañaba su marido, ahora se ha aventurado sola.
La peripecia la relata su hijo Abraham Suárez quien, junto con su hermano José Manuel, la alentaron a subirse al barco cuando su padre sufrió un infarto que, sumado a un ictus previo, lo dejó demasiado débil como para aguantar tal ritmo. «La última vez fue en silla de ruedas, pero incluso así period pesado subir y bajar del barco», explica. «Ahora está en una residencia y, aunque mi madre no quería ir al principio, todos estuvimos de acuerdo en que debía porque ¿qué iba a hacer aquí?».
En el momento en que se escriben estas líneas, Benedicta se encuentra a bordo del Costa Deliziosa en Catania (Sicilia), y en los próximos meses recorrerá más de
52 destinos en 32 países, tres océanos y cuatro continentes hasta su regreso el 13 de mayo. Un itinerario de Costa Cruceros que se despliega por el este hacia lugares como la India, Sudáfrica y Brasil, entre otros, para terminar nuevamente en Europa. Y, entre medias, Benedicta cumplirá 85 años.
Lo que más disfruta esta vecina de Valsequillo de la experiencia, asegura, es «
no tener que hacer nada»: ni limpiar su cuarto, ni hacer de comer o fregar. Además, al ser ya veterana, se permite el lujo de disfrutar con más tranquilidad de cada destino y tomar solo las excursiones que de verdad le interesan. Cuando lo prefiere, da paseos ella misma por los alrededores y, cuanto menos, permanece en el barco disfrutando de las comodidades de abordo.
A pesar de que no va acompañada, sus hijos afirman estar tranquilos no solo porque confían en la seguridad de la naviera sino por el carácter de su madre. «Ella es muy alegre, abierta y sociable; habla con todo el mundo», señala Abraham Suárez. «También en este tipo de viajes suele repetir gente y se encuentra con bastante gente conocida».
Pandemia en alta mar
La segunda vez que Benedicta emprendió su vuelta alrededor del mundo la interrumpió la pandemia. Tanto ella y su marido como otras 166 personas permanecieron un mes a la deriva, sin poder pisar tierra por la emergencia sanitaria.
Se trataba también de un crucero de la misma compañía que acababa de abandonar Australia, hacia la mitad de marzo del 2020, y fue el propio Ministerio de Sanidad quien tuvo que otorgar
un permiso especial para el atraque del barco en el puerto de Barcelona, garantizando controles de seguridad específicos para el pasaje.
«En realidad, ellos permanecían un poco ajenos a todo lo que se estaba viviendo porque estaban aislados», cuenta el hijo. «Hablábamos por teléfonos y mientras nosotros le contábamos lo que sucedía ellos no habían visto lo que fue la covid».
En compensación por la situación, la naviera les ofreció otro crucero de una semana por el Mediterráneo y una cuantía de hasta mil euros para gastar a bordo de otro trayecto alrededor del mundo.
Un aliciente más que incitaba a la pareja de valsequilleros a repetir, aunque no hacía falta porque la experiencia les ha gustado tanto que
ya tienen reserva para 2024. Y aunque a Benedicta le ha pesado la ausencia de su marido en esta ocasión, José Manuel -afirma su hijo- la animó a ir sin él de todos modos y espera poder unirse para esa fecha porque, llegados a su edad, «que les quiten lo bailao».
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