Hace 40 años, Alfredo Tarcaya estaba descansando cuando el ruido de una explosión lo despertó. El submarino nuclear HMS “Conqueror” había atacado y comenzaba a hundirse el Crucero ARA Normal Belgrano.
En 1982, el salteño, criado en Cafayate, period cabo principal de la Armada y es hoy el único sobreviviente que reside en Santa Cruz. Ante las preguntas de La Opinión Austral, Tarcaya responde de manera apacible. En cada palabra transmite una calma que se contrapone con los recuerdos de una guerra inminente y el naufragio.
Seguramente fue esa templanza la que colaboró para que pudiera sobrevivir 36 horas esperando el rescate, como también lo hicieron otros 769 tripulantes.
Tarcaya ingresó a la Armada Argentina cuando tenía 17 años y luego se trasladaría a Buenos Aires, desde donde lo enviaron a la isla Martín García. Un año después salió como marinero en el buque Punta Médanos. Entre períodos de instrucción y diferentes destinos, pasaba entre 12 a 18 horas navegando.
LOA: ¿Cómo eran eran las jornadas de navegación?
Alfredo Tarcaya: Siempre estábamos abastecidos de café o té, nos turnábamos para ir a almorzar o al baño. Había que tener muchísimo cuidado porque teníamos dos buques en ambas bandas como para reabastecer, como nos ocurrió una vez que se le trabó el timón a un destructor y nos vino y se nos pegó a nosotros; tenía una pluma, que es la que pasaba la manguera, voló todo lo que period la parte de comunicaciones. Estábamos dentro del peligro.
LOA: ¿Cómo continúa su carrera?
AT: En Ushuaia me toca estar dos años y luego vuelvo a la zona de Puerto Belgrano. En 1974 hago cursos, en el 1975 me toca estar en el crucero Belgrano y en el 76 fui a hacer un curso a la Escuela de Mecánica de la Armada.
Iba teniendo diferentes destinos, destructor Bouchard, Cabo San Antonio, Infantería de Marina. Cada dos o tres años, según las necesidades de la Armada, te trasladaban. En 1980 me fui a hacer campaña antártica por 40 días.
LOA: ¿Cómo recibe la noticia del desembarco de las tropas argentinas en Malvinas?
AT: Fue la mañana del 2 de abril, vivíamos en Bahía con mi señora y yo estaba en tierra haciendo un curso de un año. De Bahía Blanca a Punta Alta tenía 20 kilómetros, viajábamos todas las mañanas. Me enteré viajando en el colectivo, temprano a la mañana, por supuesto, estábamos todos contentos por haber recuperado Malvinas.
También contento porque estaba haciendo el curso de un año y pensaba vamos a Malvinas, aprobamos todo y nos salvamos del curso.
Tenía un sobrino, José Agustín Villegas, que había venido de la Escuela de Mecánica, salió como marinero y fue de pase al crucero.
Yo estaba haciendo el curso en tierra y tenía al crucero enfrente, él paraba en mi casa algunas veces, 18 años tenía. Me cube: “Mirá, vamos a ir a Malvinas”, entonces pensé: “Seguramente me va a tocar a mí también”.
Tres días antes de zarpar, el 16 de abril, nos embarcan a todos los del curso, éramos 13, volvimos 9.
LOA: ¿Qué expectativas tenía?
AT: Dentro de lo contento que estaba por recuperar Malvinas, pensaba que seguramente iba a haber una guerra. Fue así que cuando llega la orden de embarcarnos, no llevo cierta ropa. Había estado en la Antártida y había comprado una máquina de sacar fotos, una Penta K1000 profesional, y después dije: “No, si vamos a entrar en combate, la voy a perder”. Iba convencido de que íbamos a entrar en combate.
El clima social period bueno, en lo político sé que había algunos problemas en Buenos Aires, unas manifestaciones, pero creo que un poco nos olvidamos de eso por haber recuperado las islas.
LOA: ¿Cómo fueron las semanas previas al ataque al crucero?
AT: Desde que salimos estuvimos permanentemente cubriendo crucero de guerra, el 50% está en el puesto de combate y el 50% descansa, eso es permanente. Estuve en el 78 en el problema con Chile, es lo mismo, embarcar, sacar municiones, cubrir puesto de combate. Ya teníamos experiencia en ese buque, conocíamos.
LOA: ¿Otros tripulantes lo vivían de manera diferente?
AT: Sólo uno tenía un poco de temor. El barco, por ejemplo, no tenía sanar para submarinos, estábamos un poco desprotegidos.
El 24 de abril entramos en Ushuaia, hicimos abastecimiento de flamable, carga de víveres, municiones y salimos a navegar, prácticamente de Ushuaia a Cabo de Hornos, a la zona de isla de los Estados, period nuestro lugar de patrulla, con dos destructores. Seguimos la rutina.
El 1° de mayo estábamos haciendo flamable, a las 15:00, de un buque de YPF y uno de los destructores detecta que hay un submarino, hace un escape, una patrulla, se pierde la señal del submarino, cortamos manguera, después nos volvimos a acoplar y así terminó como a las 20:00. Comenzamos a cubrir crucero de guerra con el 100% de la gente, supuestamente iba a haber un enfrentamiento en la zona de Cabo de Hornos, se decía que iban a ingresar barcos a Chile o que estaban en la zona y que esa noche íbamos a entrar en combate.
Pasamos toda la noche, 100% de la gente preparada por si pasaba algo. No pasó nada. Al otro día a las 08:00 dicen que volvíamos a la zona de patrulla. Íbamos a entrar en combate por el sur y el portaviones por el norte, no se llevó a cabo eso, así que volvimos de manera regular.
Sigo trabajando hasta el mediodía, que period mi guardia, y luego me voy a almorzar. Period un día domingo, estaba jugando la selección, lo escuchamos por la radio, estábamos en descanso. A las 14:00 me voy a descansar, había estado toda la noche levantado, me quito los zapatos, me quedo en pantalón y remera nomás, me acuesto y a las 16:00 me despierta la primera explosión abajo, period de unos motores, con incendio. Lo primero que se me ocurre es que nos están dando los ingleses, pero con aviones, pensé también que hubo algún tipo de accidente en el barco, que había explotado algo. Después, tuve conciencia de que nos habían bombardeado.
El primer torpedo nos pega en la parte de atrás del buque, en la popa, y ahí nomás, en segundos, nos pegan otro torpedo, otra explosión muy fuerte en la proa, se cortan 12 metros de la proa.
Lo primero que hacemos es comenzar a cerrar las puertas, buscar para salir. Siempre trabajando con la parte de incendios, había que sacar gente, arrojar tanques de combustibles de JP1, que period flamable de un helicóptero que llevábamos. La escora period muy rápida, period rapidísima, habrán pasado 15 minutos y period impresionante cómo entraba el agua, cómo se iba a escorando en la banda izquierda de babor.
Con el parte que le llegaba al comandante, daba para dar la orden de abandono, entonces ordena cubrir los puestos de abandono, llevábamos algo de 66 balsas, comenzábamos a trabajar en eso.
LOA: ¿Qué pasó cuando tomó conciencia de la gravedad?
AT: En el momento buscaba a mi sobrino, lo buscaba con la vista, estaba en tercer cubierta, no lo encontré en el camino. Él dormía en lugares donde pegó el primer torpedo.
Por supuesto, está el dolor, la pena, la pérdida, pero no podías hacer mucho más. Period único hijo, la mamá todavía lo está esperando.
LOA: ¿Cómo vivió esos minutos?
AT: Estaba tranquilo, asumí totalmente que estábamos en guerra. Hacés lo que tenés que hacer.
Había una cantina de los dos únicos civiles que estaban allí, dos hermanos civiles de apellido Ávila, eran santiagueños, ellos tenían la orden de desembarcar en caso de que el buque fuera a la guerra, pero se negaron rotundamente, así que los dejaron permanecer. Ahí nos proveíamos nosotros, tenía vista la cantina, ya que en caso que tuviera que abandonar el barco iban a ir a sacar alguna cosa para la supervivencia, tenía ese lugar y otro más, no tuve tiempo. Fui y estaba todo roto, destrozado.
El más chico de los dos muchachos Ávila fue a la balsa para abandonar, pero no encontró al hermano y volvió a buscarlo, ahí se quedó, no volvió más. Ya period muy peligroso quedarse abajo por la rotura que había.
Cubriendo el lugar de abandono, comienzo a preparar la balsa.
Había un muy fuerte viento que nos pegaba al barco, no nos dejaba alejarnos y el barco seguía hundiéndose. Llegamos con la balsa sin poder salir del medio. Se nos pincha, se nos desinfla totalmente y nos tuvimos que arrojar al agua. Habré estado un minuto y pico en el agua y pasó otra balsa y nos levantó.
Ahí estuvimos toda la tarde, la noche, hasta el día siguiente, 36 horas a la deriva. Había un mar muy picado, con olas de 10 metros, no nos dejaba estar juntos, nos dispersaba, viento y unas olas grandísimas. Llevábamos tres muchachos muy quemados, les hacíamos curaciones, así estuvimos hasta que nos avistaron y a las 36 horas comienza el rescate.
LOA: ¿Qué pensaba mientras esperaba por el rescate?
AT: No te das cuenta, había muy pocos que por ahí desvariaban. Estás en un cáscara de nuez, te vas para todas partes, como se nos pinchó la balsa, se pincha la balsa y nunca más… pero no estás pensando en eso.
Pensaba que tenía mi cumpleaños el 7 de mayo, que tenía que volver a mi casa (NdR: en su casa lo esperaban su esposa Edith y sus pequeñas hijas Silvana y Marina).
No te das cuenta del frío, seguía descalzo con la remera mangas cortas, alguien me dio una remera mangas largas. Nunca pensé que estaba mal, me di cuenta cuando nos rescataron. Hacían dos pasos para el rescate y se quedaban ahí colgados y yo digo: “Nah, no puede ser” y cuando me toca a mí, me pasó lo mismo, físicamente estaba tirado, pero mentalmente estaba bien, me sentía bien.
LOA: Con el paso de los años, ¿cómo ha ido cambiando la conmemoración?
AT: Más acompañado posiblemente. Desde el 93 que estamos por acá y lo conmemoramos todos los años a nivel acquainted y a nivel oficial, la Armada lo hace en todo el país (NdR: Hoy a las 16:00 se realizará un acto en el Apostadero Naval en Río Gallegos).
Tengo 6 hijos, 12 nietos y 1 bisnieto, estoy esperanzado que ellos puedan recuperar las islas. En la familia van preguntando despacio y yo voy contando despacio. Tanto en el centro de veteranos como donde ande, siempre estoy hablando del tema.
LOA: ¿En Río Gallegos se vive de manera diferente?
AT: Sí, es diferente, elegir vivir en Gallegos es estar más cerca de Malvinas.
LOA: ¿Qué mensaje le gustaría compartir con la comunidad?
AT: Hay que tener en cuenta la ley que defendía la soberanía, que son 323 los fallecidos del crucero, casi el 50% de los que murieron en complete, y que eso, así como costó tantas vidas, cualquiera está en condiciones de darla por las Malvinas o por la Patria. Hay que difundirlo, quererlo y estudiar más el tema, principalmente los chicos.
En Santa Cruz debería ser parte de la currícula escolar. Las escuelas llaman antes del 2 de abril, pero después no nos llaman más, debería ser una materia más.
Alfredo Tarcaya no ha tenido la oportunidad de pisar las islas, sin embargo, como muchos argentinos y argentinas, las quiere y al hablar de ellas se emociona. Su templanza sólo se quiebra al pensar en lo cerca que está de ellas. Su anhelo es poder conocerlas.
Este veterano de guerra nunca pensó en elegir otra carrera y expresa su sentimiento diciendo: “De chico, siempre pensé que si en algún momento se necesitase ir a una guerra, estaba. Como antes y como ahora, la entrega no importa”.
” Fuentes laopinionaustral.com.ar ”