Las universidades regresarán a la presencialidad whole, ¿en qué se deben diferenciar las clases de antes y de ahora?
La presencialidad la hemos trabajado mucho por un oportunismo que ojalá no hubiera existido. En 2019 CCS y la Crimson de Fundaciones Universidad-Empresa hicimos un trabajo sobre la transformación digital de las universidades cuando no sabíamos el reto tan tremendo que traería la pandemia.
¿Qué concluyeron?
Que administrativamente las universidades estaban muy digitalizadas, no tanto en la docencia. La transformación digital no es un tema de máquinas, sino de cultura y personas. Reconociendo el esfuerzo que han tenido que hacer las universidades públicas españolas para continuar con sus funciones durante la pandemia, hay que aplicar que todo lo que puede ser digitalizado tiene que poder ser digitalizado. A partir de ahí, cualquiera que sean las situaciones que se presenten, no se puede perder una sola hora de ninguna de las funciones de la Universidad: ni la docente, ni la investigadora, ni la transferencia de resultados. Las funciones de la Universidad están sometidas a presiones continuas de este mundo international, competitivo, tecnológico, meritocrático, sostenible y cambiante.
Detalle: la docencia.
La clase magistral ha desaparecido, los conocimientos tienen fecha de caducidad y son accesibles por web.
La investigación.
Es transversal y necesaria en todas las áreas de actividad económica. Las universidades españolas hacen mucha y muy buena investigación, más que otros sistemas europeos comparables.
Transferencia de resultados.
Es la transformación de la investigación en desarrollo económico y social, creación de puestos de trabajo y bienestar de todos. La relación empresa-universidad es cosa de dos. Es una colaboración público-privada en la que tenemos un déficit histórico y falta de madurez en la conexión entre la investigación y su transformación en riqueza.
¿A qué se debe?
Viene de muy atrás. El diseño de la gobernanza de la universidad en 1983 con la LRU apostó por la democracia interna de la universidad y su autogobierno. En ningún otro país las universidades se autogestionan ni se elige al rector por los que trabajan y estudian en la universidad. España es el país donde la sociedad tiene menos compromiso en el gobierno de la universidad.
¿Y el sector productivo?
Se ha aislado de las universidades y no ha considerado que también sea responsabilidad suya. No ha sabido sacar partido de la mucha y buena investigación que hace la universidad y que se ha dirigido más a la publicación –en lo que somos un gran país– y menos hacia el sector productivo. En España, universidades y empresas han funcionado durante muchos años como dos vías de ferrocarril paralelas cuando sus intereses son convergentes.
Muchos titulados emigran, son muy apreciados en algunas carreras y destinos, pero España necesita camareros y jornaleros. ¿Qué pasa?
Aunque España no apuesta por la educación, las universidades producen magníficos egresados, pero el sector productivo no es capaz de absorberlos. El 93 % de las empresas españolas tienen menos de 10 trabajadores. Tenemos muy pocas empresas medianas y grandes respecto a países comparables. Y son empresas de sectores tradicionales con una mano de obra de escasa cualificación en términos de conocimiento e innovación. En España solo hay 11.098 empresas relacionadas con el I+D.
¿Cuántas de ellas grandes?
Solo 1.090. Un 11 % de los titulados está en paro (más del doble de la media europea) y un 37 % de titulados trabaja en un empleo que no requiere esa cualificación. Si lo sumamos casi la mitad de los egresados universitarios no accede a un puesto de trabajo universitario. Eso, que produce mucha frustración, coexiste con una paradoja.
¿Cuál?
Sobran titulados en Arte, Humanidades y Ciencias Sociales y faltan en Ciencias, Tecnologías, Ingenierías y Matemáticas. Necesitamos un sistema más versatile para adaptar el mapa de titulaciones a un mundo cambiante a velocidad increíble, algo muy difícil en las universidades púbicas.
¿Cómo se consigue?
Con capacidad de gestión. El sistema de gobernanza es muy funcionarial y tiene poca capacidad de contratación de profesorado. Hay que fortalecer la jerarquía, profesionalizar la gestión abriéndola a profesionales externos, implementar la meritocracia y limitar la endogamia, hacer la conexión entre financiación y resultados, mejorar la financiación público-privada, atraer fondos privados.
¿Qué están haciendo las universidades privadas?
Se están aprovechando de estos problemas de las públicas. Son más ágiles ante la realidad cambiante del trabajo. Tienen el 22 o 23 % de los estudiantes, uno de los porcentajes más altos de Europa. Y subiendo. Usan muy bien la baza de la empleabilidad. Siempre recuerdo que cuando yo estudiaba Derecho period inimaginable que un licenciado en cualquier titulación estuviera en el paro o en un trabajo no adecuado a su titulación.
¿Y en contra de la privadas?
Las universidades públicas son mucho mejores en investigación y mayor talento profesional de profesorado. Y tienen razón en que la formación de un universitario es mucho más que la adaptación a las necesidades concretas de la empresa. Las publicas tienen más calidad media que las privadas, y las privadas, más conexión con las empresas.
¿Por qué la endogamia es tan resistente?
Porque no aplicamos la meritocracia y la estructura de gobierno de la universidad no va de arriba abajo, sino de abajo arriba. Por eso no hay incorporación de personas de fuera.
¿Por qué?
El asunto es el sistema de gobernanza y financiación de la LRU de 1983 que no hemos corregido con la Ley Orgánica Universitaria de 2001 y su modificación de 2007. ¿Cómo no va a haber endogamia cuando el rector tiene que provenir de la propia universidad todavía en el siglo XXI? Hay magníficos rectores españoles de universidades europeas y americanas, algo que en España no puede pasar. El 80 % de los profesores de la universidad española ha hecho la tesis doctoral en la propia universidad en la que están trabajando.
Aumentan las universidades, menguarán los alumnos.
La última universidad pública de España se creó en el siglo pasado. En lo que va de siglo se han creado más de 30 privadas. Va a haber mayor competitividad por los alumnos y eso es bueno para mejorar la calidad media del sistema, peo plantea un problema de financiación.
El bajo gasto público en Educación, ¿deprime?
España no apuesta en Educación. Finlandia aplica 12 puntos de su producto inside bruto a la Educación. O Singapur, China… En educación y en I+D+i estamos muy por debajo de las media de la OCDE y la UE, y eso es un problema. El bienestar de un país es la suma de lo que aporta el talento de sus personas que, a su vez, es una consecuencia de la suma de lo que aportan su formación universitaria y su Formación Profesional. Esto es un problema cultural y esos son los más graves porque necesitan cambios generacionales, y una generación son 12 o 15 años. Es un problema muy serio.
Pasarelas entre la FP y la universidad.
Desde la Universidad y para su mejora soy un defensor de la FP. No es subsidiario. Es alternativo. A lo mejor estamos metiendo en la universidad muchas personas que estarían mucho mejor en una Formación Profesional de grado superior, que debería tener el mismo nivel de dignidad y valoración social. Hay exceso de universitarios en términos estadísticos cuando la FP se está acercando mejor al proceso productivo, tiene más empleabilidad, que hoy es un valor muy importante. En los últimos 7 años la FP aumentó casi un 40 % y se asocia más con la empresa a través de la formación twin.
¿En qué porcentaje?
Tres con algo por ciento. Tenemos que llegar a los porcentajes de Alemania entre el 40% y el 50%. Empezamos en las universidades a hacer formación twin.
Hay profesores que se quejan de la extensión de lo políticamente correcto entre los estudiantes porque es paralizante para la docencia.
El profesorado tiene la libertad de enseñanza y de investigación garantizadas por la Constitución y no pueden estar influidas por lo políticamente correcto ni incorrecto. Cuando hablo de Universidad y oigo la palabra político me pongo en prevención.
¿Por qué?
Porque la política, por definición, es partidista y las ideologías tienden a ser excluyentes, mientras que la universidad es de toda la sociedad y la pagamos todos. La política ha hecho mucho daño a la universidad.
” Fuentes www.levante-emv.com ”