42.000 huevos frescos, 54.000 kilos de harina para hacer pan, 8.400 de pollo y 7.875 botellas de cerveza. Estas son algunas de las ingentes cantidades de alimentos y bebidas que se guardan en las cabinas refrigeradas de un gran crucero para saciar el apetito, a veces voraz, de los viajeros durante tan solo una semana. En un solo día, estos turistas de mar, que navegan en los cruceros que amadrina la actriz Sofía Loren, se zampan un complete de 600 pizzas. Las sobras trituradas de tanta comida acabarán en el fondo abisal para alimentar a la fauna marina.
“Planificamos la compra con un mínimo de 80 días de antelación”, explica Nagabadu Dassari, jefe de Meals & Drinks de MSC Virtuosa, el último ‘crucero inteligente’ de más de 177.000 toneladas inaugurado por la naviera ítalo-suiza MSC que termina estos días su ininterrumpido periplo, desde noviembre, por el Golfo Pérsico. El relevo a este barco con capacidad para 6.500 pasajeros será el MCS Bellissima que hará hasta el 25 de junio el mismo recorrido árabe en siete días: de Dubái a la isla synthetic de Sir Bani Yas para ir después a Abu Dabi, cruzar el mar de esta extensión del océano Índico hacia Doha y regresar a Dubái. La expedición ha tenido tanto éxito este año marcado por el levantamiento de las más estrictas restricciones del coronavirus que la compañía ha alargado la ruta durante dos meses más.
Un bufet, 10 restaurantes y 21 bares
Encargado de 800 de los 1.400 miembros de la tripulación de MSC Virtuosa, Nagabadu Dassari supervisa la compra, el almacenamiento y la distribución de todo lo que se come en el bufet de 1.336 plazas del barco, en sus 10 restaurantes y en sus 21 bares, cinco de ellos exteriores con vista al mar y uno regentado por un robotic que atiende a la clientela en ocho idiomas mientras sirve los cócteles. “Tenemos en cuenta la nacionalidad de los pasajeros, la edad y sus gustos”, explica en uno de los salones del inmenso crucero de 19 pisos, 331 metros de eslora, 43 de manga y 2.421 camarotes, 1.800 de ellos con balcón.
El Market bufet, abierto durante las 24 horas del día, ofrece todo tipo de recetas. ¿Qué es lo que más comen los pasajeros? Pizza, más de 600 al día. Los cocineros de MSC Virtuosa realizan sus propias pizzas al igual que la mozzarella que se eat en el crucero.
En las bodegas de la embarcación se guardan además de 42.000 huevos frescos, 5.400 kilos de harina, 2.100 litros de aceite de girasol, 2.100 kilos de arroz, 5.250 kilos de ternera, 2.100 kilos de cerdo, 8.400 kilos de pollo y 1.050 kilos de fiambre.
El avituallamiento está garantizado por los proveedores locales de los puertos en los que atraca el barco a los que se les compra, sobre todo, la verdura y la fruta fresca, 42.000 kilos en complete para la semana. El resto es llevado al crucero en los contenedores de la propia naviera, indica Nagabadu Dassari, emocionado al recordar que entró en la compañía hace 23 años como limpiador y ahora lidera un equipo de más de 800 personas.
Para este periplo árabe, Dassari cuenta además con 5.250 litros de leche, 2.100 kilos de azúcar, 1.890 kilos de queso, 1.050 kilos de diferentes tipos de pasta, 840 kilos de mantequilla y 1.575 kilos de patatas fritas.
Que no falte de nada
Y, ¿qué es lo que más se bebe? Aparte de los 42.000 litros de agua que hay en las bodegas y el café, los pasajeros optan para refrescarse, sobre todo, por la cerveza. Más de 7.800 botellas y 5.250 litros de cerveza desaparecen en tan solo una semana junto a centenares de litros de vino, 23.100 latas de refrescos y 2.625 botellas de espiritosos.
“Lo fundamental es que aquí no falte de nada”, insiste el responsable de F&B antes de revelar qué hace con las sobras. ¿Van al agua sin más como comida para peces?
En parte sí y en parte, no. Las sobras no se pueden tirar a menos de 12 millas de la costa y nunca deben de estar metidas en bolsas de plástico. “Lo que hacemos es seleccionar y triturar, desmenuzarlo todo bien, para lanzarlo en altamar y contribuir así a la alimentación de la fauna marina”, concluye Dassari mientras observa cómo su equipo prepara en el Market bufet una efímera esquina dedicada a los dulces que se convierte de inmediato en la principal atracción del día de los más golosos del crucero y que desaparecerá en menos de lo que canta un gallo.
” Fuentes www.elperiodicodearagon.com ”