Barbados es sinónimo de lo que el Caribe siempre tiene para ofrecer: playas de ensueño. Pero acá también suma la importancia que le dan al turismo y la buena energía de su gente. Las vibras positivas parecen estar matizadas con cierta sobriedad inglesa, tal como se percibe en la puntualidad sajona y un espíritu de servicio inalienable.
En cualquier caso, se nota una vocación auténtica por cuidar del turista, que es el bien más preciado desde que la isla de Barbados –ubicada en las Antillas Menores– se abocó a la industria sin chimeneas, que supera en ingresos a las telecomunicaciones, la caña de azúcar y el algodón.
Esta isla de unos trescientos mil habitantes y 431 kilómetros cuadrados (que en términos prácticos ocuparía alrededor de la mitad de la superficie de la ciudad de Nueva York) está ubicada al norte de Venezuela y es la más oriental de una ristra de islitas como Santa Lucía, Martinica o Guadalupe, que asoman al océano Atlántico.
Barbados proclamó su independencia en 1966, pasando a formar parte de la Commonwealth. Hasta finales de noviembre del año pasado mantuvieron la figura del gobernador normal, que representa a la monarquía británica. Es decir que la reina Isabel seguía gobernando.
Pero ahora sí, Barbados es ya oficialmente una república independiente. El 30 de noviembre de 2021, y coincidiendo con el 55.º aniversario de su independencia, la isla caribeña dejó de tener como jefa de Estado a la reina Isabel II, rol que ahora le corresponde a Sandra Mason, quien asumió como presidenta. Ese día, en aquella misma ceremonia, la estrella pop Rihanna fue nombrada heroína nacional.
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Su bandera tiene dos bandas verticales azules y una amarilla con un tridente en el medio, que simbolizan la independencia y la influencia marina. Barbados fue muy importante porque period la puerta este del Caribe, el primer lugar al que se llegaba desde Inglaterra, y así, solía ser el primer país al que entraban los esclavos. Period un punto de transbordo donde pasaban información y riqueza.
Pero no fueron los ingleses, sino los portugueses, quienes se acercaron por primera vez en 1536, aunque desistieron de ocuparla porque creyeron que no había agua suficiente. Eso sí, le dejaron el nombre; el explorador luso Pedro Campos le puso ‘Os Barbudos’ por la gran cantidad de higueras de las que cuelga un follaje a manera de largas barbas. Los colonos ingleses llegarían en 1627 y nunca más la soltarían.
El ícono nacional barbadense
Rihanna nació y se crio al calor de las calles de Bridgetown, la capital. Hoy, aquella calle donde vivió fue rebautizada con el nombre de Rihanna Drive, y su casa natal es uno de los lugares más visitados de la isla.
La casita es una típica chattel home, de madera y móvil, cuyo origen se remonta a los años de las plantaciones de caña, cuando se construían casas diseñadas para mudarse de un lado a otro. Está pintada de verde, naranja y bordó, y tiene una placa sobre la vereda decorada con los colores de la bandera de la isla y el nombre de la cantante junto a un tridente que simboliza la independencia de Barbados.
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Hay dos hitos casi desconocidos de los que Barbados puede jactarse, más allá de sus playas celestiales y su hija pródiga. Uno está a un par de cuadras nomás de la casa de la estrella pop: es la primera destilería de ron del mundo y se llama Mount Homosexual.
Por supuesto que la destilería se puede visitar. Tiene una sala-museo con paneles informativos y elementos históricos usados para la elaboración del ron. La visita es ágil y dura poco más de media hora. Hacia el closing llega el momento más esperado: la degustación, en la que la guía explica las cinco variedades del ron que se pueden probar en el mismísimo sitio donde comenzó la historia que llevó a la caña de azúcar a la categoría de elixir mundial.
Barbados es el único país que visitó George Washington fuera de los Estados Unidos. Quien sería el primer presidente del país del norte, entre 1789 y 1797, llegó acá en 1752, cuando tenía 19 años y ninguna motivación política. Viajó acompañando a su hermano, que tenía tuberculosis, porque se creía que el clima y las hierbas de la isla podrían curarlo, aunque moriría meses después en su hogar de Virginia.
El caserón colonial donde vivieron está emplazado en la zona de Garrison, que en aquellos tiempos period una zona rural. Años después se convertiría en la fortaleza más importante de la isla. En 2011, su arquitectura fue basic para la declaración de la Unesco como patrimonio cultural.
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Hoy es una pista de turf donde flamea bien alto la bandera de la nación barbuda; la casa está pintada de amarillo y tiene dos plantas, donde se recrean las habitaciones de los hermanos Washington con una serie de objetos que no son los originales porque –como cube el guía– no se guardaron, ya que en esos tiempos nadie imaginaba que aquel joven se convertiría en presidente.
En Barbados, Washington contrajo una viruela que resultó casi mortífera. Años después, durante la Guerra de Secesión, fue su antídoto —muchos soldados morían en el frente por esta enfermedad y él estaba inmunizado–.
De algún modo, la tierra del ron determinó los sucesos que en los últimos doscientos años signaron la historia de la humanidad.
Un país de playas portentosas
La mayor diferencia entre unas playas y otras se encuentra de este a oeste. Hacia el este, rompen con furia las olas del Atlántico, tornando a esta porción de la isla en el sitio favorito de los surfistas, con la playa de Bathsheba a la cabeza.
Dicen que Kelly Slater, uno de los mejores surfistas de la actualidad, la pondera entre las mejores del planeta. Para llegar a Bathsheba desde Bridgetown hay que atravesar la isla de un extremo al otro por una ruta serena que discurre en esta planicie continua, cuyo pico más alto llega a los 300 metros de altura. Un camino con pocos y pequeños poblados, distribuidos en las as soon as parroquias, como les dicen a las provincias.
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A cada parroquia le cabe una iglesia. Bathsheba es una playa rocosa, y un tanto peligrosa, por eso nadie se baña en sus aguas. Pero es acá donde se hacen las competencias internacionales de surf. Por demás, la aldea de playa se respira apacible, como todo en esta isla.
Las playas del centro de Bridgetown, como Accra y Carlisle, son de las más concurridas, sobre todo por los locales. El agua acá es turquesa, sobre todo si la observamos en un día con mucho sol y pocas nubes. O dorada, como en los atardeceres cuando los chicos corretean y chapotean, y los grandes juegan ‘pelota paleta’.
Festivales, folclor y orgullo
El Crop Over es el pageant en el que desde junio hasta agosto se celebra el fin de la cosecha de caña de azúcar, un carnaval vernáculo y fuera de época que cumple con todos los preceptos carnavaleros: subvertir el orden establecido, hacer una pausa laboral, bailar, cantar, celebrar.
Solían celebrarlo los esclavos durante la colonia, y ahora se resignificó en esta celebración masiva. Un festejo que tiene su preámbulo en infinitas fiestas a lo largo de estos tres meses, que se intensifican en la semana previa al día cúlmine del Kadooment Day, que se celebra el primer lunes de agosto.
Es una extensa jornada en la que desfilan una veintena de agrupaciones al compás del soca, un ritmo caribeño derivado del calipso, pero más acelerado. La banda de sonido que suena todo el tiempo a toda hora en todos lados, y que se baila al estilo del wuk up, la danza insignia de los locales –un meneo de alto voltaje erótico, una pantomima sexual que pone de manifiesto el goce caribeño por el baile–.
GUIDO PIOTRKOWSKI
LA NACIÓN (ARGENTINA) – GDA
@Pietroviajero
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” Fuentes www.eltiempo.com ”