Para los astronautas, ver como los vehículos de Artemis se van montando es un sueño hecho realidad. “Desde que nací nunca se ha lanzado una cosa de este tamaño. Nunca he visto nada como esto”, cube la astronauta de la NASA Jessica Meir; “empiezo a asumir que es real”.
“Es como cuando eres pequeño y has estado esperando un juguete que realmente deseas, con el que has soñado, y se acerca tu cumpleaños”, añade el astronauta de la Agencia Espacial Europea Luca Parmitano.
Se están desarrollando máquinas para misiones incluso más ambiciosas. Empezando con Artemis IV, la NASA planea construir de cero una estación espacial en la órbita lunar llamada Gateway (Puerta de entrada en inglés). Los astronautas usarían esta estación como punto intermedio para una serie de misiones a la misma región del polo sur y, en última instancia, construir ahí una infraestructura. Las propuestas incluyen centrales de energía, pistas de alunizaje, sistemas de comunicación y habitats capaces de mantener a tripulaciones durante 30 días por turno.
Un primer peldaño hacia el Sistema Photo voltaic
Aunque Artemis I es un vuelo de prueba, hará experimentos para ayudar a las misiones tripuladas. Tras dos horas de vuelo, cuando Orion se separó del módulo superior del SLS, una flotilla de 10 CubeSats (satélites del tamaño de una caja de zapatos) se esparcirán para explorar el Sistema Photo voltaic. Algunos irán a la Luna, como el OMOTENASHI japonés, que desplegará un minialunizador de poco más de medio kilo que intentará ser el alunizaje más pequeño de la historia. Otros irán más allá. El Close to-Earth Asteroid Scout [Explorador de Asteroides Cercanos a la Tierra] de la NASA, por ejemplo, desplegará una vela reflectante de más de 84 metros cuadrados que se propulsará con la luz photo voltaic para viajar hasta el asteroide 2020GE, un objeto de 18 metros de ancho.
Tres maniquís anatómicos cargados con sensores medirán las fuerzas del vuelo espacial y la exposición a la radiación, y Orion lleva muestras de semillas de plantas, levaduras y algas en un contenedor llamado Experimento Biológico 1. Estos especímenes ayudarán a ver cómo responde la vida a los duros medioambientes del espacio profundo y ver cómo diversas formas de vida responden a las extrañas condiciones de microgravedad.
“Cuando hablo con mis hijas de la Luna, les digo que su padre ha enviado un experimento alrededor de ella”, cube el ingeniero aeroespacial Luis Zea de la Universidad de Colorado Boulder, uno de los investigadores principales del proyecto biológico. “Espero que nuestra ciencia en su conjunto cambie las cosas a mejor, permitiendo una exploración humana del espacio de manera segura y sostenible”.
Aunque la Luna es un objetivo científico importante, guardando información geológica de la historia del Sistema Photo voltaic de hace más de 4500 millones de años, también será un banco de pruebas para el objetivo último de la NASA: un viaje tripulado a Marta para finales de los años ’30. La Luna y Marte difieren en puntos clave, empezando porque Marte tiene atmósfera, pero ambos son ambientes prohibitivos donde serán necesarias tecnologías como los vehículos presurizados y trajes espaciales de última generación.
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“Al igual que en la Luna, hay un montón de dudas científicas sobre Marte y prepararse para llevar astronautas hasta ahí [requiere que] empecemos con la Luna…. y aprender allí antes de seguir adelante”, cube al científico jefe de la NASA Kate Calvin.
Un empuje world a otros mundos
Si Artemis llegará a Marte -un viaje que tardaría meses, mientras que llegar a la Luna es cuestión de días- dependerá mucho del dinero y la voluntad política. Alcanzar el ambicioso objetivo del programa también tendrá un apoyo que no tuvo Apolo: el apoyo de otros países. La Estación Espacial Internacional (ISS) ha requerido décadas de colaboración entre Estados Unidos, Rusia, Canadá, Europa y Japón. Construir sobre ese legado de 20 años, la comunidad espacial mundial es más grande y diversa que nunca.
Mientras que la NASA y la empresa Lockheed Martin construyen la nave tripulada Orion que llevará a los astronautas, los sistemas motrices de la nave y el motor principal son parte del Módulo de Servicio Europeo (ESM), construido por la Agencia Espacial Europea en colaboración con la empresa europea Airbus y con participación de subsidarias como la española Airbus-Crisa.
“A través del ESM Europa es, por primera vez en la historia, un aliado clave aportando componentes críticos en una misión de cabecera de la NASA, y esto es un paso enorme, no se puede minusvalorar ni dejar de señalas”, cube el director common de la ESA, Josef Aschbacher; “para nosotros se está iniciando un nuevo capítulo de la Luna y para Europa es algo nuevo”.
La NASA se ha unido a la ESA y las agencias espaciales de Canadá y Japón para construir la estación espacial lunar Gateway. Estados Unidos y otros 20 países también han firmado los Acuerdos Artemis, una serie de acuerdos no vinculantes que marcan los principios esenciales para una cooperación pacífica en el espacio. Cuando Artemis II se lance, un astronauta canadiense irá a bordo.
Las empresas privadas también están haciendo proyectos ambiciosos en el espacio, tanto con y sin apoyo gubernamental. Algunas están enviando astronautas a la ISS; otros están preparándose para mandar robots a la superficie lunar.
“Hemos metido al mundo en esta carrera”, cube Charlie Bolden, un antiguo administrador de la NASA; “todo el mundo está centrado en volver a la Luna y llegar a Marte… mientras podamos mantener el entusiasmo para llegar, estaremos bien”.
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