Ayer se celebró el Día Mundial del Turismo en medio de una severa disaster world de uno de los sectores más duramente golpeados por la pandemia del coronavirus y sus restricciones sanitarias.
De acuerdo a la Organización Mundial del Turismo (OMT), los viajeros internacionales habían caído en todo el planeta hasta mayo pasado en un 82 por ciento y las reservas aéreas un 81 por ciento hasta agosto en comparación de los niveles de 2019.
La cadena de viajes, alojamiento y turismo ha sido una de las más impactadas globalmente por la irrupción del covid-19 y por las medidas mundialmente adoptadas para luchar contra el virus. Fue de los primeros en suspender sus operaciones -hoteles y aerolíneas- y de los llamados “últimos en abrir”. Incluso hoy el porcentaje de fronteras cerradas y restringidas en el mundo es de un 32 por ciento, con corte a junio pasado.
Colombia obviamente no ha sido la excepción. El panorama que fue discutido en el Congreso de la Asociación de Agencias de Viajes y Turismo (Anato) de la semana pasada refleja todavía los brutales impactos de la pandemia.
Según el Dane en 2020 el sector turístico perdió alrededor de 150 mil empleos y una contracción de su valor agregado de más del 66 por ciento. Esto se tradujo en una angustiante situación económica las empresas de la rama en medio de fuertes presiones para mayor tecnología y digitalización, así como un derrame de consecuencias sobre los encadenamientos productivos asociados.
El avance en la reactivación y los aires de optimismo que hoy se respiran en la economía colombiana también han tocado a este golpeado sector. Las cifras más recientes dan cuenta de una recuperación del 62 por ciento de las sillas y del 58,9 por ciento de las frecuencias internacionales que se registraban antes de la pandemia.
En lo corrido de 2021 se han inaugurado 20 nuevas rutas internacionales y se han recuperado el 88 por ciento de los mercados con los que el país se conectaba en 2019.
A lo anterior se suman las ayudas al sector, los distintos beneficios y la rápida adaptación de las empresas de turismo y hotelería a los requerimientos adicionales en digitalización y limpieza del retorno a la “nueva normalidad”.
Estos datos permiten sostener una perspectiva de vaso medio lleno. No obstante, la reactivación de toda la cadena turística sigue demandando caminos retadores y una visión estratégica de mediano plazo.
En primer lugar, hay que acelerar el retorno a los niveles previos a la pandemia en conectividad aérea para que los turistas nacionales e internacionales regresen a los destinos locales y los colombianos puedan también viajar.
Si bien las restricciones de las variantes de la covid-19 y demás requisitos siguen creando incertidumbre y desanimando viajeros, tanto la institucionalidad turística como las empresas del sector no pueden bajar la guardia en el mantenimiento de los servicios.
Segundo, la disaster de la pandemia puede ofrecer una ventana para mejorar la situación laboral y financiera de la cadena de turismo y viajes para así formalizar el empleo y aliviar la presión económica que hoy agobia al sector.
Un tercer aspecto compete a la inevitable transformación digital que caracterizará las actividades turísticas en el mundo pos-pandemia ante el cambio de necesidades y preocupaciones de los viajeros.
En conclusión, Colombia debe retomar el rumbo positivo que la cadena turística estaba experimentando antes de la llegada de la covid-19, junto a los cambios institucionales, financieros, tecnológicos y laborales que ha desencadenado la disaster.
Francisco Miranda Hamburger
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